Ciencia y Sociedad

¿Salud o enfermedad cardiaca? Los hábitos tienen la respuesta

Agosto como "Mes del Corazón" es una instancia ideal para promover y prevenir. Es que si el músculo cardiaco se deteriora, por un a condición aguda como el infarto o crónica como hipertensión, el daño es irreparable. Actuar veloz salva vidas, pero ideal es no llegar al riesgo ni la patología con una vida sana.

Por: Natalia Quiero 04 de Agosto 2022
Fotografía: Contexto

Agosto es el “Mes del Corazón” en Chile, si bien también hay una conmemoración global en septiembre. Porque nunca serán demasiadas las iniciativas si se trata del órgano vital muscular que está en el pecho, el corazón del aparato circulatorio, encargado de bombear sangre que transporta oxígeno y nutrientes a todo el cuerpo a través de los vasos sanguíneos, y cuyas patologías son parte del grupo más mortal a nivel nacional e internacional.

La salud del corazón, figura del romanticismo y amor, hace literalmente la diferencia entre la vida y muerte, y ello se busca concientizar instaurando fechas y realizando actividades a nivel nacional e internacional. Y el infarto agudo al miocardio o ataque cardiaco es una de las enfermedades cardiovasculares (ECV) más frecuentes y de graves consecuencias. Impacto que, además del daño inmediato o de corto plazo que produce el evento, se debe a la imposibilidad de reparar el daño al músculo cardiaco afectado. “Si se presenta un infarto agudo al miocardio el daño es irreparable, porque tras este la capacidad de regeneración de las células miocárdicas es casi nula”, resalta el doctor Guillermo Ibieta, médico cardiólogo intervencionista del Laboratorio de Hemodinamia del Hospital Clínico Regional Guillermo Grant Benavente de Concepción y de Clínica Biobío.

En efecto, tras el infarto se puede ver mermada la función cardiaca, proporcional al nivel del daño, pudiendo conducir a insuficiencia o falla cardiaca, que afirma que trae diversos problemas en la salud y calidad de vida, junto con ser siempre una situación de riesgo vital. “Hoy la única solución definitiva para una falla cardiaca en paciente joven es el trasplante de corazón”, advierte el especialista sobre un adverso escenario también permeado por las dificultades en torno a la viabilidad del trasplante como solución, que requiere que haya donante compatible con la persona trasplantada en un país donde la tasa de donación es deficiente en relación con la necesidad.

Gen clave

El infarto no es lo único que deteriora al corazón. El cardiólogo afirma que las miocarditis son otra afección aguda que con frecuencia daña al órgano, mientras que hipertensión arterial y valvulopatías lo hacen de manera lenta, crónica, progresiva. Es más, incapacidad de regeneración de células y tejidos cardiacos es constante desde el nacimiento, pues estas sólo maduran a diferencia de otros tejidos en que hay regeneración.

La compleja situación ha planteado el reto científico y médico de entender los mecanismos y lograr la regeneración celular del músculo cardiaco, reconoce el doctor Ibieta y también que ha abierto un mundo de esperanzas el reciente hallazgo de un gen clave en el daño y su reparación. El descubrimiento se publicó hace unas semanas en la revista Nature Cardiovascular Research y sus autores son científicos de la Universidad de Bolonia (Italia).

Los investigadores analizaron tejido cardiaco durante la primera semana de vida posnatal y encontraron un alza en la cantidad del receptor de glucocorticoides, tipo de hormona esteroide que empuja a las células del corazón a madurar tras del nacimiento y bloquean su proliferación. Es decir, explica Guillermo Ibieta desde lo reportado en el paper, la acción de la hormona unida a su receptor se vincularía con parte importante de la incapacidad del músculo cardiaco para repararse tras un ataque al actuar como freno de la regeneración. En lo favorable, los experimentos en torno a su inhibición mostraron prometedores resultados en la reparación del tejido cardiaco dañado.

Un descubrimiento que, si bien es in vitro y requiere varios pasos para robustecer la línea de evidencias sobre su efectividad y aplicación en salud humana, para el facultativo puede tener gran potencial de impacto: entre las posibilidades que se visualizan, desde el avance de los estudios, está desarrollar nuevos tratamientos para reparar el tejido del corazón dañado por un infarto (u otra afección). Nuevos desarrollos e intervenciones que “podría ayudar mucho a pacientes infartados que pierden numerosas células cardiacas, evitar todos los problemas y trasplante más adelante”, sostiene. Serían más años de vida y con calidad, en comparación a la expectativa hoy, por lo que manifiesta que “esperamos que con el avance de ciencia y tecnología se puedan hacer estudios en personas vivas y se pueda regenerar el músculo cardiaco de los pacientes”.

 

Vida sana permite ganar la carrera contra el tiempo de cuidar al corazón

Las ECV son la primera causa de muerte, con cerca de un tercio de las defunciones totales en Chile y mundo. Las estadísticas nacionales indican que cada 20 minutos muere una persona por una ECV y que el ataque cardiaco cobra una víctima fatal cada hora. Además, una de tres personas infartadas fallece antes de llegar al hospital.

