Opinión

Proyecto 2023: la constitución de la “obsolescencia programada”

Por: Diario Concepción 11 de Noviembre 2023
Fotografía: Dra. Tania Bush Venthur

DRA. TANIA BUSCH VENTHUR
Centro de Estudios Europeos UdeC

Las constituciones pueden clasificarse entre mínimas o abstractas y o desarrolladas o de detalle, según si trazan las líneas fundamentales de una comunidad dejando su desarrollo para la discusión democrática, o por el contrario, regulan pormenorizadamente sustrayendo materias de la discusión política. También se distinguen las constituciones rígidas de las flexibles, según qué tan gravoso sea su procedimiento de reforma.Para que una constitución sea duradera, generando estabilidad y gobernabilidad,las fórmulas aconsejables son la combinación de abstracción y rigidez, o detalle y flexibilidad.

El proyecto rechazado el año pasado era rígido y detallado. El proyecto constitucional que se someterá a plebiscito en diciembre insiste en la misma fórmula. Aunque en menor grado, la rigidez y el detalle fueron también una característica de la Constitución de 1980, impidiendo la actualización de sus principios fundamentales y su catálogo de derechos. Previo al plebiscito de 2022 una reforma constitucional corrigió este problema, flexibilizando significativamente la carta.

De aprobarse, el proyecto de Constitución 2023 se convertiría en una de las constituciones más largas del mundo. Mucho se ha discutido sobre su carácter conservador del proyecto, que deviene en inconstitucionales opciones de corte progresista. Pero se ha reparado poco en que su pormenorizada regulación rigidiza la capacidad de respuesta de la Administración del Estado ante los problemas públicos. Se llega a constitucionalizar políticas políticas públicas en materias tan disímiles como migración, formas de proveer los derechos sociales, y fijación de exenciones tributarias. Llega incluso a determinar la carga horaria y contenidos escolares que puede definir el Ministerio de Educación. Esto permite prever una suerte de obsolescencia programada de una Constitución del 2023.

En los últimos años hemos enfrentado problemas imprevistos, como el estallido social, la emergencia sanitaria, y fenómenos como lluvias o incendios de inusual magnitud. Vivimos en tiempos de incertidumbre y no es posible definir hoy cuáles serán las herramientas que el aparato público necesitará mañana. Una constitución que obstaculiza la acción eficaz y eficiente del aparato público frente a las crisis no parece una buena idea.

La Constitución de 1980 hoy sigue teniendo una regulación detallada en materia de derechos y rol del Estado, pero las posibilidades de discutir su reforma son muy distintas a décadas pasadas. Quizá mantener esa ventana abierta otorgue mayor estabilidad y posibilidad de hacer frente a los desafíos futuros, que el cerrar la cuestión constitucional con un texto que divide más que une, y puede quedar en pocos años obsoleto.

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