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La revolución de la alimentación sana se instala en el Gran Concepción

Altos índices de obesidad, sumados a patologías crónicas y a un envejecimiento de la población hacen necesario preferir los llamados superalimentos, productos sin gluten ni lactosa, entre otros

Por: Ximena Valenzuela 19 de Agosto 2018
Fotografía: Isidoro Valenzuela M.

Los altos índices de obesidad que presenta el país y la Región, especialmente, entre menores de edad están poniendo a la población en riesgo.

De hecho, según estadísticas del programa de Salud de la Infancia de la seremi respectiva, revelan que el 37% de los niños en Bío Bío presenta malnutrición por exceso, cifra dos puntos mayor que el promedio país, sumado a que el 24,4% de los menores de seis años tiene sobrepeso, obliga a realizar un cambio en la alimentación.

Alto consumo de verduras y proteínas es lo ideal, pero no sólo para los niños, sino también para los adultos que producto de una ingesta alta en grasas y falta de ejercicio están liderando en enfermedades crónicas no transmisibles como la hipertensión, diabetes y enfermedades cardiovasculares, entre otras.

La alimentación saludable dejó de ser una moda de grupos elite, y ahora se está convirtiendo en una necesidad para contar con una buena calidad de vida, un envejecimiento digno que permita a los adultos mayores desarrollar múltiples actividades sin limitaciones.

Lo anterior es vital, sobre todo, ante proyecciones de Senama que afirman que en 2030 el 23% de la población chilena superará los 60 años, convirtiéndose en el primer país de Latinoamérica con más adultos mayores, superando a Uruguay que llegará a 22,3% y a Brasil con 18.9%.

De ahí que nazcan en la Región una serie de iniciativas que impulsan la alimentación sana y favorecen el desarrollo de la población. Chantumay, que en mapudungun significa muchas gracias, es una red de recolectores de productos silvestres, creada por la periodista Ximena Perone, que está orientada a valorar el trabajo del recolector y articular que el producto llegue a lugares donde tradicionalmente les es imposible como los restaurantes.

Maqui, murtillas, nalcas, hongos, digüeñes y morchelas son parte de los productos que ofrece la red, dependiendo la estación. “Tenemos en caleta Perone el primer huerto alofito de Latinoamérica, con plantas que viven de la sal, a orilla de mar y que no necesitan riego. Ahí tenemos nuestro producto estrella: la espinaca de playa (Tetragonia). La descubrimos con el chef número uno de Chile, Rodolfo Guzmán, las cultivamos y ahora está en su restaurante Boragó, junto a varios productos más”.

La red, que incluye a 20 recolectores de Arauco, Cañete, Nahuelbuta, la costa de Bío Bío, península de Hualpén, Ñuble y Coihueco, entre otros, ha funcionado bien, según Perone, pues cada vez hay más personas interesadas en alimentarse sano. Eso sí reconoció que después de tres años de arduo trabajo logró insertarse en restaurantes de la Región como: Jazz, Fuente Penquista, Flor de Calabaza, Color local, y en Santiago en el Boragó, Europeo, Boa, De Patio y Raíces.

El desafío de Chantumay es consolidar su red, que sus alimentos lleguen a toda la población por la alta cantidad de proteínas y nutrientes que tienen, buscando recuperar la identidad alimentaria del territorio como patrimonio y dinamizar las pequeñas economías.

Mikuna

Desde 2013, Constanza Sepúlveda y su socia la nutricionista Monserrat Victoriano se dedicaron a investigar cómo hacer una papilla deshidratada, ideal para niños, que contara con todos los nutrientes. Luego de mucho trabajo, hace seis meses, salió al mercado Mikuna, que en Quechua significa comida.

El producto, que se encuentra en una serie de locales y que fue presentado en Paula Gourmet, pronto estará en venta a $2.500 en la cadena de farmacias Salcobrand.

“Trabajamos con la liofilización, técnica que permite deshidratar en frío los alimentos manteniendo intactos los nutrientes. Es exactamente lo que hacemos las mamás en casa, pero en polvo y sólo necesita media taza de agua hervida, tibia, luego se revuelve, se espera un minuto para que la quinoa y el amaranto, superalimentos con los que trabajamos, se hidraten. La porción es aproximadamente una tasa de 200 centímetros cúbicos”.

Sus productos tienen certificación Kosher Barber, es decir, libres de proteína animal, tampoco contienen gluten y están avalados por la Fundación Convivir, por lo que, son aptos para niños con intolerancia alimentaria. Además, no tienen sal, azúcar ni aditivos.

Por el momento tienen tres fórmulas: una de zapallo camote, zapallo italiano, zanahoria, quinoa y espinaca, ideal desde los seis meses; otra de garbanzos con amaranto, zapallo italiano y zapallo camote indicada desde los ocho meses, y una colación de piña con amaranto que reemplaza una comida.

Mikuna está indicada para personas con by pass gástrico, cirugías dentales, que necesiten comer papillas, para montañistas o adultos mayores. Eso sí, Victoriano afirmó que los adultos deberían agregar leche o alguna proteína si el consumo es permanente.

Victoriano detalló que a largo plazo esperan ser un referente en alimentación para niños y en innovación de productos que faciliten la vida sin agregar preservantes, que sean saludables y sustentables, de tal manera, que impida el desarrollo de enfermedades como el cáncer, que está asociada a aditivos alimentarios.

Harina de castaña

De ser secretaria de una planta de cochayuyo, donde en sus ratos libres aprendió a hacer snacks con este producto y maqui, Graciela Treufil decidió dar un salto y generar con castaña un producto con valor agregado, fue así como decidió hace dos años crear harina de castaña y hace dos meses salió al mercado con su producto Ketranwe, que significa arando tierra fértil en mapudungun.

