Dr. Francisco Gatica Neira
Economista Observatorio Corbiobío-Académico UBB
Los perfiles económicos de nuestros territorios son el resultado de un conjunto de capas históricas que caracterizan nuestra matriz productiva actual. Cada momento productivo dejó en el territorio una base de conocimientos, competencias y activos que no desaparecieron del todo, sino que se reconfiguran constantemente y nos permiten enfrentar los nuevos desafíos.
En nuestra estructura productiva actual tenemos una mezcla única de la industria cerealera del siglo XIX, de la actividad sustitutiva de importaciones de mediados del siglo XX, de la cadena exportadora forestal y pesquera del último tramo del siglo pasado.
Actualmente nuestra industria regional está viviendo un momento complejo. A la difícil situación que vive Huachipato, producto del bajo precio que llega el acero chino, se suma la industria forestal, en especial la pyme maderera, con estrechamiento de mercados y falta de madera. Todo lo anterior en un contexto de incertidumbre económica global. Cada vez que se contrae la actividad en algunas grandes empresas, se ve afectada toda la pirámide productiva de proveedores y contratistas. El efecto multiplicador amplifica los impactos negativos o positivos en toda la base productiva regional.
En este contexto, como Región debemos revisar sistemáticamente las competencias que tenemos, y que son producto de nuestra historia, para reinventarnos productivamente. Esto no significa que las cadenas ya presentes en el territorio deban desaparecer, eso sería un gravísimo error, sino que implica, a partir de lo tenemos, innovar para complejizar nuestra matriz productiva regional. Utilizando la idea de complejidad económica de César Hidalgo,algo así como: buscar producir una mayor variedad de productos y que, al mismo tiempo, esos productos puedan ser únicos en un esquema de competencia global.
Hace pocas semanas tuvimos un primer Summit de Inteligencia Artificial: Transformación digital para la industria 4.0, en el contexto de un FIC del Gobierno Regional del Biobío, liderado por la Universidad del Bío – Bío, en la misma línea tuvimos también el reciente lanzamiento del Doctorado en Inteligencia Artificial, donde participan las universidades del Bío – Bío, de Concepción, la Católica de la Santísima Concepción y la Técnica Federico Santa María. En ambas instancias se plantearon tecnologías concretas y alcanzables para reinventar nuestra actividad económica local, con un enfoque aplicado y lo más importante factibles de implementar.
Ante esta nueva ola paradigmática, nuestras pymes tendrán que enfrentar altas barreras para la adopción de estas nuevas tecnologías. Los diversos estudios plantean como factores claves la falta de mano de obra calificada en digitalización, la poca claridad para los decidores de los beneficios de las nuevas tecnologías, los problemas de tamaño, los problemas de compatibilidad, la ausencia de financiamiento externo, las dificultades de conectividad digital, el escaso “tironeo” de la demanda, la falta de una masa crítica de consultores tecnológicos calificados, entre otras complicaciones.
Cada una de esas brechas pueden ser superadas de manera colectiva mediante la participación de las empresas grandes y las pymes, del Gobierno Regional con sus instrumentos, de las universidades, revalorizando la investigación aplicada y de diversos actores de la sociedad civil, donde destacan las corporaciones, las cámaras y las asociaciones, entre otros.
Entonces, es la hora de activar las sinergias colectivas regionales para acelerar los aprendizajes y la adopción de las nuevas tecnologías, en especial en las pymes manufactureras. Es la hora de aprovechar los eslabonamientos entre las grandes y las pymes para tironear nuevas tecnologías, para incubar las ideas emergentes. Es la hora de repensar y potenciar las políticas públicas en los territorios. Es la hora de activar nuestra herencia productiva. Es la hora de moverse por la industria regional.