Ciencia y Sociedad

Un año en pandemia y los avances no alejan al autocuidado de la vida diaria

El 11 de marzo de 2020 la OMS declaró a la enfermedad como una epidemia global. Hoy se sabe muchísimo y existen vacunas desarrolladas en tiempo récord contra el Sars-CoV-2, desconocido hasta antes del primer brote en China en diciembre de 2019, pero queda bastante por descubrir para entenderlo y controlar la crisis.

Por: Natalia Quiero 11 de Marzo 2021
Fotografía: Raphael Sierra

Oficialmente, el mundo cumplió un año viviendo con la pandemia de la Covid-19 y luchando para sobrevivir a esta. Es que el 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró a esta enfermedad causada por el Sars-CoV-2, recién descubierta cepa de coronavirus, como epidemia global tras evidenciar su rápida y letal propagación internacional desde que se detectaran los primeros casos en diciembre de 2019 en la ciudad china de Wuhan: 118 mil personas infectadas y casi 4 mil 300 muertes en 114 países. En Chile, el primer caso se confirmó el 3 de marzo de 2020 y 6 días después fue el turno de la Región del Biobío.

A la fecha van 118 millones y más de 864 mil contagios en el mundo y Chile, respectivamente, con más de 2 millones 6 mil personas fallecidas a nivel global y 21.182 a nivel nacional. Todas víctimas de un patógeno desconocido hasta antes de que estallara el brote en China, responsable de una crisis sanitaria mundial que sorprendió a una humanidad sin defensas para protegerse más que un esencial conocimiento ganado por experiencias previas que permitieron enfrentarlo desde el inicio y en una cruzada que ha implicado un cambio radical para la vida cotidiana de toda la población con tal de seguir las recomendaciones y autocuidado para prevenir riesgos de contagio. Las medidas de restricción del movimiento y el confinamiento (voluntario u obligatorio) con llamados a procurar quedarse en casa y mantener la distancia física al estar con otros, la educación remota y el teletrabajo en línea o reuniones sociales virtuales para continuar las actividades habituales de manera segura desde el hogar han determinado los días; el uso de mascarilla se volvió el vital accesorio de los looks diarios y los productos en base a alcohol un infaltable en el bolso de cualquiera.

Y así seguirá por tiempo indeterminado, al menos todo este 2021, según plantea la epidemióloga Maritza Muñoz, doctora en Medicina Preventiva y Salud Pública y académica de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc). Algo que afirma aun cuando, en corto tiempo, el nivel de ciencia y tecnología con la que se cuenta ha permitido generar mucha evidencia y estrategias para afrontar la patología, logrando hitos que van desde la rápida secuenciación genética del patógeno para diseñar métodos de detección efectiva hasta el veloz desarrollo de diversas vacunas que ya se están administrando, en procesos que destacan a Chile como líder mundial al haber superado los 4 millones de inoculados, lo que representa el 21% de la población nacional.

No flaquear esfuerzos

Y, un año después, el mayor entendimiento y los avances son notables, asegura. Pero, es el mismo progreso científico y del conocimiento que hacen imperante relevar que queda mucho por descubrir sobre la enfermedad y para controlar la crisis sanitaria. De hecho, se está en uno de los momentos más complejos de esta, particularmente en la Región del Biobío, y la proyección es que “la situación podría agravarse en unos meses más, ya que la carga viral aumenta en temperaturas menores a los 24 grados”, afirma. Así, la gran certeza es que los esfuerzos en el autocuidado no pueden flaquear por mucho que haya vacuna, si bien algunos crean que vacunarse sea sinónimo de relajo y olvido.

Atendiendo a que es un acto voluntario, enfatiza que “hay que vacunarse” y también que esta medida no va a terminar con la Covid-19, si bien ayudará a su control y descomprimirá al sistema sanitario. El efecto de la inoculación, aunque con porcentajes que varían según de la que se trate (en Chile se están aplicando dos diferentes en la actualidad), no es evitar la infección, sino “reducir el riesgo de cuadros graves de la enfermedad”, apunta. Así, las necesidades de hospitalización y muertes asociadas bajarán.

Pero, como las personas vacunadas pueden infectarse, con menor carga viral, pueden transmitir el patógeno a otros que no estén inmunizados. Además, no todos podrán ser vacunados, como infantes y adolescentes (porque no hay pruebas clínicas para ellos aún), y para proteger a esos grupos se debe producir el efecto rebaño y ello implica que debe estar un 80% de la población vacunada; una meta todavía lejana, por muy avanzado esté Chile. Por otro lado, sigue siendo tema de estudio la duración de la inmunidad que brinda la vacuna y cuál será su real acción frente a las nuevas variantes del virus conocidas y las que podrían surgir a futuro.

Un repaso a todo lo que se sabe de la Covid-19

Quedarse en casa, salir a lo estrictamente necesario, evitar reunirse con otros, mantener la distancia, emplear mascarilla y estar siempre limpiando las manos son las medidas sobre las que su cumplimiento han enfatizado autoridades sanitarias y expertos desde que se conoció la Covid-19. Y todas están conectadas por el estrecho vínculo que es lo que se sabe sobre la propagación del Sars-CoV-2.

