Ciencia y Sociedad

Libro acerca los efectos locales del cambio global a escolares del Biobío

Proyecto del Cicat y el LEA de UdeC se aspira a enseñar sobre el Antropoceno e impacto humano desde problemas del entorno para educar e inspirar la acción.

Por: Natalia Quiero 19 de Noviembre 2022
Fotografía: Cicat

Este 15 de noviembre el mundo supo que llegó a albergar a 8 mil millones de personas, cuando nació Damián en República Dominicana, según estimó Naciones Unidas (ONU). En pocos días, y cada día, nacen miles de bebés en distintas latitudes que se incorporan a una población mundial que se triplicó desde 1950.

La ONU lo considera “un hito en el desarrollo humano” y lo atribuye al “aumento progresivo de la duración de la vida gracias a avances en materia de salud pública, nutrición, higiene personal y medicina”. Hoy cada vez más personas mayores conviven con grupos más jóvenes.

Hito que se celebra, porque refleja el progreso de la humanidad; hito que preocupa, porque en pos del progreso la humanidad ha crecido hasta sobrepoblar y perturbar a la naturaleza para obtener medios de vida y seguir el avance.

Vivir el Antropoceno

Es el Antropoceno que vive la sociedad actual y como concepto “se introdujo para denominar una época geológica en la historia del planeta caracterizada por el impacto del ser humano”, explican los integrantes del Laboratorio de Estudios del Antropoceno (LEA) de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Concepción (UdeC) Paula Wilson y Cristóbal Pizarro, también investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB).

Vivir esta era, es convivir con las consecuencias de una acción que es principal responsable del cambio global. O sea, modificaciones que sufre y sufrirá la Tierra por culpa del ser humano; desde su atmósfera, océano y sistema climático hasta su superficie terrestre.

Desde allí, precisan que “fenómenos como cambio climático, erosión, transporte de sedimentos asociados a urbanización, aparición de nuevos compuestos químicos y contaminantes, y pérdida acelerada de especies de flora y fauna son manifestaciones del Antropoceno en todo el mundo”.

De hecho, que tres cuartas partes de la Tierra se ha transformado radicalmente por impacto de la actividad humana fue una de las ajantes conclusiones del último informe de ONU Medio Ambiente “Haciendo las paces con la naturaleza” que se presentó en 2021 y de cuya elaboración el único chileno que participó fue el doctor Ricardo Barra, director del Centro Eula UdeC.

La trayectoria que trae al presente hace inferir que mientras más personas haya, más necesidad y riesgo de intervenir y llegar más lejos en la naturaleza, de dañarla. Aunque también hay esperanza, sobre todo en las nuevas generaciones, de un desenvolvimiento bajo paradigmas de sustentabilidad que reduzcan o frenen el impacto.

Antropoceno en el Biobío

Contexto planetario y variables que dan vida al libro “Poderosa y Estúpida Humanidad: el Avance del Antropoceno en el Biobío”, con el que se da una bajada local al fenómeno global para concientizar, educar e inspirar a las poblaciones más jóvenes.

Un material de cuya elaboración participaron investigadores del LEA como Pizarro e integrantes del Centro Interactivo de Ciencias, Artes y Tecnologías (Cicat) de la UdeC que ha adjudicado los proyectos del PAR Explora Biobío, perteneciente al Programa Explora de la División de Ciencia y Sociedad del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación.

El libro descargable se orienta a infantes desde 8 años hasta enseñanza media y busca acercar el concepto de Antropoceno y la realidad del cambio global.

Profesionales e investigadores de distintas disciplinas del Cicat y LEA contribuyeron para crear un texto que cuida la rigurosidad del contenido que se basa en la evidencia científica, pero que se aborda en forma sencilla y lúdica. Este incluye actividades y se complementa con un soporte web que muestra los efectos del Antropoceno en la Región del Biobío.

Los aprendizajes son más significativos cuando impactan, eso ocurre cuando hacen sentido y es mayor si hay pertinencia de un contenido a la propia realidad. El conocimiento e impacto son motores que pueden impulsar la acción para proteger al planeta desde el territorio local. Y esas son las premisas de esta creación.

“El libro da a conocer el impacto generado por los seres humanos en su entorno, porque todos y todas somos parte de esta ‘poderosa y a veces estúpida humanidad’, capaz de inspirarse en la naturaleza para encontrar soluciones y al mismo tiempo avanzar en su destrucción”, plantean por un lado Paula Wilson y Cristóbal Pizarro. Y también que “enseña opciones para remediar o mitigar estos impactos, entregando un mensaje positivo: niños, niñas, jóvenes y todos somos parte el cambio que necesitamos para revertir nuestros impactos negativos en el planeta”.

