Ciencia y Sociedad

ACV: una incidente causa de muerte y discapacidad que se debe evitar

La evidencia demuestra que se pueden prevenir sobre el 80% de los casos de una enfermedad que afecta a una persona cada 15 minutos en Chile y que por hora provoca una víctima fatal, además de dejar a miles con secuelas al año.

Por: Natalia Quiero 03 de Noviembre 2023
Fotografía: ACV ACCIDENTE CEREBROVASCULAR

Un crítico problema de salud pública por su alta morbimortalidad e incidencia es el accidente cerebrovascular (ACV), integrante de las enfermedades cardiovasculares (ECV), la primera causa de muerte en todo el mundo.

Cada año 13 millones de personas sufren un ACV y 40 mil casos son en Chile. En el país se estima que cada 15 minutos una persona tiene un ACV y cada hora deja una víctima fatal, mientras cientos de sobrevivientes quedan con secuelas que pueden ser en extremo devastadoras. Así, los ACV tienen liderazgo en las causas de años de vida saludables perdidos por discapacidad y muerte prematura.

La alarma es que un estudio de New World Stroke Organization y Lancet Neurology proyectó que podrían aumentar 50% las muertes por ACV a 2050 de seguir la trayectoria actual. Pero, podría cambiar con acciones de educación y concientización que permitan tanto promover la salud como prevenir enfermedades y/o sus consecuencias, e impregnar ese mensaje busca el Día Mundial del ACV cada 29 de octubre.

La enfermedad

Educar y concientizar se sustentan en comprender la enfermedad.

El doctor Sergio Juica, neurólogo de adultos del Hospital Clínico Regional Guillermo Grant Benavente de Concepción y de Clínica Biobío, explica que accidente o ataque cerebrovascular alude a un grupo de afecciones vinculadas con alteración en arterias y venas que irrigan al cerebro, produciéndose fallas que desencadenan el daño.

Hay varios tipos de ACV, pero los más importantes son el hemorrágico e isquémico”, afirma el también académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción. El hemorrágico, conocido como derrame cerebral, ocurre si se rompe una arteria e inunda de sangre una zona cerebral; el isquémico se menciona como trombosis o infarto cerebral y se da cuando un coágulo o trombo tapa una arteria y corta la circulación sanguínea hacia el cerebro.

La experiencia muestra que los ACV hemorrágicos suelen ser más letales y los isquémicos son los más comunes con casi 87% de los casos de ACV. Aunque, el doctor Juica asegura que “los dos tipos de ACV pueden ser igual de graves”, refiriéndose al potencial letal y de dejar secuelas que pueden ser diversas en expresión y magnitud.

Una de las principales secuelas y que provoca mayor temor es el déficit motor. Si el ACV afecta la vía motora del cerebro puede dejar daño en movilidad o capacidad funcional de alguna zona del cuerpo como las extremidades”, explica.

También puede afectarse el lenguaje, habla y comunicación si el ACV daña la zona a cargo de esas funciones y aclara que las personas pueden ver alterada o perdida su capacidad para hablar o expresarse y/o para entender a otros.

Además, es la segunda causa de demencia en adultos, la primera es Alzheimer. Tras un ACV una persona puede quedar con demencia vascular, viéndose gravemente afectadas la memoria y la capacidad para pensar y razonar”, sostiene el neurólogo.

Desde allí advierte que como un ACV puede afectar cualquier zona cerebral pueden generarse diversas alteraciones, las mencionadas son las más complejas. Justamente, la localización es una variable que determina la gravedad del año, como también la cantidad de zona afectada y características del paciente.

El riesgo

Los distintos ACV comparten factores de riesgo cardiovascular.

La edad es un factor de riesgo cardiovascular y se sabe que desde los 60 años aumenta el riesgo de tener un ACV o cualquier ECV. Pero, un ACV puede presentarse a cualquier edad”, asegura el doctor Jonathan González, neurólogo de adultos del Hospital Las Higueras de Talcahuano.

Biología y genética también inciden en el mayor o menor riesgo, y el especialista añade la presencia de alguna patología cardiaca de base.

Y no deja de destacar lo importante en el desarrollo de cualquier ECV que tienen sobrepeso y obesidad, diabetes, hipertensión, colesterol elevado y dislipidemias, tabaquismo, consumo excesivo de alcohol y drogas, sedentarismo y dietas malsanas como factores de riesgo cardiovascular.

No es una situación para ignorar. De hecho, el doctor González afirma que “en el último tiempo han ido aumentando los ACV en pacientes más jóvenes a causa del aumento de los factores de riesgo”. Porque cada vez es mayor la prevalencia de las condiciones y desde etapas tempranas.

Por ejemplo, según la última Encuesta Nacional de Salud, dentro de la población adulta más del 74% sufre sobrepeso u obesidad, más de 12% diabetes y casi 28% de hipertensión, mientras una vida de hábitos sedentarios prevalece en sobre 80% y que más del 40% de las personas sobre 15 años fuma.