Los contagios

Como la transmisión del patógeno es el punto de inicio, la epidemióloga Maritza Muñoz resalta que “la vía aérea es la vía primaria de contagio comprobada”. La OMS establece que la enfermedad se propaga fundamentalmente persona a persona a través de las gotículas respiratorias que se expulsan por la nariz o boca al toser, estornudar, hablar, cantar y también respirar. Estas, así como salen, pueden ingresar a través de las vías áreas y también mucosas de los ojos, y cuando están infectadas con Sars-CoV-2 se produce el contagio. La velocidad de expulsión hace que varíe la distancia que alcancen (las más pesadas caen al suelo), siendo mayor el riesgo en un metro, además de que variables ambientales como el viento les impulsan tan lejos como 10 metros, afirman algunos papers.

Añade que una vía secundaria de transmisión es el contacto con una zona o superficie contaminada por estas mismas gotas. Si una persona sana le toca y luego lleva sus manos a mucosas, como de la boca u ojos, llevará al virus hasta la puerta de ingreso al cuerpo. “Se ha visto que este virus puede permanecer bastante tiempo en distintas superficies”, afirma y dependiendo al material su supervivencia puede ser de minutos a días. Así, por ejemplo, puede estar en el envase del producto que se compró en el supermercado, en los botones de un ascensor o en los picaportes de una puerta.

De ahí que enfatiza la importancia de “siempre usar la mascarilla, tanto personas infectadas como sanas”; en las primeras evita o disminuye el riesgo de expulsión de gotas contaminadas y en las segundas que ingrese el Sars-CoV-2, y adecuado en tiempo (desechables y reutilizables no por más de 2 a 3 horas) y adquiridas en recintos autorizados. Y también de mantener distancia física mínima de idealmente 2 metros al estar con otros; lavarse con agua y jabón o desinfectarse con alcohol las manos cada vez que se toque algo, de evitar tocar boca, nariz y ojos e idealmente utilizar antiparras o protectores faciales junto a la mascarilla.

La doctora Muñoz no deja de recalcar que “las condiciones de mayor riesgo de contagio son las aglomeraciones”, particularmente en espacios cerrados. Y aunque la imaginación lleve a pensar en el transporte público, supermercados o centros comerciales, también pueden ser eventos como una junta familiar o con amigos. Y advierte que la mayoría de los brotes (superior al 70%) ha sido en reuniones familiares en que se descuidó el autocuidado. Por ello, aconsejando evitar salir si es prescindible y reunirse con otros, dice que “si se harán reuniones deben ser idealmente en un espacio abierto y siempre con la debida distancia entre personas, usando mascarilla y con limpieza frecuente de manos”. Si se decide visitar a un familiar se deben seguir las mismas medidas.

También hace énfasis en que hay una cantidad importante de personas contagiadas con Covid-19 que no saben, porque no presentan síntomas. “La incidencia de pacientes asintomáticos es de 60%. Ellos tienen una carga viral menor y pueden contagiar de 2 a 3 personas”, apunta, cifra más baja que en pacientes sintomáticos cuya carga viral es más alta. Otro punto que releva es que las personas que desarrollan síntomas pueden contagiar desde antes de manifestarlos y saber que padecen Covid-19, y también que “la sintomatología aparece aproximadamente a las 48 horas y hay papers que revelan que se podría contagiar durante 5 o 7 días. Hay otros artículos que hablan de que hay carga viral en personas contagiadas, incluso, hasta 30 días después, aunque es bajita y no debería implicar gran riesgo de contagio”.

 

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Síntomas y riesgo

Una vez contagiada la persona, las reacciones son variables, con gran incidencia de factores como el estado general de salud y función inmune. Los síntomas iniciales que la epidemióloga menciona no son muy distintos a los de una gripe: fiebre alta, tos seca, dolor de cuerpo y de cabeza. También se ha evidenciado que se presentan mermas en el sentido del olfato y gusto. Pero, lo anterior, si bien es molesto, no es grave. El gran problema y que se asocia a letalidad de la Covid-19 es que puede provocar una neumonía secundaria y dificultades respiratorias severas o disnea que conduce a la necesidad de usar respiradores mecánicos e intubación; un tratamiento muy severo, que puede extenderse uno o dos meses y que deja secuelas que precisan de rehabilitación.

Se ha evidenciado que, eventualmente, cualquier persona podría desarrollar un cuadro grave y potencialmente letal, pero hay una serie de condiciones que aumentan el riesgo. Entre estos están las personas mayores, pacientes con patologías respiratorias y/o crónicas de base como hipertensión y diabetes o con el sistema inmune deprimido, y personas obesas.

Desde ahí Muñoz se detiene en niños, niñas y adolescentes. Ha sido difundido que en ellos el riesgo de enfermar de Covid-19 es menor. Pero, distintos estudios han mostrado que tienen alta carga viral y potencial de contagio, y aunque es menor la incidencia de casos graves, afirma que “niños asmáticos o con problemas respiratorios pueden llegar a la gravedad” y que “hay varios niños con asma que no están diagnosticados y se ha visto que muchos están teniendo síndromes asociados a la aparición de Covid. Por tanto, es una población en estudio”. Advierte que los niños obesos son otro grupo de riesgo y que “los menores de 2 años también”.

Por eso, hace hincapié en no olvidar nunca la protección de la infancia y adolescencia, y que si bien la OMS recomienda que el uso de mascarilla empiece a los 6 años de edad y hasta los 12 la decisión de su empleo sea en base a un enfoque de riesgo, los más pequeños deben utilizarla, “el niño desde los dos a tres años tiene que usar mascarilla”, cierra.

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