Ciencia y Sociedad

Científicos Ucsc trabajan en innovar el análisis de la calidad del agua

Los métodos tradicionales sólo miden parámetros físico-químicos y contenidos de sustancias tóxicas, pero no el efecto toxicológico sobre las especies. Y ese enfoque tiene este trabajo, financiado por un proyecto FIC-R, que pretende mejorar las capacidades locales en esta materia.

Por: Natalia Quiero 26 de Mayo 2023
Fotografía: Carolina Echagüe

Innovar los métodos de análisis de sustancias tóxicas en el agua, de cara a mejorar las capacidades disponibles y posibilidades de cuidar al recurso, naturaleza y bienestar de las personas.

Ahí el objetivo y potencial de impacto del proyecto “Caracterización ecotoxicológica de lagunas urbanas” en que trabajan investigadores de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc) y financia el Gobierno Regional del Biobío a través del Fondo de Innovación para la Competitividad Regional (FIC-R) para su ejecución desde este 2023.

Experiencia e innovación

El reto que se planteó el equipo que lideran los doctores Marcelo Villagrán y Rodrigo Díaz, director y coordinador del proyecto FIC-R, es diseñar una técnica de análisis ecotoxicológico del agua que incorpore bioensayos para determinar el efecto sobre organismos que tiene la calidad del recurso.

Para ello, la iniciativa se sustenta en la amplia experiencia en dos áreas disciplinares distintas y con cruciales puntos de encuentro y que ha derivado en una colaboración cada vez más robusta.

A un lado están capacidades del Departamento de Ciencias Básicas de la Facultad de Medicina donde es académico Villagrán, quien cuenta con casi dos décadas de trabajo en el uso de líneas celulares como modelos para determinar variadas respuestas biológicas. Al otro están los 15 años de trabajo en materia medioambiental y cuerpos de agua del Centro Regional de Estudios Ambientales (CREA), donde el doctor Díaz es jefe de laboratorio de ecotoxicología.

En concreto “implementaremos una metodología de determinación de toxicidad aguda en agua bajo la norma ISO 21115:2019, la cual será aplicada para el monitoreo de la calidad del agua del Humedal Paicaví de Concepción, que alberga un ecosistema complejo y a fines de 2021 enfrentó un gran incendio”, contó el doctor en ciencias biológicas Marcelo Villagrán.

Y los bioensayos son basados en las líneas celulares, que explicó que “son células aisladas de un organismo vivo que proliferan de manera ilimitada en el laboratorio (se replican allí) y sirven como modelo de estudio de diversos tejidos”.

El investigador ha seguido una trayectoria en torno a patologías humana con la que aporta para avanzar en este proyecto en que se utilizarán células de la branquia de la trucha arcoíris, que destacó como especie conocida por ser sensible a la presencia de contaminantes ambientales.

Y el ecotoxicólogo Rodrigo Díaz aclaró que el enfoque ecotoxicológico es una innovación a nivel regional y nacional: “la mayoría de las normas o parámetros con que se aborda la calidad del agua se basan en características fisicoquímicas o contenido de sustancias, pero no en su efecto toxicológico o el efecto de la calidad del agua sobre los organismos”. “La mayor experiencia de trabajos equivalentes se han realizado en el extranjero”, apuntó.

Impacto

Esa innovación en la que puso el acento Díaz es lo relevante e impactante del trabajo que está en fases iniciales de laboratorio, porque se desarrolla bajo la convicción de que sus resultados llevarán a ampliar las capacidades para analizar la calidad del agua, dando mayor sensibilidad, reproducibilidad y rapidez. Incluso, podría permitir construir algún tipo de sistema de alerta temprana.

Además, por su marco interdisciplinario entre el área ambiental con la salud “impulsará una mirada más global a problemáticas ambientales que afectan a las personas y a todos los seres vivos”, resaltó Villagrán.

Se considera esencial bajo el paradigma de “una salud” (one health) que promueve cada vez con más énfasis la Organización Mundial de la Salud e invita a concebir como una sola a la salud humana, animal y de todo el planeta, también mirando al desarrollo sostenible. Es que no se puede pretender tener personas sanas en un ambiente enfermo. Y ello obliga a reconocer que el bienestar humano depende del de la naturaleza, porque las dinámicas que establecen los integrantes de los diversos ecosistemas con sus roles específicos y distintos fenómenos naturales que ocurren son los que proveen recursos y beneficios que permiten subsistir a la humanidad. Eso se conoce como servicios ecosistémicos.

Un crucial ejemplo es el agua; no por metáfora ni exageración es vital elemento: su presencia permite la vida tal y como la conocemos. Villagrán relevó que el agua es clave para el bienestar humano para consumo directo y porque es esencial para desarrollar actividades agropecuarias que sustentan economías, para mantener la seguridad y sostenibilidad alimentaria o para producir energía. Además de la vida dentro de los ecosistemas.

Pero, resaltó que su disponibilidad está en riesgo por efecto de problemas ambientales como contaminación y el cambio climático que ha provocado la intensificación de eventos extremos como sequías, además de sobreexplotación del recurso, gatillando la crisis de la escasez hídrica que en Chile y Región del Biobío se agudiza.

Por todo se necesitan acciones para abordar desafíos en torno al agua, como el proyecto local.

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