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Académicos y estudiantes al pizarrón: ¿cómo han vivido las clases online?

En el marco de la conmemoración del #NuevoSigloUdeC conversamos con estudiantes y docentes para conocer su impresión a casi dos meses de iniciadas las actividades a distancia.

Por: Noticias UdeC 10 de Mayo 2020
Fotografía: Cedida

Jeannette Valenzuela
Noticias UdeC
noticias.udec.cl

El 15 de marzo, siguiendo las recomendaciones del Ministerio de Salud -que ya reconocía el avance de la Covid-19 en el país- la Universidad de Concepción decidió suspender las clases presenciales de pre y postgrado.

Como en tantos otros puntos, en Chile el nuevo coronavirus significó acelerar procesos que, en muchos casos, estaban planificados para un futuro no tan cercano y en una lógica de tiempo bastante más favorable a la planificación.

En efecto, la contingencia en la UdeC significó la incorporación inmediata de los profesores al teletrabajo -al igual que los funcionarios- y la irrupción de las clases a distancia en todo nivel.

Haciendo uso de todos los recursos disponibles y bajo la coordinación de la Dirección de Docencia, se llevó a cabo un plan de capacitación para apoyar al cuerpo académico en la preparación de sus clases no presenciales.

En una carrera contra el tiempo, los docentes se instruyeron en buenas prácticas para la enseñanza online, aprendieron a usar plataformas digitales como Canvas y Teams y a desarrollar videos e infografías educativas.

Así, en un hecho sin precedentes, la UdeC inició el año académico 2020 con clases remotas en sus 91 carreras, un desafío que viven día a día académicos y estudiantes, frente a un cambio que ocurrió en un abrir y cerrar de ojos.

Aprender día a día

“Fue todo muy rápido, prácticamente en dos semanas cambiamos el paradigma de cómo impartir clases en la UdeC”, comenta desde Los Ángeles el profesor Fernán Vásquez González, quien imparte tres asignaturas para la carrera de Auditoría en ese Campus.

El académico piensa que si la idea de hacer clases a distancia hubiera aparecido sin la contingencia, “aún la estaríamos masticando y con más docentes detractores que entusiastas por probar si funcionaba”.

A su juicio, todavía falta preparación y, por eso, se esfuerza en aprender día a día, porque piensa que el desempeño en las plataformas “influirá en la calidad de la docencia”.

Al evaluar su incursión en esta modalidad de enseñanza, considera que ha sorteado con éxito lo técnico y lo formal para diseñar y armar un programa de clases virtuales, “pero falta el otro 50% que son los alumnos. ¿Cómo están recibiendo el mensaje? No puedo ver sus reacciones (…). Hay que evaluar el proceso en su conjunto, recién ahí podremos decir ‘me resultaron o no’ las clases”.

Otro aspecto que anota es la necesidad de interacción con los colegas y el tiempo que demanda la preparación de las clases virtuales, que -dice- es mayor.

Cambio metodológico

La impresión del profesor Vásquez es compartida por la académica de la Facultad de Educación, Mabel Urrutia Martínez, quien este semestre dicta cuatro asignaturas de pregrado, una de doctorado y otra de magíster.

La Dra. Urrutia también echa de menos la retroalimentación con los estudiantes y admite que, a pesar de haber vivido la realidad de las clases a distancia -Universidad Internacional de La Rioja, España, en 2013 y 2014- “el cambio de modalidad implica la transformación absoluta de la metodología; hay que cambiar todas las evaluaciones”.

Eso, acota, se puede hacer, por ejemplo, usando tecnologías de información y comunicación. Así, cuenta que en uno de sus ramos trabajaron en la creación de gifts para ilustrar los neuromitos (mitos sobre la neurología). “Fue muy divertido; pero este tipo de cosas implica que el profesor cambie la perspectiva de cómo hace la clase. Ya no es una clase tradicional”.

También considera que, desde el punto de vista metodológico, es bueno estimular el trabajo grupal. “En este escenario es necesario que los estudiantes aprendan a colaborar, que se apoyen en las evaluaciones que van a realizar y en el proceso de aprendizaje”, afirma.

