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Historias de ciencia: cómo la Región del Biobío enfrenta la Covid

El trabajo para mantener a raya la pandemia no se da solamente en lo sanitario, sino también en lo científico. Hoy Diario Concepción presenta tres historias de personas que están en la primera línea de esta labor.

Por: Diario Concepción 04 de Julio 2021
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El coronavirus o, más bien, el trabajo para contener la pandemia y atenuar sus efectos en la población han puesto de manifiesto la importancia de la ciencia.

No solo la ciencia que estábamos acostumbrados a ver en los titulares, destacando logros y avances de países en otras latitudes.

Ha habido de esto, claro, en el desarrollo de vacunas, en el desarrollo del kit de testeo.

La Covid ha puesto de manifiesto que la ciencia y técnica local, puede entregar soluciones a los problemas locales, que de otro modo no se abordarían.

Ejemplos hay muchos, y en ellos destaca la gestión que ha desarrollado la Seremi de Ciencia, institución relativamente nueva que apostó por un rol de coordinador entre centros de estudio, universidades y laboratorios, y que facilitado la llegada de recursos desde privados.

Casos en la zona hay.

En el Biobío está la capacidad para monitorear el tipo de variante de Covid que prevalece, pues se cuenta con aparatos -y personal capacitado- para secuenciar el genoma del virus.

También se pudo manufacturar un ventilador que evitó la crisis sanitaria que se vio en otros países. Acá, gracias a las competencias de Asmar y de ingenieros de la UdeC, no se llegó al debate sobre quien ocuparía la última cama.

Otra iniciativa, única en Latinoamérica, es el análisis de aguas servidas.

El sistema partió como piloto en Chillán, y se replicó en San Pedro de la Paz donde, con base a esta información, se publica cada día un “semáforo Covid”, que da cuenta de una estimación de contagiados en sectores de la comuna.

El potencial de este sistema es grande: la Covid puede detectarse en el alcantarillado antes incluso de que los contagiados presenten síntomas.

Estas tres historias tienen algo en común: hay personas detrás. Comunes y corrientes, que desde la ciencia o la técnica avanzada, colaboran en el combate a una pandemia que no da visos de terminar.

Además, demuestran que la zona tiene las competencias, la tecnología, para abordar las problemáticas que plantea la Covid.

En Diario Concepción quisimos contar sus historias, cómo hacen su pega, cómo se sienten con lo que hacen.

Cristian Gallardo, el centinela del genoma

La variante Delta, que acaba de entrar al país, sólo se conoce porque en un laboratorio europeo se detectó la diferencia entre esta variante de la Covid y la primigenia, originada en Wuhan.

La experiencia motivó al gobierno a replicar el análisis en Chile y de esta forma monitorear no sólo los contagios de coronavirus, sino también el tipo, dedicando al ISP esta tarea.

La situación visibilizó a los centros de estudio y laboratorios capaces de secuenciar el genoma del virus y se pidieron recursos para poder sumarlos a esta labor, cosa que está en fase avanzada.

Cristian Gallardo, académico de la UdeC y subdirector del Centro de Biotecnología del plantel, cuenta que “en la región, al menos en la macro zona centro sur, hay capacidad instalada para hacer esto y con la ventaja de que es local”.

No es puro regionalismo: transportar las muestras a Santiago pone en riesgo los análisis.

“Estamos listos para partir, secuenciando, generando genomas para hacer la vigilancia a nivel regional. Y es importante, porque quien hace esto es el ISP, que tiene una capacidad limitada”, relata.

“La pega de la secuenciación es básicamente es leer completa la información genética del virus, unas 28 mil letras, ese tamaño. Ahora, eso es relativamente pequeño, comparado con el genoma humano de 3.500 millones de letras. El ARN es una cadena de estas letras y, en simple, lo que hace el equipo secuenciador es tomar esta cadena y la pasa a un orificio y cada vez que pasa una molécula, se detecta y marca una letra, en tiempo real”, explica.

En la región hay cuatro secuenciadores disponibles, la mayor parte en la UdeC, y Gallardo dice que eso podría haberse hecho desde el año pasado, pero que “hay algo que pasa permanentemente en ciencia, y es la desconexión entre el Estado y lo que hacen los científicos… Que a veces no son tan buenos para comunicar lo que hacen, ahí hay un gap que tenemos que trabajar”, cuenta el científico, que explica que dentro de poco se comenzará un esquema de vigilancia genómica.