Y el infarto cardiaco, igual que todas las ECV que agrupan varias afecciones los accidentes cerebrovasculares (ACV), son una carrera contra el tiempo. Por ello, el doctor Guillermo Ibieta asevera que mientras antes se aborden y controlen hay menos daño y mejor pronóstico que se va volviendo más negativo junto al paso del tiempo. En el infarto cardiaco, explica, “se produce una obstrucción de la arteria coronaria y se para el flujo de oxígeno y nutrientes hacia el músculo cardiaco, lo que lleva a la muerte de este. Mientras más tiempo pase, más muerte”. La obstrucción suele ser consecuencia de la enfermedad coronaria, en que se van estrechando las arterias por la acumulación de placa ateroesclerótica (colesterol y grasas), lo que puede debilitar al miocardio, provocar insuficiencia cardiaca y/o arritmias. La obstrucción podría darse por un coágulo de sangre. Factores también implicados en el ACV.

Uno de los abordajes vitales ante el infarto es una intervención para abrir la arteria. “El daño es mínimo si la arteria se puede abrir menos de una hora después del infarto. Después de las 12 horas, el músculo cardiaco está necrótico y toda la masa del músculo muere”, advierte.

No hay tiempo que perder y con premura se debe reconocer un infarto para buscar atención médica en el recinto más cercano. Un síntoma clásico de infarto cardiaco que menciona el cardiólogo es el dolor torácico opresivo e intenso que se debe atender inmediato. Dolor en brazo izquierdo y dificultad para respirar son también frecuentes. Hay casos en que se manifiesta dolencia en espalda, hombros, estómago, náuseas, vómitos, mareos y fatiga. Eso sí, es vital saber que las manifestaciones no se dan igual en todas las personas y hay casos en que son leves y pasan desapercibidos. No debe ocurrir, porque un infarto tiene los mismos riesgos aunque parezca silencioso. Por eso, es importante que las personas se conozcan y estén atentas a las señales de su cuerpo para consultar en tanto se perciba algo anormal para prevenir las peores consecuencias.

Prevenir y proteger la vida

Y prevenir es la parada en que detenerse. Para el doctor Ibieta, más que en enseñar cómo reconocer un infarto u otra afección, el esfuerzo debe estar en promover cómo cuidar la salud y prevenir las ECV, porque es simple con voluntad, responsabilidad y estilos de vida saludable. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 80% de las ECV y muchas muertes podrían evitarse o retrasarse si los hábitos sanos predominaran en la población, transformando la peligrosa realidad que ha generado el protagonismo de los nocivos.

Las dietas malsanas altas en calorías, azúcares, grasas y sodio, productos ultraprocesados y comidas chatarra, junto con el sedentarismo y consumo de tabaco como hábitos presentes desde jóvenes etapas han cambiado el perfil epidemiológico, provocando aumento y aparición precoz de afecciones y muertes, normalmente asociadas al paso del tiempo o herencia como las ECV, debido al desarrollo de prevalentes factores de riesgo cardiovascular: las enfermedades crónicas no transmisibles. La última Encuesta Nacional de Salud reveló que en Chile más de 11 millones de personas mayores de 15 años viven con al menos una de estas, con prevalencia de 30% de hipertensión, 12% diabetes, más de 70% de sobrepeso u obesidad, y sobre 30% de dislipidemias (como colesterol alto).

Si se trata de hábitos como factor de riesgo, los más incidentes en la mala salud contemporánea, es claro y positivo saber que se pueden modificar, a diferencia de la biología o edad, para volverse protectores, evitando en gran medida el desarrollo de patologías crónicas no transmisibles, ECV y también muchos cánceres en los que también estarán implicados. Así, el cardiólogo aconseja llevar una alimentación saludable, equilibrada y variada y protagonizada por alimentos de origen natural y comidas caseras e hidratación con agua. Siempre se debe acompañar de actividad física regular, en que la OMS aconseja a adultos sanos realizar de 150 a 300 minutos semanales, de intensidad vigorosa a moderada, pudiendo ser desde caminar a practicar deporte. Estos factores contribuyen a reducir y/o mantener el peso en rango normosaludables. Además, la vida activa está entre las acciones que benefician la salud mental y ayudan a controlar los niveles de estrés que se asocian al trabajo y ritmo de vida, que también incide en la salud cardiaca e integral. “También hay que evitar el tabaquismo”, afirma, pues aumenta hasta 25 el riesgo de enfermedad coronaria.

Como hábito responsable y preventivo, los adultos deben acceder a un chequeo médico periódico para evaluar su estado de salud general, identificar cualquier factor de riesgo o una patología precozmente, además de acudir ante cualquier molestia o signo extraño.

Por último, el especialista resalta que si las condiciones crónicas que son factor de riesgo cardiovascular no se pudieron prevenir, lo vital será mantenerlas controladas siguiendo los tratamientos indicados que, además de fármacos, tienen entre sus pilares a los mismos hábitos saludables.

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