Opinión

Más y mejor educación ambiental para Chile

Podemos hacer cambios de hábitos domésticos para reducir nuestra huella de carbono y nuestras actividades contaminantes.

Por: Diario Concepción 26 de Enero 2024
Fotografía: Cedida

Cristian Martínez-Villalobos
Académico, investigador Data Observatory

En una decisión tomada en una conferencia de las Naciones Unidas, desde 1972 es que el 26 de enero celebramos el Día Mundial de la Educación Ambiental. Como profesor universitario e investigador especializado en cambio climático, siempre me preguntan por qué el público debiera saber sobre el cambio climático y medioambiente en general. ¿No pueden simplemente los políticos y científicos ponerse de acuerdo?

Si bien vivimos en un mundo dominado por la propiedad privada y por la maximización del bienestar del individuo o grupo cercano, toda actividad socioeconómica se desarrolla en un “background” común. Desde el punto de vista local, por ejemplo, cada uno vive en un barrio y tiene vecinos, y es necesario que existan normas de convivencia básicas que todos (o la mayoría) sigan para que ésta funcione. Desde el punto de vista global, el planeta es uno solo y todos lo compartimos. Lo que uno haga necesariamente afecta al otro. Desde el punto de vista productivo, cualquier actividad económica puede generar lo que los economistas llaman “externalidades negativas”. Esto se refiere a efectos secundarios propios de la actividad económica, cuyos costos paga la sociedad en conjunto. Un ejemplo, sería el smog generado por distintas actividades industriales en Santiago. Una buena educación ambiental es indispensable para dar a entender que las externalidades negativas abundan (especialmente sobre el medioambiente), y que estos costos tienen que tomarse en cuenta en las decisiones que como sociedad tomemos.

Tener una buena educación ambiental es un requisito necesario para generar “conciencia ambiental”. Si bien la gran mayoría de nosotros no somos tomadores de decisiones a nivel nacional, sí podemos hacer cambios de hábitos domésticos para reducir nuestra huella de carbono y nuestras actividades contaminantes. Aunque a nivel global esto puede ser insignificante, lo importante es generar una masa crítica y mostrar que como consumidores valoramos productos que consideren el cuidado medioambiental. Esto puede ser un catalizador para la innovación. Si hay suficientes consumidores interesados en productos con baja huella de carbono, el mercado eventualmente proveerá productos con baja huella de carbono. Comencemos hoy con este cambio individual para impactar a futuro en lo global.

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