Ciencia y Sociedad

Fin del Estado de Excepción y alivio de la fatiga pandémica

Ayer finalizó y hoy parte un nuevo Plan Paso a Paso. Las medidas de restricción han generado agotamiento, rechazo e impactos psicológicos. Inicia un período de mayor libertad, pero no debe olvidar lo fundamental del autocuidado.

Por: Natalia Quiero 01 de Octubre 2021
Fotografía: Carolina Echagüe

Ayer 30 de septiembre terminó el Estado de Excepción Constitucional de Catástrofe en Chile, vigente desde el 18 de marzo de 2020 para afrontar la llegada de la pandemia de Covid-19, finalizando el toque de queda y establecimiento de cuarentenas que hoy 1 de octubre dan lugar a un nuevo Plan Paso a Paso que mantiene la facultad de la autoridad sanitaria para definir aforos, aislar casos Covid-19 y obligar uso de mascarillas. No obstante, a nivel social se asume como apertura a la libertad y hace parecer más cercana la vida normal.

Es que la Covid-19 llegó repentinamente y obligó a adoptar medidas que cambiaron el diario vivir y no han pasado sin dejar huellas, si bien no podría ser distinto. “El estado de Catástrofe, toque de queda y cuarentenas son lo que la evidencia decía que había que hacer y fueron muy importantes porque no había consciencia ni certeza de lo que Covid-19 podía significar en Chile”, resalta la epidemióloga Maritza Muñoz, académica de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, pues recuerda que las noticias del mundo mostraban que el Sars-CoV-2 que causa la enfermedad tenía diversos comportamientos entre distintas poblaciones y razas, por lo que era impredecible saber qué pasaría con la chilena, pero tras llegar a Chile se hizo evidente que su propagación fue en vertiginoso ascenso y pronto explotó la crisis sanitaria, copando los servicios de salud y uso de camas críticas, por lo que las restricciones fueron necesarias para controlar desplazamientos, reuniones familiares y sociales, actividades y aforos y, primordialmente, los contagios.

Fatiga pandémica

Pero, también asevera que “en Chile el periodo de restricciones ha sido de los más largos” y que “tras un año y medio batallando contra Covid-19 se ha observado que entre países que no tienen estas medidas y los que sí no hay gran diferencia en disminución del contagio”. Parte se puede explicar porque las medidas restrictivas se han ido flexibilizando y permiten ciertas actividades y muchos han retornado a clases y trabajo presencial, además de los avances en la vacunación que en Chile es de las tasas más exitosas, pero la epidemióloga también destaca que es claro que con o sin cuarentenas u otras restricciones las personas buscan formas de reunirse con familia o amigos, porque el contacto social es necesario y la gran prolongación de las medidas restrictivas generan agotamiento, rechazo y resistencia, lo que son parte de las manifestaciones de lo que se conoce como fatiga pandémica. Y eso, tras tantos meses, empiezan a hacer inefectivas e insostenibles a las restricciones y vuelve esencial cambiar los enfoques.

Es el contraste de la necesidad y beneficio de establecer restricciones que, sabe Maritza Muñoz, han estado siempre presentes e hicieron que la crisis sanitaria diera paso a una social que también urge controlar. La afección a la salud mental está entre las principales repercusiones. La incertidumbre y temor por la Covid-19 o implicancias de la situación sociosanitaria junto al agobio por las limitaciones, encierro y pérdida de contacto social se tradujeron en altos niveles de estrés y malestar psicológico, según releva el doctor en Psicología Felipe García, director del Doctorado de Salud Mental de la Facultad de Medicina e investigador del programa Nepsam de la Universidad de Concepción.

García, también codirector general del Centro de Estudios Sistémicos Cesist Chile, ha participado de diversos estudios sobre el impacto en salud mental de la pandemia en el país con resultados publicados en diversos artículos, como una encuesta que mostró que 75% de las personas presentaba altos niveles de estrés. Junto a su grupo también midieron indicadores de salud mental en personas que vivían en zonas en distintas fases del Plan Paso a Paso que reveló que “a medida que la fase iba avanzando eran muchos menos los problemas de salud mental que en las más restrictivas”, afirma. “En base a eso, la liberación de las medidas restrictivas debería repercutir en que las personas se sientan menos estresadas y más aliviadas en términos generales”, manifiesta, porque probablemente incidirá en que se retomen con menos limitaciones actividades dejadas de lado como el trabajo presencial o reuniones sociales.

Eso sí, aunque cree que serán minoría, habrá personas que podrían perdurar con el malestar y que los cuadros podrían volverse patología o que sufran de ansiedad por desconfinamiento, es decir, temor a salir, contactarse con otros y contagiarse de la enfermedad cuando el riesgo ya no esté latente, sobre lo que también investigó y publicó un paper junto a su grupo.

Cuidar el autocuidado

Una liberación necesaria, pero Maritza Muñoz llama que no se transforme en una falsa sensación de seguridad que haga olvidar que la Covid-19 sigue presente, pues no se va a ir de un día a otro y, de hecho, se debe esperar que de pandemia se transforme en epidemia y que probablemente tenga un comportamiento estacional como la influenza, por lo que las vacunaciones deberían ser periódicas. En el presente de cara a un mejor futuro hay aprender a mantener una convivencia adecuada con el patógeno para su control y abordaje.

Por ello releva la responsabilidad y aporte de cada persona, ya que es imperante no descuidar el autocuidado, clave para protegerse a sí mismo y al entorno, con medidas básicas conocidas como uso adecuado de mascarilla al estar con otros, evitar aglomeraciones y mantener una distancia de un metro al reunirse, lavarse las manos con agua cada dos horas o desinfectarlas con alcohol gel y ventilar espacios cerrados.

También enfatiza el rol de la vacunación, con un efecto rebaño que se ha hecho evidente y se debe mantener, por lo que es clave que cumplan los adultos, adolescentes e infantes, pudiendo cada vez vacunarse de menor edad y haciendo más potente la inmunidad colectiva. “Tras el esquema de vacunación de niños y niñas hay un sustento científico que tiene que llevar a la tranquilidad de la población”, afirma.

Contención emocional

En Cesist Chile, en 2020 levantaron un voluntariado para dar una primera contención psicoemocional gratuita para contribuir a la población local afectada por los impactos psicológicos de la pandemia. Esto se mantendrá, al menos, hasta fines de 2021 porque la necesidad de apoyo perdura, incluso con más libertades. Por ello, siempre están recibiendo a nuevos voluntarios (voluntarios@cesist.cl) y recibiendo personas que necesiten del beneficio (salud.mental@cesist.cl).

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