Ciencia y Sociedad

Ciencia: la dieta puede predisponer al desarrollo de alergias alimentarias

Alimentación complementaria a la lactancia no debe iniciar más allá de los 6 meses de vida y temprano debería introducir productos como huevo y pescado: las normas chilenas lo recomiendan desde los 10 meses, atrasado según el conocimiento actual.

Por: Natalia Quiero 31 de Julio 2021
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Huevo y pescado están entre los alimentos que tienen potencial de ser alérgenos, es decir, causar alergia, científicamente comprobado y popularmente conocido, por lo que muchos padres temen ofrecerlos a sus hijos pequeños y desde las recomendaciones alimentarias chilenas para menores de 2 años se promueve que se incorporen desde los 10 meses de vida, considerado introducción tardía. Y el retraso, en vez de evitarlo, aumenta el riesgo de alergia alimentaria (AA), advierte el documento “Consenso Ibero-Latinoamericano de Alimentación Complementaria” de la Sociedad Latinoamericana de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (Slghnp), la comunidad científica más importante en América Latina de dichas especialidades pediátricas.

Este se presentó en el Congreso Mundial de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica, realizado recientemente en forma virtual desde Viena (Austria) y es resultado del trabajo de más de un año de representantes de la especialidad de nutrición de cada país que integra la Slghnp, que para Chile fue el doctor Francisco Moraga, ex presidente de la Sociedad Chilena de Pediatría, junto a asesores internacionales que, para las conclusiones, analizaron la evidencia científica sobre distintos factores relacionados con la alimentación complementaria (AC) sugerida para bebés e infantes.

Y el retraso en incluir alimentos como huevo y pescado no sólo aumenta el riesgo de AA, sino que también “priva de nutrientes de excelente calidad y se facilitan conductas aversivas (neofobias) a productos alimentarios nuevos”, releva el doctor Moraga, pues la Slghnp reconoce que su introducción tardía atrasa el aporte de nutrientes cruciales para el desarrollo y la salud de bebés (y en todo el ciclo vital), como proteínas de alto valor biológico, vitaminas y ácidos grasos saludables o esenciales, exponiendo a deficiencias nutricionales.

Temprano versus tarde

En efecto “los últimos estudios sugieren que la introducción temprana de alimentos potencialmente alergénicos podría prevenir el desarrollo de alergias IgE mediadas. Esto ha sido estudiado para alimentos como huevo y maní”, resalta la doctora María Fernanda Bello, gastroenteróloga pediatra y directora del Departamento de Pediatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción (UdeC). La introducción tardía y riesgo de AA radica en el aumento de las probabilidades de generar una sobre reacción inmune al consumir, por no haberse expuesto antes. En tanto, mientras antes inicie la AC y que sea diversa “tendremos mejor respuesta del sistema inmune y digestivo de los bebés”, precisa la nutricionista Pía Martínez, a la vez que se asegurará el aporte de la diversidad de nutrientes necesarios para el adecuado crecimiento, desarrollo y salud.

Y asevera que “el inicio de la alimentación complementaria es, generalmente a los 6 meses de lactantes con lactancia materna exclusiva o de 4 a 6 meses en lactantes con leche artificial”. No más allá de los 6 meses, entonces, deben introducirse productos como huevo y pescado.

Eso establece la Slghnp y que “la alimentación complementaria no supone la suspensión de la leche humana, la cual debe mantenerse al menos hasta los primeros 2 años”. Eso atiende la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de que la lactancia materna sea exclusiva hasta los 6 meses de vida y acompañe la AC al menos hasta los 2 años, debido a los inigualables aportes de la leche humana para la adecuada nutrición, desarrollo y salud de los lactantes. Por eso, del 1 al 7 de agosto la OMS junto a la Unicef celebra la “Semana Mundial de la Lactancia Materna”.

Todo lo dicho se alinea a estudios y sugerencias de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica, y la Guía Dietaria para Norteamérica 2020-2025.

Actualizar

Dado lo expuesto, Pía Martínez reconoce que “en Chile estamos atrasados con la incorporación de alimentos como huevo y pescados”, al promoverse su introducción cerca del año de vida, sobre lo que Francisco Moraga manifiesta que “nuestras normas aún se basan en conceptos que han perdido vigencia a la luz de los conocimientos actuales respecto de la maduración del sistema inmune intestinal y el desarrollo de los mecanismos de inmunotolerancia” y espera que “la publicación de este Consenso pueda entregar insumos para su pronta actualización”.

Alergias alimentarias en niños: riesgo se reduce desde el embarazo

Atender las nuevas evidencias y evolucionar en las guías alimentarias chilenas para menores de 2 años para disminuir el riesgo de alergias alimentarias es clave al reconocer su realidad devenida en problema de salud pública cada vez más grande, que afecta mucho la calidad de vida.

