Ciencia y Sociedad

Violencia en línea: más mujeres como víctimas y desde niñas

Trabajos de la ONG penquista Amaranta revelan que gran porcentaje ha sufrido alguna forma de agresión en el espacio digital y la mayoría de las veces la ejerce un conocido. Fenómeno tiene múltiples expresiones e impactos.

Por: Natalia Quiero 29 de Noviembre 2020
Fotografía: violencia de género

Acoso o escritura insistente (cyberstalking); envío de material sin consentimiento, como imágenes de genitales o videos sexualmente agresivos (cyberflashing); difusión de datos personales (doxing); difusión no consentida de contenido íntimo (por muchos mal llamada “pornografía de venganza”); amenazas, lenguaje violento y discursos de odio; y suplantación de identidad, son formas de violencia que se dan en los espacios digitales y, lamentablemente, no sólo afectan más a las mujeres y disidencias sexuales que a los hombres, sino que gran parte de las mujeres ha sido víctima de actos de este tipo y desde edades muy tempranas.

Tal es el nivel, que 73,8% de las mujeres ha sufrido alguna forma de violencia digital, advierte Cecilia Ananías, directora de la ONG Amaranta, fundada en Concepción, y coordinadora de su proyecto Aurora, que llegó a ese resultado tras aplicar una encuesta, entre abril y junio de 2020, a 531 mujeres (de género cis, trans y no binarias), desde 12 hasta los 56 años de edad y de distintas regiones del país. Y 392 fueron víctimas de algún tipo de acto violento en Internet.

Por otro lado, Karen Vergara, directora de Comunicación de Amaranta, participó de un trabajo entre la ONG, ONU Mujeres y Fundación Datos Protegidos que resultó en el informe “Violencia digital: experiencias de niñas y adolescentes de Chile”, presentado esta semana. Este, que preguntó a menores entre 12 y 18 años, reveló que 32% de las niñas entre 12 a 14 años recibió algún tipo de petición sexual o de fotografías íntimas sin que quisiera hacerlo, cifra que sólo fue 1% para los niños y que aumenta a 47% en las adolescentes entre 15 y 18 años.

Más que algo virtual

Por eso, en el marco del reciente Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (25 de noviembre), resaltan la relevancia de levantar la temática de la violencia digital trascendiendo del término de cyberbullying o ciberacoso, que suele usarse para referirse al fenómeno de manera global, porque invisibiliza la perspectiva de género y no logra expresar la complejidad de las múltiples expresiones e impactos en sus víctimas. Más en un contexto en que la presencia de las nuevas tecnologías e Internet en la vida cotidiana, que desde hace años está completamente permeada por estas, sólo va subiendo de niveles. Entre más actividad virtual, más riesgos.

De hecho, si hay algo en lo que se detiene Cecilia Ananías, periodista y magíster en Ciencias de la Comunicación, es que el sexting (envío consentido de contenido erótico o sexual) entre parejas se ha vuelto una práctica común, más en esta situación sanitaria, pero que estos podrían ser difundidos en sitios web sin autorización. Muchas veces es el mismo receptor, que rompe el pacto de confianza, a veces por enojo tras el término del vínculo; en otros casos la vulneración ocurre por hackeos. No obstante, asegura que la mayor parte de las mujeres víctimas de violencia en Internet encuestadas sospechan quién es su agresor virtual y se trataría de ex parejas o personas con quienes mantuvieron un vínculo sexoafectivo, ya que aunque agredan desde perfiles falsos, se identifica por la información que manejan.

El punto es que en la encuesta que realizaron, al hacer preguntas y contrapreguntas, evidenciaron que “costaba menos identificar las formas de violencia que vienen de un desconocido que si provenía de parejas o ex parejas”, añade, y entre los factores que pueden explicar cree que está que “se ha normalizado mucho que la pareja pida contraseñas, exija saber la ubicación o revisar con quiénes interactúan, o qué contenidos publican. Vimos casos donde a las mujeres se les habían instalado a aplicaciones de ‘control parental’, que los padres usan para monitorear las actividades en línea de sus hijos menores de edad”. Y eso, asegura, también es violencia y es gravísima, pero es una de las formas que cuesta más identificar.

Desde allí, Karen Vergara, periodista magíster en Estudios de Género y Cultura, asevera que “tanto en los informes y estudios que hemos hecho en Aurora y Amaranta como en los que hemos colaborado con ONU Mujeres, muestran que la violencia digital tiene consecuencias emocionales y físicas”, por lo que resalta que “no es algo que sólo pasa en el espacio virtual: traspasa y se instala en nuestra vida cotidiana”.

Evolucionar en consciencia y legislación son desafíos ante las agresiones virtuales

Rabia, ansiedad, angustia, temor, desconfianza, inseguridad, retracción, dificultad para dormir, jaqueca y dolor de estómago son consecuencias que sufrieron las víctimas de violencia en Internet, según los trabajos de la ONG Amaranta, cuenta Cecilia Ananías. No es menor el impacto en la autoestima, sobre todo en agresiones sexuales, porcentaje importante de las violencias, porque muchas niñas y mujeres dicen sentir asco con su propio cuerpo e, incluso, culpa por el ataque recibido, lamenta Karen Vergara. Y no se debe dejar de decir que jamás la víctima es culpable.

