En Chile es segunda causa de muerte en jóvenes, entre 15-19 años se concentra la depresión con alto riesgo suicida, y las patologías mentales van en alza.
Una decisión imposible de cambiar, una huella emocional imborrable. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) cada año fallecen más de 700 mil personas de todas las edades por suicidio, siendo una de las principales causas de muerte entre los más jóvenes.
Una grave problemática de salud pública y social a que afecta irrecuperablemente a sus víctimas y sus entornos, interpelando a la sociedad a abrir oportunidades de proteger invaluables vidas que tienen una larga trayectoria por recorrer. Es el sentido con el que la OMS instauró el Día Mundial para la Prevención del Suicidio el 10 de septiembre, y también su meta global de al menos reducir en un tercio las lamentables cifras como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Desafíos cotidianos y especialmente críticos en el contexto local que abordan especialistas de la Universidad de Concepción (UdeC), que también buscan contribuir de forma decisiva en soluciones desde sus investigaciones.
La doctora Carolina Inostroza, directora del Magíster en Psicología Clínica y académica del Departamento de Psicología, y con más de una década de trayectoria investigando sobre prevención del suicidio, explica que como fenómeno es de origen multifactorial en que influyen diversos factores como riesgos y que se aborda como una conducta que parte con ideación suicida, intentos y finalmente muerte.
“Su magnitud se da como pirámide. Muchas más personas presentan ideación, una proporción menor realiza intentos y menos termina falleciendo. Y siempre que ocurre una ideación es más posible que haya un intento, y si ocurre es más probable que esa persona en los años termine muriendo por suicidio”, detalla la investigadora que en los últimos años se ha dedicado a abordar la salud mental en jóvenes y especialmente en universitarios.
En ese contexto, afirma que “en Chile los suicidios son mucho más que los homicidios, y la situación de adolescentes y jóvenes es la más preocupante, porque es segunda causa de muerte tras los accidentes de tránsito”. Este grupo no muere por causas naturales y muere menos por enfermedades en comparación a los mayores.
“En la Región del Biobío la situación es particularmente preocupante, con tasas de suicidio en adolescentes que están por sobre el promedio nacional”, enfatiza el doctor Sergio Cabrera, psiquiatra de niñas, niños y adolescentes, y académico del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina, y especialista del Servicio de Urgencias del Hospital Guillermo Grant Benavente de Concepción y en la Unidad de Adolescentes del Hospital de Lota.
Al respecto destaca que un estudio que realizó con otros investigadores en la UdeC determinó que la depresión con alto riesgo suicida se concentra entre los 15 y 19 años de edad.
Y, más allá de la evidencia científica, como psiquiatra ve a diario esta crítica realidad: “es frecuente ver adolescentes que atraviesan momentos de gran crisis emocional y al menos un adolescente que ha intentado suicidarse llega a urgencias cada día”.
Estas experiencias demuestran la magnitud del fenómeno, la vulnerabilidad de la etapa y la vital atención especializada en un momento crítico. También que no basta con atender las crisis cuando ocurren y es un desafío social urgente trabajar en la promoción de la salud mental, educación y prevención de cuadros para evitar que jóvenes lleguen a puntos que pueden no tener retorno.
Ante ello, los especialistas enfatizan que se trata de una problemática que implica no sólo lo individual y familiar, sino que debe abordarse como reto universal que convoca toda la sociedad, desde lo comunitario hasta la academia y salud pública.
¿Por qué el riesgo suicida es más alto en jóvenes y cada vez es peor?
El psiquiatra Sergio Cabrera expone que la adolescencia es un periodo de muchos cambios, tanto biológicos como psicológicos y sociales, que se asocian a mayor vulnerabilidad emocional.
Pronto aparece el tránsito a nuevas etapas, más responsabilidades y retos para adaptarse, como salir del colegio e ingresar a la universidad y proyectar el futuro e involucrarse en nuevos círculos de amistades y sociales, lo que puede ser estresante y demandante emocionalmente.
Sobre esas condiciones se añaden diversas situaciones que son factores de riesgo.