Antropoceno: todos pueden aportar a combatir el cambio global

Hoy vivimos en el Antropoceno, pero parte importante de la población, como los escolares, no existían cuando esta época inició.

Se sabe que a escala geológica las décadas poco significan en los cambios, pero el impacto del ser humano ha sido de tal magnitud, primordialmente desde la revolución y era industrial con la emisión de niveles cada vez más descomunales de gases de efecto invernadero (GEI) como el C02, que ha alterado la Tierra a ritmo sin precedentes, advirtió el último documento del Ipcc de 2021. Por ejemplo, el cambio climático no es nuevo en la historia del planeta, pero en otras épocas ocurrió a escalas geológicas de miles de años y ahora su progreso es tan vertiginoso que pasó de ser una proyección a un hecho en décadas.

El doctor Cristóbal Pizarro, quien es director del LEA UdeC, cuenta que existen varias hipótesis sobre el inicio del Antropoceno, desde la intensificación de la agricultura hace 9 mil años o la revolución industrial hace unos siglos. Pero, por el marcador geológico que dejaron las pruebas y bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki junto con la aceleración de las actividades humanas tras la Segunda Guerra Mundial, un polémico consenso le ubica en las cercanías de la década de 1960.

La razón es que “esto deja una huella en las concentraciones de los elementos radiactivos que liberan las bombas nucleares, que será vista por millones de años en el futuro. Ese momento coincide con el peak más acelerado de la acumulación de GEI en la atmósfera, particularmente CO2. Y los cambios globales más notorios han sucedido tras la Segunda Guerra Mundial”, explica.

Los combustibles fósiles que fueron catalizadores de la economía postguerra y los GEI son grandes responsables del calentamiento global, ahora el planeta es 1,1°C más caliente que la era preindustrial, y entre sus efectos está la aceleración del cambio climático.

Los impactos locales

Un aspecto relevante en torno a los fenómenos globales como el calentamiento del planeta y el cambio climático es que, si bien afectan a toda la Tierra en mayor o menor medida, sus manifestaciones e impactos tienen cariz local, tanto por las características naturales de un territorio como también factores socioculturales y económicos de las poblaciones.

Incluso, pueden variar los efectos dentro de un país tan diverso en su geografía y culturas como Chile, que se considera también entre los 10 más vulnerables a los impactos de la crisis climática y una de las mayores consecuencias ya evidenciadas es la megasequía que afecta a gran parte del país.

Al mirar la Región del Biobío, el libro en el que trabajó el doctor Pizarro se exponen tres grandes temas para demostrar el avance del Antropoceno: la pérdida de la biodiversidad, con el caso de los carnívoros y mamíferos del Parque Nacional Nonguén; alteraciones de los ciclos naturales, particularmente el del agua en Alto Biobío y Florida; y la homogeneización natural y cultural (pérdida de diversidad biológica y cultural e identidad local) en lugares como Tomé.

También destaca al programa de Árboles Patrimoniales de la UdeC que busca revertir esa tendencia.

Acción y solución

Porque afirma que “a nivel local siempre es posible revertir o reducir los efectos negativos” y también que “todas las acciones cuentan”. Porque siempre se está inmerso o cercano a un entorno que se puede y debe proteger y conservar, como los múltiples y vitales humedales de la Región del Biobío, por ejemplo.

En este sentido, aclara que hay problemas en que la solución y gran reto está en mitigar y principalmente adaptarse a las nuevas condiciones, donde importa lo que se haga desde lo individual o particular y, sobre todo, se requieren esfuerzos públicos e internacionales. Es el caso del cambio climático.

Ante ello, plantea que una ciudadanía tan informada como empoderada es vital para que prosperen las iniciativas y los logros se traduzcan en cambios permanentes, como políticas públicas o leyes y primordialmente nueva consciencia y comportamientos.

En ello un rol clave lo tendría la educación ambiental, tanto inserta y abordada desde el currículo escolar oficial como en instancias particulares a los programas de cada establecimiento. Pero, también con acciones públicas que lleguen y lleven el conocimiento a personas de toda edad y sectores.

Y es que tanto Paula Wilson como Cristóbal Pizarro aseveran que “de alguna forma se protege lo que se conoce y se aprende a amar y defender. Hacer cosas nos convierte en agentes de cambio, no hacer nada en sujetos pasivos de las catástrofes que nos ocurren”.

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