Cerca de una semana tarda en pelar las castañas, deshidratarlas, molerlas, envasarlas y sellar. “Hace un año hice mil kilos de harina. Ahora la meta es de 2500, que se vende a $12.000 el kilo, es ideal para hacer pan, galletas y queques porque aporta energía, vitamina K y potasio, tiene muchas vitaminas y combate el Alzheimer”.

Treufil es la única fabricante en Chile de harina de Castaña, cuenta con su planta en Hualqui y sus proveedores son de Chillán. “La harina ya está presente en Aldea Urbana, Mundo Rural y estamos entregando una gran cantidad al Hotel Sonesta que tiene en su carta cinco preparaciones con harina de castaña”.

Eso sí, a Treufil le hacía falta una socia que diera un valor agregado a sus productos creando exquisitas preparaciones que tienten a todos. Priscilla Aguilera con su empresa de dulces artesanales sin gluten, llamada Psweetlacroix, lleva dos meses realizando diversas preparaciones con la harina de castaña: dulces, tortas y hasta un cereal, ideal para personas con intolerancia alimentaria y celíacos (alérgicos al trigo, avena y cebada) y mal de Crohn pueden consumirlos, pues al tener nutrientes del complejo B, tienen una buena absorción.

Aguilera explicó que el proyecto de Treufil se une completamente al iniciado por ella hace seis años cuando descubrió que era celíaca y su hijo Agustín, recién nacido en ese entonces, también. “Me daba rabia ver que en el comercio no existían productos libres de gluten, o lugares con cocinas libres de contaminación cruzada, por eso comencé la empresa”.

Crear dulces con harina de castaña fue un desafío que, según Aguilera, poco a poco a dado frutos, ya han realizado Catering en la Bodeguita de Nicanor para el grupo Juana Molina, que contaban entre sus integrantes con dos celíacos y tres veganos.

Preparan para septiembre una torta de bodas para una novia que es alérgica a la proteína de la leche y el novio celíaco, ya están presentes en Aldea Urbana, redes sociales y participaron en la Expofelicidad y Bienestar que se realizó algunas semanas en la Biblioteca Municipal de Concepción donde encontraron nuevos adeptos.

Ambas esperan a futuro contar con un lugar donde puedan vender todo tipo de productos libres de gluten, desde un café hasta almuerzo y colaciones, con productos libres de pesticidas que entreguen seguridad a todos.

Cambio de vida

En campaña para lograr mejorar la alimentación de la población se encuentra el Servicio Educacional Hogar y Salud, liderado en la Región por la enfermera Ulda Fierro, quien aseguró que existe mucha evidencia científica desde 1980, principalmente, en España y Bélgica, que indica que la refinación de alimentos genera daño en la población, pues el proceso elimina electrolitos, minerales y fibra hidrosoluble.

“Lo ideal es consumirlos lo más natural posible, sólo comer grasas de origen vegetal, carentes de azúcar, o bien, endulzados con fructosa y miel, tener un alto consumo de fibras y ser ordenado al consumirlos porque el estómago está preparado para recibir primero lo crudo y luego lo cocido”, dijo y agregó que el 75% del plato de comida debe estar compuesto por verduras.

Recomendó el consumo de jugo limón o cítricos por las mañanas para eliminar toxinas, y de hidratos de carbono con aporte nutricional como el mijo, quinoa y plátano que favorecen la actividad cerebral, la palta por su alto valor biológico, oleaginosas y desde el punto de vista funcional el brócoli, coliflor, bruselas y rabanitos, entre otros”.

Su colega, Alan Tancara, experto en salud emocional, recalcó que existen alimentos como para combatir la depresión como la avena, germen de trigo, garbanzos, nueces, castañas de cajú, piñones y palta, entre otros.

Para disminuir el estrés Tancara recomendó comer lechuga, proteínas, hidratos de carbono, almendras, piñones, garbanzos, germen de trigo, vitaminas B y C y, en caso de ansiedad es ideal el plátano, frutos secos, yoghurt, vitamina B6 y magnesio, entre otros.

Una aldea muy sana

La mayoría de los alimentos antes descritos se encuentran en Aldea Urbana, centro de alimentación saludable, ubicado en Chacabuco, que abrió sus puertas el 19 de diciembre de 2016 buscando ofrecer lo mejor de la naturaleza a sus aldeanos.

Contribuyen realizando comercio justo, que hace que los productos sean asequibles. “No como a la gente que se le ocurrió que la alimentación sana era sólo para los que tenían plata porque no es así”, comentó su dueña Javiera Martínez.

Afirmó que al lugar llegan constantemente “personas que tienen enfermedades por sanar, con intolerancia alimentaria, madres que están amamantando, pero que no toleran más de tres alimentos porque sus hijos son celíacos, y también están los jóvenes, que están más conscientes de su alimentación. Esto dejó de ser una moda, es un estilo de vida”.

Martínez agregó que cuentan con cultivos limpios, sin pesticidas, que provienen de proveedores locales ubicados a no más de 100 kilómetros a la redonda, especialmente, con horticultores de Boca Sur y de Copiulemu con el fin de potenciar la economía y hacer crecer a la Región.

“Contamos con una serie de súper alimentos como el maqui, camu camu, cúrcuma, frutos secos, alimentos sin gluten y sin lactosa”, dijo y agregó que todas las posibilidades están abiertas para que las personas se alimenten de manera sana y cuenten con una buena calidad de vida que les permita desarrollarse en todo ámbito y envejecer sin problemas.

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