Andressa Reis, monitoreo de aguas servidas

Una clave para la detección temprana del Coronavirus, es el análisis que se realiza a aguas servidas. El denominado “poop testing”, o test de heces en inglés, detecta presencia del virus en sectores que comparten alcantarillado, y así mapear un sector.

La experiencia se aplica en San Pedro de la Paz, donde se elabora el Semáforo Covid y es única en Latinoamérica.

Acá, la experiencia de Andressa Reis, es clave. Esta científica brasileña, especialista en calidad del agua, es quien analiza las muestras, en un laboratorio de la U. Católica de la Santísima Concepción.

“Son litros y litros que llegan todos los días, es una enorme cantidad”, cuenta.

“La empresa saca muestras cada hora, desde una taza, y eso se divide en sectores. Cada día llegan dos litros por muestra… ahora, eso está diluido, y el virus hay que concentrarlo”, añade.

“En la muestra hay de todo, y nosotros tenemos que extraer de ahí el virus. Por eso, lo primero es limpiar la muestra, centrifugando a alta velocidad. Aquí obtenemos un pellet, con todos los sólidos que están en el agua, de 5 ml”, relata.

“Este pellet, es ínfimo en relación con la muestra, pero hay que seguir quitando material. Se filtra y se despejan finalmente toda la materia que no corresponde al ARN del virus. Unos 50 microlitros”, señala.

“Recién ahí calculamos la concentración viral, y eso se va a un modelo matemático que desarrollamos, que tiene todo tipo de input, desde la cantidad de heces que hace una persona promedio al día en adelante. Con eso calculamos el semáforo”, explica.

“A veces veo subir los indicadores, me desespero un poco, y cuando bajan, me alegro. Es un indicador bien relevante, que si se combina con el análisis genómico de variantes, va a ser bien potente”, finaliza.

“Lo más interesante de esto es que te cuenta la historia de la comunidad, incluso de los asintomáticos o de los presintomáticos, y es una herramienta para que las personas, las autoridades, tomen decisiones en ese sentido”, añade la científica brasileña.

Pablo Aqueveque, detrás del ventilador mecánico

Pablo Aqueveque es director del Centro de Industrias 4.0 de la U. de Concepción, y cuenta que el lugar ya tenía experiencia la producción de material biomédico cuando la Covid arribó al país.

“Cuando parte la pandemia y empieza a salir en las noticias de que estaban saturándose los sistemas de salud, en España e Italia en particular, empezamos a hacer algo. Asmar, que tiene una excelente calidad de manufactura, también”, relata.

“Un día me llama el comandante Un día Capitán de Fragata Cristián Machuca, Jefe del Departamento de Sistemas de Armas, me pregunta si estábamos en algo y viendo algunas iniciativas a nivel nacional que estaban en eso”, dice.

“Y esto es importante, porque ellos tienen un estándar altísimo”, añade.

“Lo que vino después es una historia de prototipos, de prueba y error”, afirma.

“Armamos con uno, y en el segundo arreglas las fallas, corriges. Así puedes ver cosas que antes no. Fue un proceso duro, porque hubo un diseño en que debimos empezar desde cero. Tenemos que haber hecho unas diez iteraciones, diez prototipos en total, y eso consume muchos recursos, piensa que en el equipo había veinte personas trabajando”, sostiene.

“Era cosa de todos los días, ir probando las piezas, el software, armar los sistemas”, sentencia.

“Ahora, finalmente logramos uno funcional, con la idea de que funcionara en caso de emergencia. Con ese llegamos a pasar todas las pruebas, y la idea es evitar el escenario del último ventilador, cosa que afortunadamente no ah ocurrido”, agrega.

“Hemos tenido suerte, los prototipos los financió la Sofofa y la universidad, y luego una constructora de acá nos financió la manufactura de 14 aparatos”, acota.

Esto es relevante, porque estos 14 aparatos significaron a mediados del año pasado una ampliación del orden del 12% de la cantidad de ventiladores disponibles en el Biobío, entonces con un alza muy pronunciada en la cantidad de contagios.

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