Ciencia y Sociedad

Homero Urrutia: “Valioso es que nuestro trabajo tenga un efecto positivo en la vida humana”

El investigador fue uno de los líderes del piloto de detección de Sars-CoV-2 en aguas servidas de Chillán, encargado al Centro de Biotecnología de la UdeC y cuyos resultados de impacto vital no dejan de reconocerse.

Por: Natalia Quiero 03 de Junio 2021
Fotografía: Cedida | Centro de Biotecnología UdeC

En 2020, poco después de llegada la pandemia de Covid-19 a Chile, velozmente, se montó el Laboratorio de Diagnóstico Molecular de Microorganismos Ambientales en el Centro de Biotecnología de la Universidad de Concepción (CB-UdeC), que permitió analizar muestras de aguas servidas para detectar la carga de Sars-CoV-2, responsable de la enfermedad. El 1 de julio, en Chillán, comenzó un estudio piloto pionero para Chile que se extendió hasta septiembre con resultados que dan de qué hablar hasta hoy.

Recientemente, la Asociación Interamericana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental (Aidis) destacó en su revista al trabajo científico que comenzó tras la invitación del Gobierno Regional de Ñuble junto a la Seremi de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (Ctci) de la Macrozona Centro-Sur, cartera liderada por la doctora Paulina Assmann, en colaboración con la Seremi de Salud. El impulso fue la evidencia reportada sobre la efectividad de la Epidemiología Basada en Aguas Residuales (WBE, del inglés Wastewater-based epidemiology) para vigilar epidemiológicamente a la Covid-19.

“Varios estudios han demostrado que aproximadamente el 15% de los pacientes presentan síntomas gastrointestinales. De hecho, el ARN del Sars-CoV-2 ha sido encontrado en las heces de pacientes asintomáticos y más de la mitad (53,9%) excretan el virus en las heces por largos períodos, en algunos casos 30 o más días después que el individuo haya dado un test negativo para muestras respiratorias”, plasma la revista. La liberación por las heces, además, comienza 3 días después del contagio y los síntomas a los 7. En efecto, la idea de implementar un sistema de WBE, determinando distintos cuadrantes de Chillán que incluyeron efluentes de residencias sanitarias, fue pesquisar aumentos sectoriales en la carga viral y brotes previo a cualquier síntoma.

“Es más barato y rápido colectar muestras de aguas servidas, porque es tributo de un área de población extensa y en las muestras puede estar la realidad de 3 mil, 5 mil o 10 mil personas y no tenemos que hacer 10 mil PCR”, resalta el doctor Homero Urrutia, académico de la Facultad de Ciencias Biológicas e investigador del CB-UdeC, que junto al doctor Cristian Gallardo lideraron la investigación. Los análisis entregan información que se define como clave para identificar focos de contagios y orientar búsquedas activas de casos a ciertas zonas, y no aleatorias, por lo que se entregaban como insumo a las autoridades.

Salvar vidas y retos

Optimizar recursos humanos y materiales que estaban lejos de sobrar, iniciar oportunamente medidas cruciales como tratamientos y aislamiento, prevenir contagios y mitigar consecuencias letales para ciertos grupos es lo que el doctor Urrutia releva como grandes aportes y significados del estudio, que trascienden al logro que puede implicar la aceptación de un paper o destacarse académicamente. “Para mí y muchos colegas lo valioso es que nuestro trabajo tenga un efecto positivo en la vida humana, que sintamos que aportamos a la mejor calidad de vida de nuestros compatriotas. Eso es mucho más que una publicación”, sostiene, y el piloto “tuvo un efecto social que para mí es potente, salvó vidas”, manifiesta.

Impacto fruto de un trabajo colaborativo, pues junto a Urrutia, Gallardo y Assmann, también fueron protagonistas del proyecto José Miguel Vidal, Pamela Ruíz, Rodrigo Montes, Valentina Valenzuela, Constanza Sáez, Francisco Castellón, Bárbara Benavente y Marta Bravo, mencionados en la revista.

Y conscientes del logro, todos saben bien que la situación sigue compleja y que la vigilancia epidemiológica, no sólo aplicable al Sars-Cov-2, es muy costo-efectiva, pero también que hay retos y el primordial es “resolver aspectos metodológicos importantes para detectar bien el virus en aguas servidas”, afirma Urrutia.

La diversidad de métodos usados, que pueden variar en sensibilidad, es una brecha con “un impacto severo en la reproducibilidad del procedimiento y con ello dificulta significativamente establecer relaciones matemáticas empíricas, calibradas y validadas apropiadamente”, dice el artículo de Aidis, concluyendo que se necesita “desarrollar una red de laboratorios analíticos permanente que disponga de metodologías estandarizadas y comunes (no sólo para Covid-19) y que se genere como iniciativa de Estado, más allá del interesante desafío académico puntual”.

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