 

Pocas horas son la oportunidad vital de actuar frente a un ACV

Por la mayor carga de los factores de riesgo cardiovascular se sabe que se pueden evitar las proyecciones nefastas para el futuro desde el cambio de la realidad del ACV.

Posibilidad de prevenir

El accidente cerebrovascular tiene poco de accidente. Si bien podría presentarse en personas sin ningún factor, 90% de las personas que tienen factores de riesgo y la mayoría está con mal control metabólico y de sus patologías de base”, advierte el neurólogo Sergio Juica.

En este escenario es que el neurólogo Jonathan González enfatiza que “se estima que más del 80% de los ACV son prevenibles”. Porque aunque la biología y la edad no se pueden cambiar, sí se puede actuar y modificar elementos de riesgo vinculados a las conductas.

Así que prevenir un ACV y proteger la vida con su calidad se puede con estilos de vida saludable en alimentación, actividad física o control del peso corporal desde etapas jóvenes, idealmente desde la infancia, o haciendo modificaciones necesarias sin importar la edad.

También es vital detectar a tiempo una condición patológica y mantenerla controlada con el tratamiento indicado por el profesional idóneo, porque las descompensaciones incrementan los riesgos.

Horas vitales

Y los ACV ocurren aunque se puedan prevenir, y la posibilidad de prevenir o reducir el daño es otra arista relevante, donde lo vital está en el reconocimiento y acción veloz.

Porque en el contexto de ACV se sabe que cada minuto mueren 2 millones de neuronas, así que cada minuto que pasa es un minuto menos de vida y más de daño.

Así que los neurólogos llaman a actuar inmediato ante la sospecha del evento: existe una ventana para abordar de forma definitiva la reducción de la expansión y magnitud del daño cerebral con las probables secuelas.

“Y el tiempo es relevante. En un ACV isquémico se puede destapar la arteria a través de un fármaco que se llama trombólosis o mediante la trombecomía que es un procedimiento endovascular. Y tienen un periodo estrecho: la trombólisis se puede realizar durante las primeras 4 horas y media, mientras la trombectomía puede ser extenderse hasta 6 horas. Puede parecer harto tiempo, pero es desde el inicio de los síntomas”, destaca el doctor Juica.

Tras esa ventana se aplica un tratamiento estándar que ayuda a reducir el daño cerebral, pero el impacto es menor y cambia el pronóstico del paciente si se hace un tratamiento agudo”, advierte.

Por ello es vital saber cómo se manifiesta un ACV y el doctor González aclara que “siempre un ACV se presenta en forma súbita y hay 3 síntomas principales a los que estar pendiente: asimetría facial, pérdida de fuerza en una extremidad, y alguna dificultad del lenguaje para expresarse o comprender”.

Es importante abordar la cefalea, popularmente asociada a estos eventos y es un mito vital de erradicar porque puede limitar la acción. El dolor de cabeza está más asociado al hemorrágico y 30% de los infartos cerebrales cursan sin éste y son los ACV más comunes.

Es así que ante la aparición inminente de las señales o de cualquier síntoma inusual que aparece súbitamente, lo que también pueden evidenciarse al despertar si el ACV ocurrió al dormir, debe ser motivo de consulta médica urgente.

Una urgencia

Así que un ACV es una emergencia, como un infarto cardiaco su abordaje oportuno puede marcar la diferencia entre la vida o la muerte. La búsqueda de atención médica debe ser inminente como su aparición y se debe recurrir a un servicio que cuente con condiciones necesarias para ello por la examinación compleja y completa que requiere una persona para diagnosticar y tratar rápidamente.

La urgencióloga Aliosha Sáez, jefa de Urgencias de Clínica Biobío, dice que el recinto al que se acuda debe tener médico urgenciólogo y ojalá en turno permanente la disponibilidad de neurólogo y sistema de toma de imágenes médicas.

También es ideal que haya una unidad especializada para que la persona pueda ser internada para continuar la recuperación y rehabilitación necesaria una vez se estabilice la emergencia.
Porque nunca un ACV no es de manejo ambulatorio y siempre una persona que lo ha sufrido tiene indicación de hospitalización. Además, las secuelas tienen grado de recuperabilidad de la mano de diversas terapias según cada caso.

La recomendación es acudir a un centro de alta complejidad como los dos hospitales base o las cuatro grandes clínicas del Gran Concepción, aunque la doctora Díaz afirma que “en general, el nivel prehospitalario está preparado para evaluar a los pacientes y detectar un ACV para derivar a hospitales que cuentan con lo necesario”.

Algo que se debe considerar en la emergencia para el traslado de la persona afectada, que puede ser por propios medios o en ambulancia.

Para discernir es básico evaluar si existe forma de movilizarse o la distancia a un centro asistencial. Aunque la urgencióloga releva que lo clave es el estado de salud: “si la persona está muy comprometida e inestable lo mejor es solicitar ambulancia, pero si no se ve tan comprometida y está cerca de un centro hospitalario se recomienda trasladar por los propios medios”.

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