Dr. Ricardo Barra Ríos
Director Centro EULA Universidad de Concepción
El día de la tierra —que se conmemora cada 22 de abril—, es un evento que comenzó el año 1970 en los Estados Unidos por la creciente preocupación sobre el estado de salud del planeta, en esos años afectado por la contaminación industrial, la lluvia ácida, la discusión sobre los efectos ambientales de los plaguicidas, etc.
Ya han pasado 54 años y las temáticas han sido varias, por ejemplo, este año tiene que ver con la contaminación por plásticos, un fenómeno que hemos venido estudiando hace algunos años y donde se discute un acuerdo global para detener la contaminación por plásticos, del cual Chile es también parte.
La idea de este año es prohibir el plástico de un solo uso a nivel global para el 2030. Chile ya ha dado pasos porque existe la ley Chao bolsas plásticas y la ley de Responsabilidad Extendida del Productor, que permite una gradualidad en la eliminación de productos de un solo uso, en particular utensilios plásticos desechables, tan comunes en nuestros días.
Considero que el país está avanzando en la dirección correcta y que se debe realizar un trabajo muy intenso de educación a todos los actores de la cadena de valor de los plásticos, que en la práctica somos todos los ciudadanos. El uso de plásticos en envases y embalajes tiene sus días contados, por lo que se requiere que la industria, en colaboración con otros actores —incluidas las universidades—, busque alternativas viables y costo efectivas para el reemplazo de esos materiales, que hoy día son difícilmente reciclables, y se van directamente a los vertederos y rellenos de residuos, incrementando la actual crisis de residuos que enfrentamos como país y planeta.
Desde la ciencia proponemos que es importante disponer y avanzar en la eliminación de todos los usos no esenciales de los materiales plásticos. Sabemos que no en todas las áreas podemos avanzar con la misma velocidad, y es seguro que el tema de la contaminación por plásticos que hemos observado en todo el planeta nos va a acompañar por muchas décadas y quizá siglos, la idea es entonces detener la marea de desechos plásticos que día a día vertimos al ambiente.
Un informe reciente del Consejo de Investigación de Noruega nos indica que son más de 16.000 las sustancias químicas que participan en los plásticos (debido a sus innumerables aplicaciones en todas las esferas de la vida moderna), muchas de ellas pueden tener efectos adversos en la salud humana y en los ecosistemas, de las cuales al menos unas 4.200 tienen alguna propiedad indeseable o de preocupación, como dicen los autores (toxicidad, bioacumulación, duración en el ambiente etc.).
Como consumidores nos debiera ocupar también exigir a las autoridades y a la industria que se transparente qué sustancias y preparados químicos acompañan a los plásticos, porque si bien es cierto que hay mucha información protegida por derechos de propiedad intelectual, aquellas sustancias y productos que son reconocidamente tóxicos o de preocupación, persistentes y bioacumulables, debieran ser informados a la comunidad. Tenemos entonces un gran desafío.