Visibilizar

Todo evidencia el impacto de la violencia en línea, que podría gatillar trastornos del sueño o ánimo, estrés postraumático y hasta suicidios en sus víctimas; por ende, creen que educar y concientizar es clave. Y para avanzar, visibilizar las expresiones e impacto de un problema que considera invisibilizado es un paso clave para Maruzzella Valdivia, magíster en Psicología Clínica y académica del Departamento de Psicología de la Universidad de Concepción (UdeC), experta en violencia de pareja y adolescentes. La base es generar consciencia de que “todo lo que afecte y vulnere a una persona es violencia”, apunta. Ahí su llamado a no normalizar y cambiar formas de relacionamiento habituales con las nuevas tecnologías, como el control y constante reporte de la pareja. Algo que se ve mucho en jóvenes, en quienes suele darse de forma cruzada entre ambos, reconoce.

Desde allí, empatía y responsabilidad sobre las consecuencias de los actos que se ejercen en el plano virtual es algo que también se debe trabajar, según plantea la socióloga Lucía Saldaña, académica y directora de Equidad de Género y Diversidad de la UdeC. Esto, porque uno de los grandes problemas de la violencia digital y su masificación, a la par del aumento de la presencia de las nuevas tecnologías en la vida desde edades cada vez más tempranas, es el anonimato en el que se ejercen las agresiones y la falta de delimitación del ámbito de acción. Otro problema que muchas veces se gatilla es que “se pueden invertir los roles de víctima y victimario en búsqueda de ajusticiamiento”, afirma, y “termina legitimando transgresiones a terceras personas”, sostiene.

Más protección

Otro aspecto que complejiza un panorama ya complejo son las falencias del sistema. Por un lado, muchas víctimas acusan desprotección y poca acogida por parte de las policías al denunciar en casos constitutivos de delito, enfatizan Karen Vergara y Cecilia Ananías; otro reto en el que avanzar y potente razón para sensibilizar y también capacitar tan constantemente como evolucionan las tecnologías y, así, las formas de violencia.

Lo anterior no se puede desvincular de que “nuestro ecosistema normativo en materia de ciberseguridad es insuficiente”, sostiene la abogada Ximena Sepúlveda, académica de Derecho y directora Unidad de Propiedad Intelectual de la UdeC. Tanto la ley de protección de datos como la de delitos informáticos son de los ‘90, dice, y aunque fueron pioneras en esa época, están desactualizadas y no alcanzan a cubrir todo lo que se debería en esta era digital y en el Congreso hay proyectos que esperan su aprobación para que eso cambie. En ese sentido, está el proyecto de ley #NoMásViolenciaDigital, para promover mayor seguridad digital, con enfoque de género, y diversificar la forma en que las agresiones. Amaranta está entre las entidades que apoyan la iniciativa.

Algo fundamental, porque otro gran problema es que no todas las vulneraciones en el espacio virtual son delito; es el caso de la divulgación de contenido íntimo que antes fue enviado de manera voluntaria por mayores de edad, por ejemplo. Así, se vuelve más sencillo o rápido usar las herramientas de las plataformas que permiten a los usuarios bajar contenidos que afecten su privacidad, honra o imagen. Si ocurre en más de un sitio, hay que hacerlo en cada uno, porque en Chile “no existe de manera genérica el derecho al olvido que hay en otras nacionales, un derecho que tiene el titular de datos de pedir que la información dañosa se baje del mundo virtual”, explica la abogada.

Ad portas del Día Internacional de la Seguridad de la Información, el 30 de noviembre, lo indispensable es que se evolucione en la protección de datos en general, en un contexto legal y civil que se haga cargo de las distintas vulneraciones en línea. “Nuestra información personal está siendo cada vez más utilizada, pero estamos desprotegidos frente a la forma en que otros la usan. El uso de nuestros datos debe estar normado por el Estado, no basta con ser cuidadosa con lo que se comparte en Internet, porque es una mínima parte de toda la información que está divulgada, a la cual las empresas están accediendo casi sin restricción”, enfatiza.

Consejos para un uso seguro de las plataformas digitales:

En las redes sociales del proyecto Aurora (@somosauroracl), difunden distintos materiales para aportar con herramientas para una mejor gestión de los dispositivos tecnológicos y uso de plataformas digitales.
Karen Vergara afirma que un paso importante es “como usuarias definir cómo habitaremos los espacios virtuales, qué información personal usaré o si tendré un pseudónimo, qué tipos de contenidos publicaré y por qué razón, con quiénes interactuaré o qué aplicaciones utilizaré”.

Por su parte, Cecilia Ananías dice que es básico usar contraseñas seguras y distintas en cada plataforma, cambiar las claves cada cierto tiempo y utilizar doble factor de autenticación. También es importante que haya una revisión constante de los perfiles y de los ítems de privacidad activados en cada uno.

*ONG Amaranta y violencia digital: el 2019, la adjudicación de un fondo internacional permitió llevar adelante el proyecto Aurora, con el objetivo de investigar y educar sobre la violencia de género en Internet.

*Los medios más usados para ejercer violencia digital: encuesta del proyecto Aurora de ONG Amaranta, hecha a 531 mujeres, mostró que la popularidad de las redes sociales se manifiesta en el fenómeno. Facebook reportó más casos de ataque (209); le siguen Instagram, WhatsApp y Twitter (131, 108 y 52, respectivamente); y Gmail (41).

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