Ciencia y Sociedad

Estudio UdeC asocia resistencia a la insulina como secuela de la Covid-19

El reciente hallazgo se realizó en el marco de un proyecto liderado por la doctora Estefanía Nova y adjudicado en convocatoria para investigar la enfermedad del Ministerio de Ciencia

Por: Natalia Quiero 08 de Julio 2021
Fotografía: Cedida | Minsal

Alteraciones a nivel metabólico y específicamente desarrollo de resistencia a la insulina es la secuela del padecimiento de Covid-19 que detectó el estudio liderado por la doctora en Inmunología Estefanía Nova, académica del Departamento de Bioquímica Clínica e Inmunología de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Concepción (UdeC). Este nuevo conocimiento se suma a las evidencias disponibles sobre las múltiples consecuencias orgánicas de la patología causada por el Sars-CoV-2 que no paran de hallarse y han ido aumentando, en tanto más se vivencia en lo clínico e investiga científicamente al patógeno y sus variantes, pasando de considerarse una enfermedad pulmonar, cuando recién se descubrió y comenzó a atenderse, hasta ser hoy definida como una patología vascular que genera daños y efectos de largo plazo.

Covid-19 e insulina

El trabajo, cuyo coinvestigador es el académico Gonzalo Labarca, fue adjudicado en el Concurso para la Asignación Rápida de Recursos para Proyectos de Investigación sobre el Coronavirus que lanzó el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación durante 2020 y que comenzaron a ejecutarse el 1 de junio del año pasado con un plazo de 12 meses para obtener información nacional, en múltiples áreas, que sirviera de insumo para la toma de decisiones en materia de políticas públicas, y el relevante hallazgo es resultado de una evolución de la propuesta de la mano de la evolución de las propias evidencias sobre la patología.

“La idea inicial era evaluar si los pacientes mantenían una respuesta inflamatoria exacerbada y si se asociaba con la secuela pulmonar que iban a desarrollar a los 6 meses y si se mantenía al año”, cuenta la doctora Nova, apuntando que “vimos inmediatamente que las secuelas no se asociaban necesariamente a severidad” y también se fueron nutriendo de otros datos, como una aparente asociación entre el Sars-CoV-2 y daño en el páncreas, por lo que decidieron ampliar la mirada y el estudio, incluyendo más parámetros, desde encuestas para evaluar salud mental hasta exámenes para analizar el perfil bioquímico de los pacientes.

Así, afirma que hallaron “alteraciones a nivel de la producción de la insulina” y desarrollo de resistencia a la insulina en personas que manifestaron no tener un problema previo a padecer Covid-19 y sí lo tuvieron a los 6 meses, en la primera toma de muestras. “Al comienzo, pensamos que la alteración sería temporal y los pacientes volverían a su estado basal, pero la realidad es que no”, advierte. Ahora, 12 meses después, la segunda toma de muestras que se hizo a inicios de junio comprobó que el problema persiste. En cifras, la investigadora detalla que la muestra se compone de hombres y mujeres menores de 70 años y primordialmente sanos, 25 padecieron Covid-19 severo, 18 moderado y 17 leve, y que la prevalencia de resistencia a la insulina al inicio fue 18.33% y que el 65,12% de los pacientes que manifestaron no padecerla previo a la Covid-19 tuvieron la condición a los 6 meses y 62,16% a los 12 meses.

Por lo expuesto, la doctora Nova afirma que “hay un factor metabólico asociado a la enfermedad que no se tiene tan claro y está apareciendo ahora”. Algo que debe investigarse más y a largo plazo, pues aclara que “sabemos que en las respuestas inmunológicas, al menos con otros coronavirus, las bajas de los anticuerpos se ve casi a los 2 años después de la enfermedad”, por lo que considera imperante hacer más investigaciones y seguimientos extensos a quienes han padecido la enfermedad para evaluar su salud y posibles secuelas como la mencionada en el largo plazo, la potencial acción de la vacuna frente a las consecuencias y la necesidad de intervenciones para atenderlas a nivel sanitario.

Otros resultados

Además del aparente vínculo entre Covid-19 y resistencia a la insulina, otros resultados del estudio que la doctora Nova destaca está que “muchos pacientes, independiente de la severidad del cuadro, manifiestan cansancio y reconocen no tener la vitalidad que tenían antes de padecer Covid-19 e imposibilidad de retomar su nivel de actividad previo, lo que se mantiene un año después. En los hombres vimos presencia de disfunción eréctil, lo que podría asociarse al cansancio”.

Agrega que “la secuela pulmonar, en algunos, está asociada a severidad del cuadro, sobre todo para quienes estuvieron conectados a ventilación mecánica”.

Y no puede dejar de mencionar la afección y desgaste a nivel de la salud mental y cognitiva.

*Las 60 personas que compusieron la muestra son pacientes reclutados del complejo Víctor Ríos Ruiz de Los Ángeles (Región del Biobío).

Una vida sana combate la resistencia a la insulina y sus riesgos

La trascendencia del hallazgo que vincula a la Covid-19 con el desarrollo de resistencia a la insulina o insulinorresistencia (IR) está en las implicancias de la condición. “La insulina es una hormona secretada por el páncreas y su función es muy importante: en palabras simples permite el ingreso de la glucosa hacia otras células como las musculares y el tejido adiposo para que se pueda utilizar”, explica la nutricionista Natalia Castro, magíster en Fisiología Humana y académica del Departamento de Nutrición y Dietética de la Facultad de Farmacia de la UdeC. La glucosa es el azúcar en la sangre y es la principal fuente de energía del cuerpo humano e ingresa mediante los alimentos y la acción de la insulina contribuye a mantener controlados los niveles de azúcar sanguíneos o la glicemia. “Y la IR es la resistencia a la acción de la insulina”, precisa.

