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Concepción y la infancia pobre: Caridad y auxilio en las fiestas de fin de año (1915-1925)

Por: Diario Concepción 11 de Marzo 2018
Fotografía: Archivo fotográfico de Alejandro Mihovilovich.

Laura Benedetti Reiman

Académica Departamento de Historia/ subdirectora Programa de Investigación Histórica en Estudios Regionales.

Instituciones como  la Sociedad Protectora de la Infancia, la Gota de Leche Juana Ross de Edwards y el Pan escolar, constituyeron respuestas sólidas para satisfacer las necesidades más básicas de subsistencia.

El inicio del siglo XX significó el descubrimiento de la infancia; las altas tasas de mortalidad infantil habían despertado las alarmas durante la última década del siglo XIX a nivel nacional y nuestra ciudad no estaba exenta de ello: día a día la prensa presentaba estadísticas sobre la muerte de párvulos, las editoriales reflexionaban sobre ello; los estragos de las epidemias, el abandono, el cómo vivía la infancia menesterosa fueron otras líneas de reflexión que dieron  origen a diversas obras filantrópicas: la Sociedad Protectora de la Infancia, la Gota de Leche Juana Ross de Edwards, el Pan escolar, constituyeron respuestas sólidas para satisfacer las necesidades más básicas de subsistencia.

Diciembre era el período de tiempo en el que la sociedad miraba a diario a la infancia pobre a través de acciones propias de la caridad encaminadas a hacer de la celebración de la navidad una fiesta para la infancia; desde 1915 llama la atención el número de actividades desarrolladas en beneficio de los niños y niñas pobres ya sea asilados en algunos establecimientos de caridad como la Casa de Huérfanos o la Sociedad Protectora de la Infancia, internados en el Hospital de Niños o bien provenientes de los múltiples barrios pobres de la ciudad o de los conventillos que crecieron desde inicios del siglo en el espacio urbano; titulares como “Hospital de niños: colecta de Navidad”, era la publicación que daba cuenta de la donación de dulces y juguetes para los niños internados en esta institución, “Para los niños pobres” era otro título que daba cuenta de la repartición de ropas desarrollada la institución Ajuar infantil “[…] Esta simpática y caritativa tarea, ha sido únicamente aplaudida, porque de una manera positiva ha ido a aliviar en algo la miseria en que vive una gran parte del mundo infantil de la ciudad”.

A las acciones antes descritas, se sumaron las numerosas “onces” entregadas por estudiantes del liceo de Niñas de la ciudad, la Liga chileno-alemana, la Juventud radical, el reparto de juguetes en el actual Parque Ecuador,  las funciones de cine destinadas a los niños huérfanos  -destacándose las matinées realizadas en el Liceo de Hombres -y las funciones de biógrafo a  los niños enfermos, los paseos de fin de año  a instituciones específicas como fue el caso de los niños de la Sociedad Protectora de la Infancia y la Sociedad Inglesa de Costura, o los paseos a Playa Blanca para los niños de la Casa de Huérfanos. Sin embargo, la actividad más tradicional  fue “…el paseo anual a los huerfanitos…”, organizados por los choferes de la ciudad de Concepción, con el objetivo de “ …proporcionar un día de alegría a los asilados en establecimientos de beneficencia…” y con  el apoyo de los particulares que participaban con sus automóviles o bien con camiones proporcionados por las casas comerciales, “ […] la larga fila de automóviles que participaron en el paseo, cada uno cargado con verdaderos racimos de niños [seiscientos era el número promedio de participantes para 120 autos] que reflejaban claramente en sus rostros el placer que experimentaban”; los niños recorrían distintas calles céntricas de Concepción y continuaba el trazado hasta la Quinta Lonco.

Todas las actividades centradas en  la infancia pobre con motivo de las fiestas de fin de año tenían como característica central  que la acción colectiva tomaba especial importancia, reforzando así el vínculo entre la sociedad penquista y los niños más necesitados.

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