Política

Misericordia de Molteni: Derechos Humanos y economía provechosa

La obra, del sacerdote Agostino Molteni, es una de las respuestas chilenas más didácticas a las interrogantes sobre la utilidad y legitimidad que la misericordia tiene en la vida cotidiana en una sociedad cada vez más desideologizada.

Por: Diario Concepción 03 de Enero 2017
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La obra, del sacerdote Agostino Molteni, es una de las respuestas chilenas más didácticas a las interrogantes sobre la utilidad y legitimidad que la misericordia tiene en la vida cotidiana en una sociedad cada vez más desideologizada.
 

Giovanna Flores Medina
Consultora en Derecho Humanitario
 

"Cualquiera que se dé cuenta que está hecho de Dios, puede sanar", responde Michael, el humilde joven que recorre descalzo el Desierto de Atacama, construyendo una parábola de Chile. Evangelio y delirante bondad en un mundo donde la riqueza, la miseria, la violencia y la desolación —de unos pocos— son un espejismo o una crónica que siempre se corona por el abuso o un crimen de sangre. Él, desconfiado de las iglesias y de las religiones, es el Cristo Ciego, protagonista del filme —del mismo nombre— que ha ganado el Festival de Venecia de este año y cuya sutil belleza neorrealista hace de la luz y de sus actores no profesionales una postal de nuestra precariedad olvidada. Incandescentes caminos donde los miserables encuentran su dignidad, reflejándose en su propia misericordia y aprendiendo que lo humanitario es sublime y justo.

Criticada como una entelequia de la política socialcristiana, aquella misericordia en su dimensión cívica y normativa es la actitud permanente de compadecerse de los males ajenos y buscar su reparación. 

Lejos de la pasajera compasión o de la lástima es el mayor disuasivo contra la abdicación moral de las guerras, del capitalismo y de los resabios totalitarios que surgen por omisión del deber de la memoria. Así, sea en Chile o en otro punto de esta sociedad globalizada, la misericordia no pertenece únicamente al Cristo Ciego o a los mártires, sino al ámbito de la responsabilidad de cualquier persona. Tras los horrores del Holocausto, su máxima expresión jurídica está recogida en la Declaración Universal de DD.HH, en la Convención de prevención y sanción del genocidio y en los Protocolos Adicionales de Ginebra. 

Este año 2016 el Vaticano ha conmemorado el Jubileo de la Misericordia, el cual ha estado marcado por varios hitos diplomáticos. Ejemplo de ello es la exigencia de la acción de Europa ante la crisis de refugiados; la invocación de la justicia penal internacional en el África y la propuesta de tipificación de nuevos crímenes de lesa humanidad; el reproche contra la imperante economía de la precariedad laboral y las denuncias sobre la debacle del medioambiente. 

La reacción de cierta prensa internacional, y de autoridades estatales, ha sido dispar: entre la aceptación y la descalificación del Papa Francisco incluso como un oprobioso activista de izquierdas. 

‘Misericordia, una economía provechosa’, del sacerdote Agostino Molteni es una de las respuestas chilenas más didácticas a las interrogantes sobre la utilidad y legitimidad que la misericordia tiene en la vida cotidiana, sobre todo en una sociedad cada vez más desconcentrada y carente de la fascinación que las ideologías y su estética política provocaron en el siglo XX. 

Un libro de 115 páginas publicado por la Editorial de la Universidad de la Santísima Concepción que, aludiendo a la imaginación poética del lector y, más allá de la dogmática eclesiástica, presenta crónicas y comentarios religiosos, literarios y del cine. 

En sus párrafos se explican con envidiable síntesis las dimensiones de la misericordia, su vocación universal y laica, y sus efectos sociales/morales, cual inversión solidaria en el otro o un arte-facto para una obra revolucionaria. 

Así, con perspectiva histórica, desde la primigenia hebrea; pasando por San Agustín, San Ambrosio y Santo Tomás en la segunda parte; y un largo listado de literatos excepcionales, como Charles Péguy y Victor Hugo hasta Nietzsche, Gabriela Mistral o T.S Elliot, en la tercera; cada autor es expuesto en su propio ejercicio de la misericordia, ‘leit motiv’de su universalidad, la misma que es esencial a los DD.HH.

Luego, la disyuntiva entre lo misericorde y lo que le desdeña es la encrucijada de toda persona que se conmueve o que rechaza, por igual, el averno que vive Aleppo en Siria; el hambre que asedia a Sudán del Sur; la desesperanza ante las miles de víctimas de los naufragios de migrantes en el Mediterráneo; o, la impunidad de los hechores y otros partícipes de los genocidios que han asolado a este mundo desde que comenzó a hablarse del derecho humanitario a fines del siglo XIX. 

En lo más contingente, ‘Misericordia, una economía provechosa’ es un llamado a la urgencia de una justicia misericordiosa y a una disposición moral ante los conflictos que se generan entre las libertades y los derechos humanos, en especial la verdad, la reparación y la memoria.

Prueba de ello es el debate sobre los beneficios carcelarios concedidos a los criminales de lesa humanidad en Chile. La misa en la cárcel de Punta Peuco y la solicitud de perdón de algunos condenados por las atrocidades de la dictadura, aludiendo a la misericordia, son una muestra de que no se ha comprendido su real significado. Parafraseando a Molteni y a Charles Péguy: es una cuestión que desborda la justicia de los virtuosos y se centra en la moralidad que subyace en el acto cívico de la misericordia. ¿Quién ha abdicado de lo moralmente correcto, hasta cometer lo deleznable, puede exigir la prerrogativa de la misericordia?

El derecho y el deber de la memoria, entendidos como acceso a la verdad y a la reparación de las víctimas de los crímenes de lesa humanidad y de guerra, es la mayor expresión de la misericordia en la justicia. Perdón, arrepentimiento y clemencia, en cambio, son expresiones compasivas propias de la libertad de conciencia de quien los ofrece y de quien los acepta, pero no integran la justicia, ni constituyen un disuasivo contra los crímenes de lesa humanidad o de guerra, pues el bien jurídico protegido es el colectivo, no la conciencia individual.

Vista esa universalidad, "Misericordia, una economía provechosa", no solo es el redescubrimiento de la propia divinidad, si no un punto más de inflexión en un país que ha sido presa de la perplejidad ante la memoria, y una llave más para cerrar las puertas de la justicia transicional, pues la reparación es de este mundo y no de otro.
 

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