Carta al director

Discapacidad: avanzar hacia un encuadre positivo

Por: Diario Concepción 05 de Enero 2018

Señor Director:

Cuando pensamos en el concepto de discapacidad, de inmediato y lamentablemente, nos surge la mirada desde una problemática que afecta a alguien o bien de una persona o grupos de personas que no son capaces de realizar una actividad. Automáticamente podemos llegar a pensar en una silla de ruedas.

Lo primero es que las visiones son distintas, porque es un concepto construido socialmente que depende de las vivencias y aproximaciones que cada uno tenga con respecto al tema. Al ser, desde mi punto de vista, construido socialmente, esta imagen negativa o positiva de una persona con discapacidad ha variado a través de los años, partiendo desde conceptos muy antiguos como la minusvalía o la invalidez, los que solo se focalizaban en una mirada negativa.

Ese enfoque planteaba que eran personas afectadas por un mal que no las dejaba ser parte de la sociedad “normal”, por lo que anormal también fue una terminología usada por años para denominar a personas con diagnósticos de salud mental.

Lo más complejo radica en los estigmas y prejuicios que se crearon en relación a personas que nacían con algún tipo de discapacidad o que la adquirían en el transcurso de su vida, lo que provocaba la exclusión social de quienes tienen los mismos derechos que todos. Por eso se creó un marco legislativo y acciones para evitar este tipo de prácticas. Pero, si existen medidas, ¿por qué la gente con alguna discapacidad se sigue sintiendo apartada? Mis reflexiones apuntan a que nosotros, como  sociedad,  no hemos cambiado la forma en que los miramos, seguimos siendo asistencialistas y teniendo una mirada negativa. Seguimos pensando que algo les falta, que tienen un problema, que no pueden realizar todo y, en gran medida, eso genera que los procesos inclusivos no se lleven a cabo.

Debemos cambiar el foco. Darle una reconstrucción al término, mirarlo desde un encuadre positivo que, según el enfoque comunitario, es centrarse en las fortalezas y capacidades que tienen las personas-comunidades. Desde ahí, podemos dejar de lado ese pensamiento de que todos debemos ser normales y comprender que todos somos distintos en nuestra forma de ser, de expresarnos y de accionar, sin importar si tenemos una discapacidad o no. Es llamar a las personas por su nombre, no con una etiqueta por su condición de salud; es dejar de asistir o ayudar a una persona con una discapacidad de manera inmediata, sin preguntar primero si lo necesita; es mirar a la persona sin prejuicios de lo que observo.

Para eso la Terapia Ocupacional presenta herramientas para concientizar a la sociedad, desde técnicas que permiten dar cuenta de que nosotros como actores sociales podemos generar un cambio y dejar de lado los mitos errados con respecto a la discapacidad.

 

Paula Peralta Ramírez

Docente Terapia Ocupacional

Universidad San Sebastián

 

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