Opinión

El valor del juego libre, creativo y espontáneo

Por: Diario Concepción 20 de Noviembre 2023
Fotografía: Cedida.

BERNARDITA JENSEN
Desarrollo Integral de Fundación Mustakis

El juego, como una acción innata, es un sinfín de oportunidades para el desarrollo sano, especialmente durante los primeros años de vida. Según la neurociencia contemporánea, en las etapas tempranas sentamos los cimientos de nuestra personalidad y estructura de pensamiento, siendo un período autoconstructivo, sensible y decisivo, lleno de posibilidades y esperanza.

Jugar es un acto de confianza que se desenvuelve en el presente, libre de juicios, confrontaciones o competencias. Podríamos decir que no se rige por la lógica fría, pura y dura, sino que responde más bien a la emoción en acción. Es un impulso biológico y básico, siendo lo más fiel de nuestra autoconstrucción.

Un enfoque interesante sobre el tema fue el de la Dra. Gerda VendenZöller, quien demostró que el desarrollo psicomotor infantil depende de la armonía en la conexión materna.

“El juego es cualquier actividad que se realiza por sí misma, sin preocuparse por las consecuencias. La inocencia y el juego van de la mano. La inocencia implica no preocuparse por las consecuencias de nuestras acciones, y cuando los adultos adoptan esta actitud, hablamos de conductas inocentes. En mis talleres, las madres aprenden a jugar con sus hijos de una manera especial, como lo hacen los niños. Algunas situaciones requieren una confianza mutua completa”, afirmó la investigadora.

El juego es el lenguaje del vínculo y la manifestación del amor. Cuando se da, nos sentimos vistos, amados y comprendidos. No instrumentaliza las relaciones, sino que nos permite ser nosotros mismos con los demás. En este sentido, al pensar en la curiosidad infinita que experimentamos en la infancia, es posible que no haya mucha diferencia entre los niños y niñas que juguetean absortos y aquellos que se deleitan observando un paisaje, como un hermoso amanecer.

En un momento en que la salud mental representa un desafío global, es importante recordar que la Organización Mundial de la Salud declaró en 2018 que el 50% de los problemas en la adultez comenzaron antes de los 14 años, y el 75% antes de los 18. Volver a lo natural y esencial de nuestra capacidad humana básica puede ser una herramienta sanadora y con un impacto significativo en el bienestar social.

La exclusión del juego libre, creativo y espontáneo es una tragedia en el entorno escolar. La omisión de este aspecto en la educación tiene repercusiones en la maduración psicológica y la evolución mental. La infancia es un período de tiempo presente y tiene sus propias directrices. El dicho “ser como niños” alude a la estrecha conexión entre disfrutar el momento y estar plenamente presente, tanto para uno mismo como para los demás. Prestar atención es un acto mental y, a la vez, uno amoroso y profundo, que a menudo se aleja de la perspectiva adulta, centrada en la utilidad y en el resultado por encima del proceso. Por lo tanto, es imperativo crear entornos propicios en nuestras escuelas e instituciones, que fomenten la creación y la exploración desde lo innato e instintivo, porque la niñez es, en esencia, espontaneidad.

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