Inquietud previa

La académica de la Facultad de Medicina y especialista en metodología de la investigación, Carolina Venegas Carrasco, manifiesta que no le ha resultado fácil adaptarse al nuevo sistema, porque siempre se ha interesado por las tecnologías y porque ya conocía varias plataformas de enseñanza a distancia, como profesora y como alumna de cursos online.

“Por suerte, yo tenía la inquietud de la docencia online, desde hace un par de años, por lo que mis asignaturas de responsabilidad directa las tenía en una modalidad semi presencial (…). Es un trabajo que cada año iba repensando y modificando”, cuenta.

Con esa experiencia previa dice que tiene claro lo que espera de una asignatura lo que le permite también a establecer un estilo de clases. “Hacer docencia online implica repensar objetivos de aprendizaje, entregar contenidos relevantes, buscar formas creativas de evaluar, etc. Es muchísimo trabajo”.

A pesar de estar cómoda con las clases a distancia, extraña “ese vínculo que da la presencialidad; me gusta conversar con los estudiantes” y comenta que aún hay mucha timidez en las interacciones en cámara.

Sin llegar a los campus

Alonso Bustos Barría es puntaje nacional, alumno de Ingeniería Civil Matemática y parte de una generación de estudiantes que se incorporó a la UdeC sin llegar a sus campus.

“Ha sido una experiencia extraña, nueva, distinta a lo esperado y, sobre todo, con un proceso de adecuarse a un modelo de aprendizaje que no había estado presente en la vida académica de casi nadie”.

Está cursando tres ramos del plan común de Ingeniería y dice que no ha tenido problemas, “pero es distinto, nada podría cambiar las ventajas de la experiencia de las clases presenciales”.

En ese sentido, lo más complicado para él ha sido no tener la compañía de profesores y compañeros “de manera más personal; en el fondo nadie se conoce muy bien; entonces, cada uno tiene que estudiar por su cuenta en vez de que sea algo más colaborativo”.

El joven angelino destaca la disposición de los académicos en el proceso. “Están siempre pendientes de subir material, de hacer las clases y de que todo funcione bien”.

Estudio más consciente

Siete son las asignaturas que está cursando la alumna de último año de Agronomía (Campus Chillán) Fabiola Cárcamo Correa, quien también valora la buena disposición de los docentes, sobre todo porque “es una etapa donde todos estamos aprendiendo cosas nuevas, actitudes como la tolerancia y la paciencia”.

A pesar de que considera que la sala “siempre va a ser mejor”, asegura que este sistema le ha hecho estudiar de una forma más consciente. Por otro lado, cuenta que antes era frecuente hacer los trabajos grupales de modo virtual con Drive, “pero ahora es mejor porque se agregan las video llamadas”.

En su evaluación de este mes de clases remotas, señala que la mayor dificultad ha sido que tanto su señal de Internet como la del profesor se mantenga estable a lo largo de toda la clase y que observa que falta “más participación de los alumnos, incluyéndome”.

Trabajo de investigación

Por su parte, Oscar Blanco Correa, estudiante del Doctorado en Lingüística originario de Venezuela, está abocado al desarrollo de su tesis de grado, por lo que ha tenido varias reuniones virtuales con los grupos de investigación de Antena Chilena de Neología (Nodo UdeC) y de un proyecto Vrid sobre la relación entre inteligencia emocional y cyberbullying, de los que forma parte.

Con el primer equipo se reúnen todos los lunes a través de Hangout y con el segundo se han conectado por la misma vía y por Zoom en tres oportunidades.

“Por tratarse de grupos de investigación pequeños, la comunicación ha sido muy fluida y la experiencia muy fructífera, pese a que aún nos estamos adaptando a esta modalidad. En el caso de Antena Neológica Chilena de la UdeC, el equipo lo conformamos cuatro integrantes, mientras que en el Vrid somos nueve personas, entre profesores y estudiantes”.

A su juicio, la experiencia ha sido buena; ha existido entendimiento y se respetan los turnos para hablar, pero “desde mi punto de vista, estas aplicaciones u otras no sustituyen la dinámica comunicacional en persona. Valoro que sean un complemento, pero no es el medio más adecuado, puesto que, por ser novedoso, tiende a convertirse en el mensaje; es decir, en lo más relevante, tal como lo dijo hace años McLuhan”.

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