En efecto, la IR conlleva a aumentar la glicemia y así la necesidad de insulina y de que el páncreas la produzca, “y si no se maneja adecuadamente puede llevar al desarrollo de diabetes tipo 2”, advierte. Ahí lo crucial de detectar a tiempo la IR para controlarla, pudiendo revertirse, para prevenir la diabetes que cuando se desarrolla es irreversible y tiene complicaciones como ser factor de riesgo cardiovascular al incrementar las probabilidades de enfermedades al corazón y vasos sanguíneos, problemas de cicatrización, daño a nervios y a nivel ocular, y patología renal.

Estilos de vida

Para manejar la IR y prevenir la diabetes, Natalia Castro asevera que clave es llevar un estilo de vida saludable. Es primordial alimentarse bien con dietas equilibradas basadas en alimentos de origen natural, carbohidratos complejos e idealmente cereales integrales y comidas caseras y que restrinjan los azúcares y carbohidratos refinados, comida chatarra y productos ultraprocesados. Además, “hay que realizar actividad física regularmente, porque es muy importante para mejorar la sensibilidad a la insulina en músculos y tejido adiposo”, aclara. La recomendación de la Organización Mundial de la Salud es que los adultos realicen, al menos, 150 minutos semanales de actividad física.

Y con hábitos saludables se puede prevenir la resistencia a la insulina, asegura, cuyo desarrollo, más allá de ser secuela de la Covid-19, se asocia a dieta poco saludable, sedentarismo, sobrepeso y exceso de grasa, sobre todo abdominal. Al respecto, la nutricionista asevera que “hay factores genéticos que pueden contribuir al desarrollo de ciertas enfermedades”, como la IR, pero no es un destino inevitable: “es muy importante el factor ambiental y, en este caso, los estilos de vida”, dice. Para prevenir o aumentar riesgo.

Punto que no debe ignorarse. Si bien la IR como secuela de la Covid-19 no se podría prevenir, no es la única manera en que se relacionarían y hay dimensiones manejables. Natalia Castro suma al efecto psicosocial de la crisis sanitaria como factor de riesgo del desarrollo de IR en quienes no han padecido Covid-19, al igual que de diabetes, exceso de peso y otras comorbilidades al calar en lo más profundo de los hábitos, desmejorándolos o perpetuando que sean todo menos saludables. Restricciones como el confinamiento han limitado las posibilidades de movimiento, reducido los niveles de actividad física habituales y favorecido la inactividad. Y la situación sanitaria llena de incertidumbre y radicales cambios en toda dimensión de la vida cotidiana se han traducido en ansiedad, tensión y agobio que han desembocado en trastornos de salud mental como cuadros de estrés o depresión y también en que muchas personas estén comiendo mal en cantidad y calidad. Así, hay más prevalencia de malos hábitos y se está viendo o prevé aumento del sedentarismo, sobrepeso u obesidad y patologías metabólicas. Y todo ello se revestía de cifras alarmantes antes de la pandemia.

Chequeos y pautas personales

Atendiendo la realidad, la académica se detiene en lo fundamental de que las personas se asesoren por un profesional capacitado que dé las pautas adecuadas, tanto si hay diagnóstico de una condición como si se desean mejorar los hábitos en pos de unos más saludables. Esto, porque asevera que los requerimientos nutricionales, y de actividad física, son individuales, vinculados a factores como género, edad y estado fisiopatológico.

Y la vida saludable involucra ir a chequeos periódicamente para evaluar el estado de salud, orientar modificaciones que eviten patologías o detectarlas tempranamente y garantizar su control o reversión si es posible, como en la IR, lo que hoy deberían considerar quienes han sufrido Covid-19. Y es que “muchas veces no habrá sintomatología asociada a IR y cuando haya será cuando haya diabetes y esté avanzada”, advierte Natalia Castro, pues síntomas clásicos de diabetes como polidipsia (sed excesiva) y polifagia (sensación incontenible de hambre) son tardíos.

Nuevas propuestas para indagar en la aparente secuela de la Covid-19

A raíz de los hallazgos de la investigación sobre la IR como secuela de la Covid-19, el equipo liderado por Estefanía Nova decidió vincularse con Natalia Castro y otros expertos del Departamento de Nutrición y Dietética UdeC para profundizar y consolidar el conocimiento mediante otras instancias. Una relevante es la propuesta de un plan de intervención de nutrición y ejercicio físico para identificar si se restablecen los valores basales o si el Sars-CoV-2 generó una alteración orgánica cuya reversión o control trasciende a los manejos conocidos, cuenta la doctora Nova. Para saberlo, igual que el curso de este y otros efectos en el largo plazo para los que el sistema sanitario deberá prepararse, es clave investigar más y afirma que también lo es acompañar a los pacientes a recuperar su salud y calidad de vida.

Para ejecutar este trabajo el grupo ha postulado a la última convocatoria de los proyectos Fondef de la Anid, cuyos resultados aún son desconocidos.

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