Ciencia y Sociedad

Mejor cicatrización: en la UdeC avanzan en el desarrollo de innovador parche activo

El proyecto es liderado por Katherina Fernández de Ingeniería Química y el reto científico es crear un apósito con propiedades para favorecer la curación de heridas y reducir complicaciones. El trabajo lleva dos años y las pruebas han mostrado auspiciosos resultados.

Por: Natalia Quiero 10 de Marzo 2023
Fotografía: Cedida

Una caída, un golpe, un accidente, la mordedura de un animal, un procedimiento médico. Ante múltiples situaciones la piel (u otros tejidos) puede romperse y sufrir una herida, las que varían en complejidad por diversos factores, pero siempre requieren de ciertas condiciones para su adecuada cicatrización y sanación.

Los apósitos pueden tener rol crucial para la curación en gran porcentaje de los casos, porque cubren y protegen de agentes que pueden contaminar e infectar, entre otras funciones básicas que contribuyen a la cicatrización.

Favorecer más dicho proceso orgánico se busca con los parches activos, usados en la curación avanzada para interactuar con la herida, y fabricar desde la capital penquista un producto superior a lo disponible en el mercado es el desafío que se planteó la doctora Katherina Fernández, académica del Departamento de Ingeniería Química de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Concepción (UdeC), donde dirige el Laboratorio de Biomateriales.

Y van más de dos años de un prometedor trabajo científico al alero de un proyecto Fondecyt Regular que lidera la también directora del Postgrado de Ingeniería Química, que tiene un plazo de cuatro años de ejecución. Es una iniciativa interdisciplinaria e interfacultades desarrollada por un grupo en que colaboran investigadores del Departamento de Ingeniería en Materiales de la Facultad de Ingeniería, de la Facultad de Farmacia y de la Facultad de Ciencias Biológicas, además de estudiantes de pre y postgrado.

Apósito con actividad

La doctora Fernández explica que un apósito, además de ser barrera protectora, debe cumplir una serie de requerimientos básicos como permitir la permeación de gas para que haya intercambio gaseoso, absorber el exudado que produce una herida, no irritar ni tampoco pegarse para que evitar que su uso o retiro produzca otro daño en la piel.

Por ende, los parches que en su proyecto están abordando junto a su equipo tienen dichas funciones. La diferencia es que incluyen otras innovadoras funcionalidades.

Los materiales que hemos desarrollado son hidrogeles, es decir, tienen la capacidad de absorber agua. También son autosanables, por lo que si se rompen o estiran mucho vuelven a su forma, lo cual es súper deseable para zonas que tienen movimiento como rodillas y codos. Y también tienen la propiedad de ser conductivos”, precisa la investigadora con notables satisfacción y expectativa.

En esa última propiedad está la razón de ser del proyecto, el objetivo propuesto para determinar la actividad y superioridad del parche versus otros del mercado. “La apuesta es que el apósito sea capaz de conducir corriente, aunque sea en bajas cantidades. La hipótesis es que esta conducción va a ayudar a la migración celular y a que la cicatrización sea más ordenada y rápida”, sostiene la doctora Fernández.

Para ello, se han propuesto volver conductivos a biopolímeros que normalmente no lo son, como colágeno y gelatina. “Hemos tenido resultados bastante auspiciosos. Primero, logramos volver conductivos a aquellos materiales que no lo eran. Eso es algo relevante que quizá pueda tener aplicaciones en otras áreas. En segundo lugar, efectivamente, hemos visto que la migración celular se acelera”, destaca al respecto.

Los desafíos

En dos años de ejecución del proyecto han desarrollado distintos materiales con las propiedades que buscan y los buenos resultados se han dado en el contexto de pruebas in vitro en células: se ha comprobado que los apósitos no son tóxicos como la aceleración de la migración, con su potencial efecto positivo sobre la cicatrización.

Ahora hay que avanzar en experimentos y logros.

En el tercer año, ya en curso, Katherina Fernández resalta que el desafío científico es que dentro del material puedan inmovilizar algún componente con propiedades antimicrobianas y antioxidantes que se vaya liberando sobre la herida.

Cuando hay una herida toda la bioquímica se desbalancea, entonces hay procesos oxidativos, además de contaminación”, explica la académica sobre el contexto que puede complejizar o enlentecer el proceso de curación al generar un ambiente favorable para que patógenos y otros agentes produzcan infecciones y otros problemas. Así, esperan integrar alguna sustancia que combata estos fenómenos.

Sobre el cuarto y último año adelanta que primero “elegiremos un par de candidatos entre los que tengamos (materiales) y haremos pruebas en modelos animales para ver la compatibilidad con la piel, específicamente un ensayo de irritación del parche”. El último estudio se vincula con su actividad en heridas reales en modelos animales, cuando se espera validar la hipótesis con que se planteó este trabajo.

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