Ciencia y Sociedad

Doctor Renato Quiñones: “En el océano hay problemas graves que requieren de políticas públicas urgentes”

El director del Centro Incar y académico UdeC fue uno de los expertos elegidos por la ONU para integrar un panel mundial que evaluará la salud de los mares, de rol vital natural y social, pero aún invisibilizado y muy impactado por la actividad humana. Afirma que hay grandes retos para avanzar en su cuidado y sustentabilidad.

Por: Natalia Quiero 01 de Julio 2022
Fotografía: Renato Quiñones

Estar en pleno Decenio de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible (2021-2030), un 2022 como Año Internacional de la Pesca y la Acuicultura Artesanales, que el 29 de junio se celebrara el Día Nacional de la Pesca Artesanal, ser uno de los 25 expertos que Naciones Unidas (ONU) nombró para realizar la Evaluación del Estado del Medio Marino a Escala Mundial o su vasta trayectoria investigando temas vinculados a ecología marina, oceanografía, pesquerías y actividad acuícola sustentable. Hay múltiples motivos para hablar con el académico de la Universidad de Concepción (UdeC) Renato Quiñones, pero existe una mayor y transversal que reta a estudiar, conocer y cuidar: “la humanidad depende profundamente del océano”, enfatiza el director del Centro Interdisciplinario para la Investigación Acuícola (Incar) y profesor titular del Departamento de Oceanografía, quien en últimos años ha asesorado al Ministerio de Relaciones Exteriores en negociaciones en ONU sobre protección de la biodiversidad más allá de la jurisdicción de los países y lleva un largo trabajo como consultor de instituciones nacionales e internacionales.

La vida en la Tierra nace en el océano”, resalta como primer potente hecho para abordar el vital papel del océano, que cubre 70% del planeta y es fuente de recursos que proveen alimentos, medicinas, energía y sustento económico a localidades y naciones como la nuestra. Además, regula el clima, produce la mitad del oxígeno que respiramos y es sumidero de CO2, absorbiendo cerca del 30% de las emisiones del gas que produce en cantidades descomunales la actividad humana desde la era industrial y es uno de los responsables del calentamiento global que está acelerando el cambio climático. Por en ende, se considera mitigador natural de los fenómenos globales.

Realidad del océano

Del bienestar de los mares depende el humano, pero por mucho tiempo la humanidad tuvo nula consciencia y primó el paradigma de que eran gran basurero y fuente inagotable de recursos para explotar, conduciéndolo a una crítica situación que pone en riesgo su sanidad y vitales funciones, advierte.

Contaminación (basura, plásticos, ruido antrópico y otros componentes), sobreexplotación de recursos, degradación de ecosistemas, cambio climático, sobrepoblación humana y disrupción del vínculo costa-océano (relleno de humedales o intervención de ríos, por ejemplo) son algunas de las problemáticas que menciona. “Todo está produciendo cambios de magnitud tremenda en la sustentabilidad futura del océano”, advierte Quiñones, en un escenario de impactos que están gatillando alteraciones a varias escalas que están transformando las características naturales que permiten su funcionamiento.

El océano es consustancial a la biósfera y si no entendemos cómo funciona ni el impacto que estamos generando y no somos capaces de cambiar nuestros patrones para hacer sustentable nuestra actividad en el mar, el futuro de nuestra especie y planeta tiene muchos nubarrones”, sostiene el científico.

La evaluación

Para hallar soluciones, alcanzar el desarrollo sostenible que impulsa la ONU a través de 17 objetivos de su Agenda 2030, los avances en ciencias del mar son esenciales, desafío que se cristaliza con el Decenio en curso y el trabajo del grupo que integra para generar la evaluación mundial del océano a partir del análisis y compilación de las diversas evidencias reportadas a niveles regionales, nacionales y locales sobre su salud en los años recientes. Para ello se deberá convocar y reunir a cientos de investigadores de todo el mundo, entre otras acciones.
La evaluación se creó en 2002 tras la Cumbre Mundial de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible y se han concluido dos procesos (2015 y 2020). Renato Quiñones participa del tercero, que se ejecutará entre 2022-2025, cuando deban entregar los resultados.

Disponer de una panorámica exhaustiva de los mares y la relación entre estos y la humanidad”, precisa como gran reto que tienen, buscándose abordar aspectos ambientales, ecológicos, sociales y económicos, siendo crucial el enfoque interdisciplinario. Sobre ello, manifiesta que “este proceso está enfatizando fuertemente la interfase entre ciencia y política pública global, nacional y local”.

Quiñones explica que ciencia y tecnología han tenido grandes avances, mejorando la capacidad de observación del océano y ampliando la comprensión sobre este, sus vulnerabilidades y amenazas, pero también asevera que “cómo ese conocimiento científico se transfiere a políticas que hagan más sustentable la actividad humana en el océano es el problema” y que “hay problemas graves que requieren políticas públicas mundiales, nacionales y regionales urgentes”.

Brecha que se debe acortar, reto a superar con celeridad de la mano del trabajo del panel y otras instancias que contribuyan a visibilizar el conocimiento para impulsar avances necesarios en materia de normativas y socioculturales en el vínculo con el mar para asegurar su sustentabilidad y vitalidad para un futuro cada vez más presente.

“El futuro de la acuicultura en Chile es una diversa y con especies nativas”

De los retos del océano Chile no puede estar ajeno, si es una larga y angosta faja de tierra con una costa de más de 6 mil kilómetros en línea recta que recorre el Pacífico de norte a sur y un maritorio tres veces más grande que el territorio.