“El uso intensivo de redes sociales, la exposición constante a información sin filtros, el estrés académico, la presión social, las dificultades familiares y la incertidumbre frente al futuro, pueden generar sentimientos de sobrecarga emocional y, en algunos casos, aislamiento”, advierte. También puede haber consumo de alcohol y drogas, o eventos adversos.
Así se configura la crítica realidad. “Desde 2018 han aumentado los indicadores de problemas de salud mental, especialmente ansiedad y depresión, con peak en pandemia a nivel mundial y nacional. En pandemia todos subimos los niveles y la población adulta está empezando a volver a los previos, pero los jóvenes no se han podido recuperar”, afirma la psicóloga Carolina Inostroza.
Fortalecer los factores protectores es pilar para prevenir enfermedades mentales y suicidio, porque permiten afrontar las situaciones complejas y evitar que una crisis emocional se convierta en conducta suicida, sostiene Cabrera.
Como pilares destaca mantener vínculos afectivos sólidos, sobre todo con familias y amistades; participar en actividades que den sentido de pertenencia y propósito; tener espacios de comunicación abierta, respetuosa, sin juicios y constantes; acceder a información confiable sobre salud mental para identificar señales de alerta; consultar para prevenir o atender temprano síntomas o problemas emocionales para abordar oportunamente y minimizar las repercusiones.
También afirma que es posible y necesario orientar el uso de las redes sociales como espacios seguros para la socialización, apoyo y aprendizaje.
Y es vital buscar ayuda al experimentar o ver una crisis. Además de atención en centros y profesionales, la línea telefónica *4141 se dispone las 24 horas para la contención y prevención del suicidio, además de Salud Responde.
También se requiere educar a la sociedad y erradicar mitos sobre el suicidio para aumentar las oportunidades para ayudar a quien vive una crisis.
“Las investigaciones muestran que personas que se suicidan tienen siempre ambivalencia entre querer morir y querer ser rescatado”, sostiene Inostroza. En ese contexto, en la conducta suicida puede haber señales de alerta como síntomas depresivos, cambios de comportamiento y uso de sustancias nocivas, o comunicaciones al hablar o publicar contenidos sobre muerte o despedidas.
Sobre ello es enfática. “Si alguien habla de querer acabar con su vida siempre debe atenderse. Quienes pasan por crisis suicidas no hacen amenazas manipuladoras, toda comunicación tiene intención, entendiendo que el proceso es de mucho dolor y dificultades para hallar una salida y necesitar que los cercanos puedan detectar y prestar ayuda”.
“También hay que derribar el mito de que no hay que hablar sobre suicidio porque contagia la idea. Es falso y, si detectamos a alguien que está mal, preguntar si ha pensado en la muerte es abrir la ventana de oportunidad a que hable y ayudemos”.
Sergio Cabrera y Carolina Inostroza llevan adelante iniciativas para abordar este reto de salud pública y social.
“Estrés, salud mental y ajuste a la vida universitaria” es el proyecto Fondecyt 1252104 de la psicóloga, centrado en el proceso de adaptación de jóvenes que pasan del colegio a la universidad y puede ser complejo, repercutiendo en varios efectos y su bienestar, y llevando a conductas suicidas en los peores casos.
La investigación busca comprender cómo el estrés incide la salud mental y ajuste a la vida universitaria los dos primeros años. Sus resultados servirán como base para diseñar propuestas de apoyo en la transición a la universidad, de promoción y prevención en salud mental, e intervenciones que fortalezcan la autorregulación del aprendizaje en la educación superior.
El psiquiatra lidera el proyecto de Vinculación con el Medio “Creación de Recursos Educativos y Campaña para la Prevención del Suicidio y Autocuidado en Salud Mental en Adolescentes”, que promoverá instancias como una campaña informativa en redes sociales, y formará en herramientas de promoción y prevención a residentes de Psiquiatría de la Niñez y Adolescencia y de Pediatría.
Para el desarrollo de la iniciativa destaca “la colaboración de adolescentes y profesionales de la Residencia Chacabuco”. Han participado activamente en talleres para compartir experiencias y perspectivas, evidenciando la realidad y necesidades para aportar orientaciones sobre cómo entregar la información de forma que respete y conecte con los jóvenes.