Política

Carlos Meléndez, politólogo peruano: “El Gobierno de PPK fue la gran victoria y derrota del antifujimorismo”

Por: Javier Cisterna 24 de Marzo 2018
Fotografía: PPK Archivo Copesa

La escandalosa renuncia de Kuczynski en Perú esconde un relato político que tiene historia, nombres y un solo apellido: Alberto, Kenji y Keiko Fujimori.

“A pesar de que existen normas inscritas en tinta y papel, su valor es mísero. En el Perú, pareciera, las reglas y los procedimientos están para evadirlos”.

La frase corresponde a una columna publicada por el politólogo peruano Carlos Meléndez en el diario El Comercio, y se contextualiza en la profunda crisis política que atraviesa el país vecino.

En entrevista con Diario Concepción, el académico de la Universidad de Diego Portales, que hoy se encuentra en Europa y comúnmente comparte su semana entre Santiago y Lima, comenta el ocaso de la administración de Pedro Pablo Kuczynski y el rol en su caída de dos hermanos en abierta pugna pública: Kenji y Keiko Fujimori.

– ¿Cómo se llega hasta la renuncia de un Presidente?

Kuczynski no tiene un partido político. “Peruanos Por el Kambio” (su sector) es un grupo basado en redes profesionales y de amistad que quiso consolidar su influencia en el poder político, en la puerta giratoria. En esta puerta giratoria sucede el escándalo de Lava Jato, en Brasil. Esto embarra a los lados de la puerta, tanto al sector privado como el político. Y es así que se devela en su máxima expresión cómo política y negocios pueden ser corrompidos por intereses de una empresa.

– En Chile también se habla de la puerta giratoria y no se ha llegado a ese punto.

– La derecha chilena está institucionalizada en partidos políticos. Tiene think tanks, ideólogos. Efectivamente también hay puertas giratorias, pero de algún modo hay una mayor institucionalidad que permite vasos comunicantes entre política y economía que están más formalizados. En el Perú hay predisposición a sacarle la vuelta a la ley. No es que en Chile no exista eso, pero en Perú es más permisible.

– El fujimorismo es factor en esta crisis, pese a no ser Gobierno. PPK se ve acorralado por la filtración de videos y, antes, por el indulto al patriarca.

– El impacto, con los audios, fue mediático. Es más contundente, pero ya se sabía que había intereses entre PPK y empresas privadas, ya se sabía que parlamentarios habían sido convencidos a través de gestiones poco transparentes. El impacto mediático de un video, un día antes de la votación por la vacancia, fue contundente. Ahora, esta caída del Presidente peruano se da sin ausencia de calle. Otras caídas en América Latina son con movilización popular. En Perú, no. En Perú, la desafección de los ciudadanos hace que su vinculación con la política sea mediática, entonces potencia la importancia de un escándalo como este para, justamente, crear una conciencia en la opinión pública de que es importante la salida presidencial.

– ¿PPK llega al poder gracias al rechazo al fujimorismo, mismo sector que lo saca del poder?

– Sí. El gran perdedor de este escenario es el antifujimorismo. Haz el balance de qué cambió entre que PPK llegó al poder y salió del poder, en menos de dos años. Es que Alberto Fujimori está libre. Es una paradoja, porque los antifujimoristas votaron por Kuczynski. Ese es el sector más molesto y encolerizado. El Gobierno de PPK fue la gran victoria y la gran derrota del antifujimorismo. Eso es una herida abierta que va a quedar en lo que viene de los procesos políticos de Perú. Yo no veo ninguna herencia de PPK a nivel de tradición política. Más bien con Kuczynski se inicia el desprestigio de la tecnocracia en el poder.

– ¿No es sorprendente que un Presidente de la República sea el principal afectado de una disputa entre dos hermanos, Kenji y Keiko Fujimori?

– Desde 1990 no se pude entender el Perú sin el fujimorismo. El fujimorismo es una gran fuerza política que dentro de sus disputas internas es capaz de dar un coletazo que tumba a un Presidente. Tendemos a estigmatizar, en algunos casos justificadamente, al fujimorismo como una fuerza autoritaria, corrupta y mafiosa, pero desde el año 2000 no está en el poder. Pero, desde el 2000, ha construido una organización política con base y capacidad de movilización. Y es tan apetecible ese sector, que dos hermanos pueden disputarse ese liderazgo. Pensemos el fujimorismo como un peronismo a la peruana. Un gran campo político con facciones al interior en fricción.

– ¿Cuál es la diferencia de Kenji y Keiko en este arco?

– El sector Kenji es más pragmático, es albertista. Kenji es el reflejo de Alberto Fujimori. Alberto no construyó partido político pero puede pactar con todos. Kenji puede tener una agenda pro LGTB. No le importan las formas. El sector de Keiko es más conservador, pero construye un partido político, con cuadros políticos experimentados. Si algo tienen en común Alberto, Kenji y Keiko, es que llegan hasta las últimas consecuencias por sus objetivos.

– ¿Sacar a PPK es una opción del fujimorismo para volver al poder?

– El fujimorismo quiere regresar al poder, más ahora que Alberto Fujimori está libre. Creo que Keiko está en mejores condiciones de lograrlo. Keiko domina la agenda política en el Perú. ¡Es el peronismo! En Argentina se decía que no se puede acabar un Gobierno sin la anuencia del peronismo. Más o menos es así en el Perú. Tienen un gran poder de veto. Fuerza que surja va a tener que negociar con el fujimorismo, esté o no en el poder.

– ¿Cómo queda la figura de Kuczynski en Perú tras esta crisis?

– Hay dos sensaciones. En sus críticos hay rabia, rechazo, por la forma en que se va y su discurso. No hay mea culpa ni reconocimiento de errores. Entre sus seguidores, pocos, pero que aún quedan en las clases altas de Lima, hay una sensación de defraude. Sus seguidores se dan cuenta de que no era real tanto prestigio que se había construido. Otros, muy pocos, sienten pena de él y le creen.

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