Renato Quiñones asevera que “Chile tiene un desarrollo marítimo muy importante y avanzado comparado con otros países. Es una potencia pesquera y acuícola, utiliza el océano como elemento central del transporte, conecta al país y con el exterior, da base cultural, gastronómica y desarrollo social”. En ello destaca que una buena y cada vez más robusta infraestructura institucional y regulatoria. Además, destaca que “en Chile las capacidades son muy notorias en las ciencias del mar” y especialmente en la UdeC, donde el área de la oceanografía tiene posición de liderazgo internacional en que ha aportado enormemente el trabajo de los tres centros de excelencia relacionados a la oceanografía como el Incar.

Debilidades y retos

Hay fortalezas, pero también debilidades y desafíos.

Primero menciona “la necesidad urgente de tener un sistema de observación marítima más avanzado”. Se plantea algo similar al centro sismológico, que haga monitoreo continuo e integrado y permita estudiar e identificar efectos del cambio climático y otros fenómenos que puedan implicar algún tipo de riesgo para actividades, sanitarios, seguridad o conservación de biodiversidad para hacer detección oportuna y alerta temprana si se necesita.

Luego se detiene en la pesquería en que Chile es potencia mundial, pero no como antaño y con una proyección que no es mejor. Lo ejemplifica en que “en 1995 se sacaban 4,5 millones de toneladas de jurel y hace poco estamos llegando a 1 millón” o que “casi 60% de los recursos pesqueros más importantes está sobreexplotado”. “Tenemos un problema muy grave de sustentabilidad pesquera”, asegura, en que alude como grandes influyentes a la extendida pesca ilegal y a falencias en cuanto a recursos en la institucionalidad pública para fiscalizar, por ejemplo.

Contexto en que Quiñones resalta que “ha ido adquiriendo gran peso la acuicultura: ha duplicado y hasta triplicado el dinero que genera al país versus la pesquería”. El problema es la concepción de la actividad que, reconoce, la población asocia con la gran industria del cultivo de salmón emplazada en la Patagonia, siendo Chile segundo exportador mundial del producto, y con impactos sanitarios y ambientales serios por uso de antibióticos, escape de peces que son exóticos o estar los centros de cultivo en ecosistemas naturales únicos.

La realidad de la acuicultura

Se ha generado una imagen pública de la salmonicultura bastante pobre, que permea al resto de las actividades acuícolas”, lamenta, porque la acuicultura es mucho más que cultivar salmónidos. También hay de otros peces, algas y moluscos, y asevera que en Chile se están cultivando más de 20 especies y que la miticultura o cultivo de mitílidos es la segunda actividad acuícola más relevante y la protagonizan el chorito, del que es principal exportador mundial. Además, hay acuicultura de mediana y pequeña escala, no sólo grande, desarrollada en caletas y pescadores artesanales. Y no deja de aclarar que el cultivo de especies marinas no sólo se basa en exóticas y hay producción de nativas, muy apetecidas y también vulnerables en su estado como recursos.

Visibilizar ello es un gran reto de la acuicultura, de la mano con fomentar y una sustentable, y aportar a ello es la misión del Incar, centro de excelencia Fondaf-Anid del que participan investigadores de distintas entidades y con 10 años de financiamiento prontos a culminar que se espera renovar.

Para ello hay varias líneas de investigación básica y aplicada en que desarrollan conocimientos y herramientas de impacto para la industria acuícola y también buscan incidir en la política pública con informes regulares basados en las evidencias generadas.

El más nuevo se presentará el 6 de julio con el título “Propuesta para establecer un sistema que regule la máxima producción posible de salmonídeos en ecosistemas marinos atendiendo a su capacidad de carga”.

Lo que se propone se sustenta en el enfoque ecosistémico que es sello del quehacer científico del Incar, donde la base es considerar las características y capacidades naturales particulares de una zona donde está un centro cultivo para establecer límites adecuados y no que todo se decida en base a una norma general.

El futuro

Y trabajar en esta dimensión no es un capricho para estar a la vanguardia, sino una necesidad ante las crisis climáticas, ambientales y sociales, donde el océano con sus ecosistemas se enferma, han colapsado varias pesquerías y la cantidad de habitantes que necesitan recursos para alimentarse y subsistir crece vertiginosamente. La acuicultura, asegura, se ve como el futuro de la humanidad y Chile tiene grandes ventajas para su desarrollo por su vínculo con el océano y diversidad de especies marinas.

En 2018 la acuicultura produjo más proteína animal que la ganadería a nivel mundial y se espera que para 2030 se tenga más proteína marina por acuicultura que por pesca. Pero, la acuicultura a nivel mundial no sólo se está pensando para alimentar, sino también para reconstruir pesquerías y ecosistemas”, afirma Renato Quiñones.

Da de ejemplo a una experiencia en que se produce congrio colorado que se transfieren a pescadores artesanales para recuperar la pesquería del recurso. El Incar también probó en Maule-Coronel el cultivo de una especie que luego abasteció al sector gastronómico local, por lo que remarca que “la acuicultura de pequeña escala local tiene la ventaja de que se concatena con gastronomía y turismo, y crea polos de desarrollo local y sustentable”.

Por todo lo expuesto, el doctor Quiñones releva “la necesidad de ampliar la visión respecto de la acuicultura, porque una sustentable puede ser maravillosa” y que, con esta como el futuro, “el futuro de la acuicultura en Chile es una diversa y con especies nativas”, lo que se refiere a los diferentes niveles o escalas de desarrollo, desde la pequeña a la más grande, y también de recursos cultivados como en técnicas lugares.

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