Ciencia y Sociedad

Chile no puede olvidar la lucha contra las hepatitis víricas

Hoy, 28 de julio, se conmemora un día mundial para combatir esta afección al hígado y sus riesgos. Es que si bien hay varias causas, las más incidentes y problemáticas son las de origen viral. En el país el más frecuente es el virus A, le siguen el B y en tercer lugar el C, y puede generarse daño hepático que merma mucho la salud y arriesga la vida.

Por: Natalia Quiero 28 de Julio 2022
Fotografía: Cedida

Abuso de alcohol, medicamentos u otros tóxicos, enfermedades autoinmunes o hereditarias están entre las causas de hepatitis, pero son las de origen viral las más relevantes como problema de salud pública en la incidencia de una patología que se caracteriza por la inflamación aguda (menos de 6 meses) o crónica del hígado y cuya evolución en ciertos casos puede comprometer severamente la salud, conllevando riesgos como grave daño orgánico y hasta la muerte.

Destino que podría evitarse y eso se busca promover cada 28 de julio con el Día Mundial Contra la Hepatitis Vírica, establecido por las organizaciones Panamericana y Mundial de la Salud (OPS/OMS) para concientizar e impulsar estrategias sanitarias que permitan reducir los casos y salvar vidas e idealmente eliminar las virales, que es la meta planteada por la OMS para cumplir a 2030, proyectando que podrían evitarse al menos 7,1 millones de fallecimientos a nivel global.

Un propósito que debe importar en Chile, incluso cuando el avance científico-médico mundial y el desarrollo social nacional han generado cambios positivos en términos de prevalencia o pronóstico, según destaca la doctora Violeta Rivas, médica gastroenteróloga y hepatóloga de las unidades de Trasplante Hepático y Gastroenterología del Hospital Clínico Regional Guillermo Grant Benavente (Hggb) e integrante de la Sociedad Chilena de Gastroenterología y su filial Asociación Chilena de Hepatología, pues si bien no se manejan cifras actualizadas y se sabe que las infecciones han bajado versus épocas pasadas, siguen existiendo junto con todos sus riesgos.

La infección en Chile

Para abordar la realidad de la afección en Chile, la también especialista de Clínica Biobío detalla que A, B, C, D y E son los cinco virus que pueden provocar hepatitis.

Al respecto, afirma que “la hepatitis A es la causa más frecuente de hepatitis aguda y se contagia por vía fecal-oral, esencialmente por consumo de alimentos y agua contaminados”. También puede ser por contacto directo con alguien infectado y en últimos años han existido brotes vinculados a transmisión sexual. Por la vía fecal-oral también infecta la tipo E, que define de infrecuente en el país. Ambos virus, frecuentemente, tienen una corta e intensa evolución, existiendo posibilidad de brotes y potencial de propagación epidémica.

La doctora Rivas añade que siguen en segundo y tercer lugar de prevalencia nacional los virus B y C, respectivamente, y que su transmisión se produce por el contacto con sangre contaminada, la vía sexual y vertical madre-hijo (en el parto). Un aspecto relevante es que ambos agentes pueden provocar tanto hepatitis aguda como infección crónica y estadísticas internacionales cifran que del 5% al 10% de las hepatitis B agudas pasan a crónicas y eso sucede en hasta 85% de los casos del tipo C.

Sobre la hepatitis D aclara que es muy escasa en Chile, pero el contagio es con sangre contaminada y sólo causa síntomas en personas portadoras del virus B.

Los riesgos

Aunque la doctora Violeta Rivas asegura que “gran parte de las hepatitis víricas son de curso benigno y autolimitado”, no significa que haya que despreciar su impacto presente o futuro si se cronifican.

Cuando los virus B o C generan infección crónica pueden provocar un daño progresivo en el hígado, siendo causa frecuente de insuficiencia, cirrosis y cáncer hepático. La hepatitis D puede empeorar la enfermedad hepática en quienes tengan infección B.

Pero, donde está el acento de la especialista es que “1% de los pacientes con hepatitis virales evoluciona a una más grave en que se genera una falla hepática fulminante, que conlleva una falla orgánica y una eventual indicación de trasplante hepático, que se requiere en la mayoría de los casos”.

Ese porcentaje es pequeño como número, pero son personas enfrentadas entre la vida y la muerte: “sin trasplante la mortalidad es mayor del 90% de los pacientes”, advierte. Por ello, la situación es una emergencia vital que se debe afrontar con premura con una donación de órganos y su necesidad no siempre se condice con la disponibilidad real.

 

Autocuidado y responsabilidad: armas para prevenir y combatir a la hepatitis

Mucho sobre la hepatitis suena a mala noticia, pero hay buenas. “Las infecciones se pueden prevenir”, asevera la hepatóloga Violeta Rivas. Si no, se puede evitar su negativa evolución y peores consecuencias. Para ello las claves son responsabilidad y autocuidado.

