
Gastón Saavedra Chandía
Senador de la República
El debate sobre la edad de jubilación en Chile no puede reducirse a una simple postergación del retiro laboral. El país enfrenta desafíos estructurales que requieren una mirada integral para garantizar un sistema de pensiones justo y sostenible. La reciente aprobación del nuevo sistema previsional en el Senado es un avance significativo en este camino.
Este nuevo sistema introduce tres pilares fundamentales: las cuentas individuales, el pilar solidario fortalecido a través de la Pensión Garantizada Universal (PGU) y la contribución de los empleadores. Con estos cambios, se proyecta un aumento del 60% en las pensiones futuras, beneficiando directamente a 2,8 millones de personas. En el caso de las mujeres, se incorpora un reconocimiento a su trayectoria laboral con una bonificación adicional por cada año cotizado sobre los 10 años, promoviendo así la equidad de género en el sistema.
Además, se ha asegurado un incremento de la PGU a $250.000 y se han introducido mecanismos para mejorar la competencia y reducir las comisiones mediante la licitación del stock de pensiones cada dos años. Estas medidas permitirán una mayor eficiencia en la administración de los fondos, beneficiando a todos los cotizantes.
Hoy, millones de personas pueden tener más certezas de que sus pensiones les permitirán solventar sus gastos mínimos. Ni María ni Genaro tendrán que decidir entre comprar sus medicamentos o un kilo de harina, porque el nuevo sistema les otorga mayor estabilidad y seguridad económica. Esta es la verdadera esencia de una reforma previsional: garantizar que nadie llegue a la vejez con angustia y desprotección.
Sin embargo, es necesario seguir avanzando con responsabilidad. La baja tasa de natalidad y la automatización del empleo están modificando la estructura del mercado laboral. Antes de definir cambios en la edad de jubilación, es fundamental medir el impacto de esta reforma y evaluar cómo se ajusta a las nuevas realidades económicas y demográficas del país.
El desafío ahora es garantizar una implementación efectiva de esta reforma para que sus beneficios lleguen a la ciudadanía. Chile necesita un sistema previsional que brinde seguridad social y dignidad a sus trabajadores, sin imponer cargas excesivas a las futuras generaciones. Ese es el camino que hemos comenzado a trazar y que debemos consolidar con responsabilidad y visión de futuro.