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Óscar Parra Barrientos de la UdeC: “Nuestros doctorados ven las universidades como único destino, no llegan a la empresa”

Por: Daniela Salgado 22 de Octubre 2017
Fotografía: Isidoro Valenzuela M.

Preocupación provocó la disminución de 2.2% del presupuesto anual destinado a incentivar la investigación, y es que a pesar de que el porcentaje entregado por el Estado para el desarrollo científico es 10 veces menor al de otros países de la Ocde, éste era para los centros de estudio a lo largo del país, la principal fuente de ingreso fija con la que contaban.

Si bien no llovía, por lo menos goteaba. Esa era en parte la tranquilidad que sentían los hombres y mujeres de ciencia, porque a pesar de lo acotado de los recursos, éste representaba el 90% de los aportes en investigación, el restante viene de privados. “En los países desarrollados el aporte entre ambos se iguala. El hecho que acá no sea así, explica muchas cosas”, afirmó el doctor en Recursos Naturales y académico e investigador de la UdeC, Óscar Parra Barrientos.

Ante este nuevo tropiezo que bien podría significar un estancamiento no solo en la ciencia, sino en el desarrollo económico, el fundador de Eula Chile visualizó el nuevo escenario respecto a lo que considera una “fallida intervención para poner a la ciencia en el lugar que se merece”.

– En comparación con otros países, ¿cómo está Chile en materia de investigación científica?

– El Estado invierte un 0,38% del Producto Interno Bruto en investigación. En cambio, el promedio de los países de la Ocde es de 3%. Todas las naciones que se entienden como desarrolladas lo son porque han invertido en investigación y en conocer sus territorios. La economía nacional está basada mayoritariamente en la explotación de los recursos naturales, pero invertimos muy poco en innovación. Parece que olvidamos que esos bienes se agotan, no son eternos. En Costa Rica están muy avanzados en investigaciones acerca de la química de productos naturales, sobre los compuestos de la plantas. En cambio, nosotros desconocemos nuestra flora y fauna.

– ¿Cuáles son las principales repercusiones de esta baja inversión?

– Son muchos los efectos. Uno de ellos es la repercusión en el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental y que se ve reflejado en el poco conocimiento que tenemos de nuestro territorio. Un ejemplo de eso es lo que ocurrió con el rechazo del proyecto Dominga, donde los privados reclamaban que el sistema de regulación era muy estricto. Pero eso se debe a que no hay información de línea de base de nuestro país y eso es porque históricamente se ha investigado muy poco. En el extremo sur ocurre algo similar, gran parte de la Patagonia no ha sido estudiada y eso nos está pasando la cuenta.
No invertir en investigación genera retraso, problemas y una cantidad importante de menoscabo para el desarrollo del país. Por eso resulta tan importante que se pueda hacer una gestión territorial sustentable en el espacio y tiempo, como lo hace Brasil con la gestión de los recursos hídricos.

– ¿Y la labor de los privados?

– Ese es un gran problema, porque hemos mandado a gente a sacar doctorados afuera y tienen como único destino laboral las universidades. En las empresas y el sector público hay muy pocos investigadores. La relación Estado-Universidad-Empresa en Chile es muy débil. Si nos ponemos a analizar, nos daremos cuenta que hay pocas empresas que cuentan con centros de investigación. En el extranjero eso es impensado.

– La Universidad de Concepción tiene una gran trayectoria impulsando las investigaciones en diversas áreas. ¿Cómo les afecta a ustedes?

– En conjunto con la Uach, creamos -gracias al aporte del Estado pero mayoritariamente colaboración internacionales de españoles e italianos- un centro de investigación en la Patagonia. Ahora hacer algo similar se vuelve bastante complejo como universidad.

– Si Chile posee las condiciones para el desarrollo científico, ¿por qué no se han tomado cartas en el asunto?

– A causa del cambio climático, Chile debe crear una nueva red energética y para eso necesitamos ciencia y tecnología porque las condiciones ya están. De hecho, tenemos el potencial de energía solar más alto del mundo y resulta que los recursos económicos para el desarrollo no los tenemos. Esa es la razón por la gran parte de la energía eólica que se ha estado desarrollando se hace en base al apoyo extranjero.

De igual forma, debemos reconocer que no hemos sido exitosos en interesar a las empresas y organismo del Estado en invertir en investigación ni expandir los conocimientos. La mayoría de la ciudadanía no se da cuenta de lo complejo de la situación. Es cosa de mirar los programas de los candidatos presidenciales, ninguno lo tiene entre sus prioridades.

– Retomando lo anterior, ¿hay una deuda pendiente en la educación y en fomentar la ciencia en los niños?

– Efectivamente, el problema es que la investigación no ha tenido el espacio que le corresponde y a través de ella tú puedes mejorar la situación. Por ejemplo, el Parlamento debería tener un Consejo Científico para que pueda analizar los efectos que la las leyes pueden significar, y es que un código puede tener tanto impacto ambiental como una erupción volcánica. Si se hubieran analizado las consecuencias del Código de Aguas, por ejemplo, la ciencia podría haber dicho mucho al respecto, porque a causa de ello no podemos hacer gestión integrada de los recursos hídricos porque la propiedad privada no lo permite.

– ¿Qué futuro visualiza para la Región en materias de investigación?

– Espero que vayamos madurando y dando cuenta de los verdaderos efectos de este tipo de medidas. Aunque así como vamos, no creo que mejore mucho. El crecimiento económico del país ha sido en consecuencia de extraer brutalmente recursos naturales y si eso no cambia el futuro es complejo. El salitre se acabó y pasará lo mismo con el cobre, entonces cabe preguntarse qué haremos cuando llegue ese momento, si hasta ahora no tenemos nada.

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