Prevención

Para prevenir la hepatitis tipo A  lo primordial es la higiene y lavado de manos y alimentos”, destaca. Esto implica lavar de frecuente y profusamente las manos con agua potable (usar alcohol si no hay acceso), sobre todo tras ir al baño, desechar basura o previo a manipular alimentos o comer. También hay que lavar muy bien frutas, verduras y hortalizas, no comer carnes crudas ni comida de procedencia desconocida o en locales informales y sin autorización, y sólo consumir agua potable.

Y es que ha sido el mayor acceso a agua potable y saneamiento en la población nacional lo que la profesional cataloga como la razón por la que la incidencia de hepatitis A ha bajado muchísimo, aunque en años recientes se han declarado brotes.

En las B y C, releva que por su transmisión sanguínea y vía sexual hay mayor incidencia en personas usuarias de drogas endovenosas, con muchas parejas sexuales y que mantienen actividad sexual desprotegida, por lo que evitar uso de drogas y siempre emplear preservativo es vital. También se debe evitar compartir productos como máquinas de afeitar o cepillos de dientes y quienes deseen realizarse perforaciones corporales o tatuajes sólo deben acudir a sitios autorizados.

La doctora Violeta Rivas también resalta que “para hepatitis A y B existen vacunas”. Se administran en la infancia y son parte del Programa Nacional de Inmunizaciones (PNI), por lo que en Chile todo infante tiene derecho a acceder a estas. De Perogrullo es el llamado a madres, padres o tutores de cumplir con los calendarios de vacunación de sus hijos para protegerles de estas las hepatitis, donde la vacuna contra la tipo B protege contra la D, y de todas las otras las patologías para las que existen inoculaciones.

La pesquisa

Autocuidado también es tener chequeos médicos periódicos y consultar ante la exposición a situación de riesgo o sospecha de la enfermedad para acceder a testeos y tener diagnósticos y tratamientos oportunos que, asegura, pueden resguardar la vida y su calidad.

Algo relevante si se sabe que hay hepatitis que no dan síntomas e igual pueden ir causando daño o infectar a otros o activarse tiempo después y también que la sintomatología inicial es inespecífica. “Todas las hepatitis virales tienen síntomas similares a un resfrío al inicio como dolor de cabeza, mialgia, decaimiento y fatiga”, cuenta. Inapetencia, fiebre, dolor o molestias abdominales y orina oscura también puede haber. “Después, algunas hepatitis generan ictericia (coloración amarillenta de piel y escleras de ojos). Eso siempre debe alertar a consultar”, recalca la hepatóloga. Los síntomas inespecíficos pueden durar de dos a cuatro semanas y la ictericia hasta tres.

Por eso, la doctora Rivas enfatiza que es importante que se busque directamente la enfermedad con exámenes para pesquisarla y manejarla. “Para la hepatitis A no hay tratamiento específico y sí para la B y C, que son muy eficaces”, asegura.

Y como puede ser secundaria a diversas causas, si se presentan signos de hepatitis y no se detecta el origen viral hay que evaluar otros para tratarla y prevenir su progresión.

Retos

Aunque la gran lucha es contra las hepatitis víricas, la facultativa reconoce que hay causas más graves y algunas también pueden prevenirse, como el mal uso de medicamentos, pues advierte que “todos los fármacos son potencialmente hepatotóxicos, porque hay una reacción adversa a drogas idiosincrática, que puede ser a cualquier fármaco y dosis”. El abuso de alcohol también puede evitarse.

Eso hace siempre importante que un médico indique los tratamientos farmacológicos y nunca automedicarse, ni siquiera con el tan arraigado para variopinto de cuadros paracetamol. Si aborda la sola realidad de la Unidad de Trasplante Hepático del Hggb, centro de derivación del sur de Chile, aclara que “menos del 20% de nuestros pacientes trasplantados padecieron hepatitis viral y lo que más evolucionó a falla hepática fulminante y trasplante son fármacos e intoxicación por paracetamol y enfermedades hepáticas autoinmunes”.

Y eso la hace detenerse en el gran reto país para combatir las hepatitis con sus consecuencias y salvar vidas: “el mayor desafío está en la donación de órganos y aumentar la tasa de donantes”, manifiesta, porque las estadísticas muestran que es deficiente versus los requerimientos, “por lo que se debe llamar a la población para que sea donante y también mejorar las leyes de regulación de donación de órganos, porque es la única forma que ese porcentaje de pacientes que va a la falla hepática fulminante y trasplante hepático tenga posibilidad de sobrevivir”, concluye.

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