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Lenga sin merluza: así se reinventan los restaurantes de la caleta durante la prohibición

En septiembre, el mes de la veda de la merluza común, los locales de este punto turístico de Hualpén se las ingenian para seguir ofreciendo una experiencia gastronómica única.

Por: Diario Concepción 24 de Septiembre 2023
Fotografía: Isidoro Valenzuela

Nos acercamos a Caleta Lenga por un –a ratos- accidentado camino. El mar ya es divisible y casi estamos en presencia del habitual escenario, compuesto por restaurantes y cocinerías listas y dispuestas a ofrecer los productos frescos del mar.

Pero este mes algo es diferente: la merluza, una de las protagonistas indiscutibles de las preparaciones que aquí se ofrecen, está en veda.

Y es que septiembre, además de ser el mes de las Fiestas Patrias, marca el inicio de la veda biológica de la merluza común, según lo estipula el Decreto Exento número 464 de 2016 de la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura.

La prohibición abarca desde el límite norte de la Región de Arica y Parinacota hasta el límite sur de la Región de Magallanes y de la Antártica Chilena, y se extiende hasta el 30 de septiembre. ¿Pero qué es la veda y por qué se hace? La veda biológica reproductiva es la prohibición de capturar un recurso marino -en este caso la merluza común- mientras se encuentra en periodo de desove, que es cuando colocan sus huevos.

La veda biológica reproductiva tiene como objetivo proteger el proceso reproductivo de esta especie, que se encuentra sobreexplotada y cuya mayor actividad reproductiva ocurre durante el mes de septiembre.

Diario Concepción visitó las cocinerías y restaurantes de Lenga, para recoger las impresiones de los locatarios de uno de los importantes puntos gastronómicos de la región y entender cómo están afrontando los efectos de un mes sin esta especie sobre sus cocinas y mesones, o como es conocida popularmente: “la pescada”.

Reacciones ante la veda

Luciano Chaparro nos abre las puertas del restaurante Miramar. Chaparro, quien también es pescador, aporta una doble perspectiva y revela de primera fuente cómo se vive el periodo de veda de la merluza común en su restaurante. “Durante todo el año tenemos merluza fresca, muy fresca.

Pero como ya sabemos que todos los años en este mes hay veda, uno se anticipa y nos preocupamos de mantener un stock de merluza disponible para el cliente, pero obviamente no es lo mismo que un pescado fresco”, comenta. Desde su perspectiva de hombre de mar, Chaparro valora esta medida.

“El tema es complejo, la población de la merluza común se ve reducida especialmente por la pesca industrial. Por lo tanto, las autoridades toman esta medida para que puedan reproducirse, por ese lado es bueno” dice.

“Es algo necesario debido a la sobreexplotación y la mayoría de los pescadores lo tomamos bien, aunque no deja de ser un mes complicado ya que el sustento del pescador está en la pesca misma. Entonces en este mes el pescador tiene que reinventarse, tratar de sacar otras especies como la sierra, el congrio, la reineta, aunque no siempre es fácil”, añade.

Al consultarle sobre cómo percibe el impacto de la veda en su local, Chaparro asume su rol de administrador del restaurante Miramar: “Nuestra clientela es leal y viene aquí desde hace años. La gente se adecúa. Si no hay merluza pide salmón, o un plato diferente, el cliente en general se va por la opción de elegir algo fresco. Aunque con las lluvias y el frío que ha dejado septiembre, la gente no ha parado de pedir la paila marina” revela. El recorrido por la caleta continúa para recoger otras perspectivas. Llama la atención las estrategias que los locales han adoptado para adaptarse a este mes de veda.

En el restaurante “Gracilaria”, Alan Pereira revela la manera en que decidieron hacerle frente a la prohibición: dándole preferencia a la otra merluza, la austral, una opción que los clientes aprecian.

“La gente la prefiere, es un pescado fresco y es más grande pero también tiene un valor más elevado”, comenta. Distinta es la estrategia en el Restaurante “Bento”, ya que durante este mes se abastecen con una pequeña cantidad del producto congelado según relató Rubén Andrade, a cargo del establecimiento.

“La gente la pide muy poco durante este mes y a quien la ordene, se le informa que es producto congelado y no fresco. La diferencia se nota, aquí en un mes normal se venden cincuenta platos de merluza, durante septiembre con suerte se venden de seis a ocho” dice.

“Pero igual como pasa con la noticia de que hay veda, cuando se acaba, la gente ya sabe y se nota el repunte” agrega.

Las alternativas al rescate

Los locatarios coinciden en que la variedad de la oferta gastronómica en los diversos locales de Caleta Lenga contribuye a amortiguar el efecto de la prohibición.

Reineta, salmón, congrio o la ya mencionada merluza austral, son las opciones preferidas en sus distintas preparaciones señala don Rubén. “Hay muchas alternativas para que la gente elija, porque cada producto tiene más de un tipo de preparación”, suma Andrade. En el restaurante “Joselito”, Angela Bustos nos revela que también enfrentan la prohibición adaptando su oferta gastronómica y privilegiando las alternativas frescas: “ Decidimos priorizar el salmón y la reineta, por este mes no trabajamos con la merluza, decidimos no vender”, confiesa. “Nos ha pasado que los clientes no saben de la veda y a veces se decepcionan al no poder pedir el plato, les decimos que es solo por este mes y les ofrecemos las alternativas dentro de la variedad que tenemos”, explica.

Así es como luego de recoger las diversas impresiones, esta travesía llega a su fin, mientras la merluza descansa y se reproduce, Caleta Lenga nos despide con un cielo nublado y amenazante. Las opiniones parecen coincidir en que la veda de la merluza común es una medida necesaria para contrarrestar la sobreexplotación de este recurso marino. Por su parte los restaurantes han sabido adaptarse a la prohibición demostrando que cuentan con alternativas gastronómicas suficientemente diversas para hacer frente a la prohibición que culminará el 30 de septiembre.

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