Carta al director

Retratos de Aurora: A veces las segundas partes son buena

Por: Diario Concepción 12 de Agosto 2017

Hola estimado lector. Hace un par de semanas le conté un pedazo de mi historia en Argentina que se unía con la historia de la Aurora de Chile. Más de tres mil kilómetros que, a primera vista, ponen en duda las semejanzas que pudieran tener. Y no es tan así. Volvió a ocurrir.

Pensando en la presente crónica se vino a mi mente la vez que descubrimos con mi amiga Mónica Mendoza un libro de actas de la antigua localidad de Adrogué en Buenos Aires. Estoy hablando de un libro de actas de finales de la década de los ´80. ¡Pero de 1880!

En este libro se describían los pagos hechos por los funcionarios públicos a los proveedores de la época: “páguese veinte pesos por la comida de los dos reos de la cárcel… se paga parte de lo convenido por el macadán de calle Las Delicias…” Y así seguían las cuentas. Pero lo que me llamó mucho la atención era ese concepto de “macadán”. Averiguando en libros de historia, en la época que le cuento todavía no se podía googlear para encontrar una información, se decía que el término venía de Mac Adam, el creador a principios del 1800 de un sistema de compactado para las calles, término que también se le aplicaba a los adoquines. Adoquines que también se pueden pisar en la Aurora, y que cada vez que uno los transita nos cuentan parte de la historia. Es como que se resisten a olvidar y a generar un constante ejercicio de memoria.

Ejercicio que permite encontrar que la Aurora de Chile a orillas del río Bío Bío en Concepción no es tan “toma” como la pintan. Además es propio de la evolución de las ciudades buscar las mejores oportunidades. ¿O me van a decir que los fundadores de la actual Concepción no hicieron una toma cuando partieron de Penco a estas tierras? Todo es relativo desde dónde uno lo mire. Lo importante es siempre conservar la memoria, la responsabilidad sobre la memoria. Cosa que a los políticos que pretenden dirigirnos les falta, y mucho: memoria y respeto. Pero como hace dos semanas atrás, mejor que yo les cuente algo más sobre la Aurora es que lo haga un Aurorino de tomo y lomo. Los dejo con la segunda parte de las memorias de Manuel Jorquera:

“¿No tienen el mismo derecho de vivir en la tierra que formaron con sus propias manos? Hay cosas que a veces me enoja, pero dame un poco más de tiempo y volveré a mis recuerdos; Aun así mi Aurora con penas y alegrías siguió creciendo, pues en 1919 la famosa Fábrica de Paños Bío-Bío ubicada en calle Andrés Bello, abre sus puer
tas a quienes quisieran trabajar en este rubro, llegó a tener 170 trabajadores entre hombres y mujeres aproximadamente, los cuales muchos eran del sector. Pero Aurora quería más para sus hijos, alrededor de 1936, nace el” Club Deportivo Huracán” también apodado “El Globito” fue gracias al esfuerzo y amor por su barrio y por sus niños, de algunos colonos que vieron mucho interés y apoyo de vecinas y vecinos para lograr este ambicioso proyecto que ha dado y dará montones de satisfacciones, por algo se dice que “Huracán es el Rey de Copas”

Perdona amigo lector por hablar tanto de ella y no de mi esposa, a quien amo mucho, pero Aurora es otro amor, ella me vio nacer, crecer, madurar y me vera morir aquí en sus brazos, pues ella no morirá mientras quede el ultimo poblador nacido aquí, el ultimo Aurorino. Mi Aurora no estaba satisfecha, aún quería más, amaba tanto a sus hijos que le hizo otro regalo, allá por 1956 llega un sacerdote con unas entusiastas monjitas para instalarse con una humilde escuelita que solo tenía algunas salas, una pequeña campana, un piano, su capillita y un policlínico con remedios incluidos, los médicos de la época atendían muy bien. Esta escuela se llama Sta. Catalina de Siena, también muchos vecinos trabajaron en construir sus salas, hoy es un hermoso colegio que no solo recibe niños de aquí sino que de otros sectores. Se notaba que ella, me refiero a mi Aurora estaba feliz viendo a sus hijos muy contentos.

Que belleza era todo aquello, ver sentir y escuchar toda esa muchedumbre llena de vida alegre espontánea protegida por su Aurora. Se hicieron algunos malones y beneficios de la época para realizar mejoras como luz, agua, alcantarillado, ya que en su momento muchos nos alumbrábamos con velas, para buscar agua habían baldes con los cuales las mujeres iban a los pilotes, con sus hijos más pequeños pero que podían caminar y con los mocos colgando, a veces hasta descalzos.

Con el tema de alcantarillado se hicieron arreglos a lo chileno, la fábrica de paños en conjunto con vecinos pusieron los tubos de las aguas lluvias en donde muchos se conectaron. Así, llegó la luz y el agua a las casas, otro logro del Aurorino aperrado, los gobiernos regionales de la época poca o nada ayuda entregaron. Muchas veces llegaban estos señores de terno, corbata y zapatos muy lustrosos, que nadie conocía, ofreciendo maravillas para la población. Pedían el voto, hacían su bonito discurso y se iban. Promesa hecha, promesa desecha. Creo que todavía ocurre ¿o no vecino?

¡Son tantos los recuerdos que vienen a mi mente que pierdo la noción de los tiempos! En estas noches que hace mucho frío me imagino a los vecinos que vivían a orillas de río improvisando braceros como estufas con carbón normal y de piedra, sintiendo los fuertes temporales que muchas veces arrancaban sus techos, la humedad de sus pisos, ropa mojada, etc., pero al otro día, al siguiente y al siguiente se levantaban muy temprano porque había mucho que hacer, salir a trabajar, preparar “el Pao de harina tosta”, o el café y pan con lo que hubiera, preparar a los “cauros pa la escuela”, lavar la ropa en la vatea. Me da risa porque había un jabón llamado Popeye y el comercial decía “Jabón Popeye , puro en barra, el jabón que a la primera espumita ya empezó a pedir agüita “.

También había que secar lo que estuviera mojado, sacar el guatero de la cama que sirvió para calentar las patitas de todos. Igual muchos niños enfermaron por la humedad y el frío. Fue muy difícil la vida para esos colonos que nunca perdieron las esperanzas que las cosas mejorarían. Esa generación supo de lo duro que es la vida y todo lo que soportaron dignamente, gente muy luchadora que se levantaban 4-5-6 de la madrugada para cumplir con sus compromisos y obligaciones, ya he dicho anteriormente mucha gente que llegó de los campos norte o sur, pero gente buena. Tanto así que habían vecinos que criaban pollos, gallinas, patos, gansos incluso algunos chanchitos. Pero de la cola del chancho me agarro para otra historia que otro día le cuento.”

¡Hasta un próximo click!

Walter Blas
Invitado: Manuel Jorquera I.
Facepage: @RetratoAurora

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