Las AA son reacciones inmunomediadas que se repiten frente a la exposición de un determinado alimento”, destaca la gastroenteróloga pediatra María Fernanda Bello. Explica que las reacciones pueden ser inmediatas y mediadas por el anticuerpo inmunoglobulina E (IgE), con aparición de síntomas dentro de pocos minutos hasta 2 horas post ingesta, con manifestaciones cutáneas y respiratorias que pueden llegar a ser graves y con riesgo de shock anafiláctico. Y la nutricionista Pía Martínez advierte que la anafilaxia es una reacción alérgica aguda infrecuente, pero grave y potencialmente mortal e impredecible y resalta que “las AA son una de las causas más comunes”.

También hay AA retardadas, siendo mediadas por células y con síntomas que se presentan de 1 a 24 horas tras ingerir un alimento, siendo los más frecuentes los gastrointestinales, cutáneos y respiratorios en menor frecuencia.

Las más comunes

María Fernanda Bello afirma que las AA suelen presentarse dentro del primer año de vida y además del pescado y huevo, otros potencialmente alergénicos son mariscos, maní, nueces, trigo, proteína a la leche de vaca y soya.La AA más frecuente en nuestro medio es a la proteína de leche de vaca y soya, en forma de alergia retardada. Se manifiesta fundamentalmente los primeros meses de vida con síntomas gastrointestinales como diarrea con mucosidad y/o sangre y vómitos recurrentes, además de irritabilidad o cólicos severos”, precisa. Eczema y eritema perianal también pudieran aparecer asociadas.

Y un punto en el que hace hincapié la académica es que “la prevalencia de AA en niños es de 6 a 8 % y, según registros internacionales, ha aumentado 3 veces los últimos 10 años”. Factores que se han asociado al aumento de riesgo de AA son los que llevan a una alteración de la microbiota desde el periodo peri y neonatal: bajos niveles de vitamina D, obesidad materna, baja ingesta de omega 3, ingesta de inhibidores de ácido, cesárea, ausencia de lactancia materna, uso de antibióticos y coexistencia de otras enfermedades atópicas como dermatitis atópica y asma”, detalla y se detiene en la dermatitis atópica como factor de riesgo importante: “la disrupción de la barrera cutánea favorecería la exposición de antígenos y potenciales alérgenos a través de la piel, saltándose la barrera intestinal y facilitando la sensibilización. Ello se conoce como ‘teoría de la exposición dual’”.

Pero, el alza de AA se contextualiza en el de las alergias en general y el principal factor que explica el fenómeno es la “teoría de la higiene”, que plantea que “el exceso de limpieza en hogares y entornos ha llevado a una disminución en la exposición a las bacterias a temprana edad y, al no estar expuesto a infecciones a las que responder, el organismo reacciona con lo que recibe”, aclara Pía Martínez.

Detección y abordaje

Exámenes sanguíneos (IgE específica en sangre) y Prick Test (prueba cutánea) se usan para diagnosticar las AA inmediatas, pero la doctora Bello enfatiza que “sin una clínica sugerente no hacen diagnóstico de una alergia”. Es decir, el principal indicador es la reacción sintomática al ingerir un alimento. En las AA retardada se requiere una historia clínica exhaustiva, examen físico y dieta de prueba de eliminación de un alimento y su incorporación para la contraprueba que verifique si frente a la ingesta hay reacción.

Y Pía Martínez afirma que “el único tratamiento comprobado es evitar el consumo del alimento que produce la reacción alérgica”.

Disminuir riesgo

Lo positivo es que cada vez hay más conocimiento disponible para disminuir el riesgo de AA, como abordar los factores asociados al alza de las alergias.

Para María Fernanda Bello “todo parte por fomentar una microbiota sana en la madre desde el embarazo, con una dieta completa, variada y rica en omega 3”, aportado por pescados grasos, frutos secos como nueces y aceites vegetales de linaza, canola y soya. También hay que estimular el parto vaginal y evitar cesáreas innecesarias para “permitir la colonización del recién nacido de una microbiota materna saludable”, apunta. Y cumplir las recomendaciones de la lactancia materna es crucial, pues resalta que “estimula el desarrollo de una microbiota sana y a mantener el equilibrio inmunológico a nivel intestinal”. Madres de niños sanos que lactan deben tener una dieta variada y balanceada, sin restricción de alimentos, pues “permite traspasar al lactante todos los nutrientes a través de la lactancia, además de diferentes sabores, lo que le ayudará a recibir con mayor aceptación gran variedad de alimentos al iniciar la AC”, sostiene.

Desde allí, Pía Martínez pone el acento en no retrasar el inicio de la AC más allá de los 6 meses de vida y en ir incorporando gran variedad de alimentos precozmente, incluyendo los potencialmente alergénicos, pues no hacerlo tiene más perjuicios que beneficios. “Lo importante es estar atentos a las señales digestivas y de la piel en nuestros niños cuando incorporamos alimentos”, finaliza.

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