Frane Zilic
Director Magister en Construcción Industrializada en Madera – mCIMA e Integrante del CEE UdeC
El sector de la construcción está en crisis. Sus indicadores sociales, ambientales y económicos se encuentran consistentemente muy por debajo de las otras industrias manufactureras. El 42% de los trabajadores son informales, un 26% no cuenta con enseñanza media completa y solo un 7.6% son mujeres. Es una fuerza laboral que se está envejeciendo, porque el trabajo físico en condiciones precarias ya no es atractivo para las nuevas generaciones. Adicionalmente el sector genera el 40% de las emisiones de CO2 y el 34% de los desechos totales, y esto daña la posibilidad de sentirse parte de algo integralmente positivo, aspecto necesario para la atracción de los jóvenes que hoy tienen una mayor conciencia ambiental.
Mientras la producción de otros bienes trabaja en base a plataformas de diseño, con estándares que permiten modelos de integración de proveedores, la construcción sigue funcionando con un modelo artesanal que gestiona personas y materiales en función de cada proyecto. Es urgente que el sector cambie a un proceso industrial, en el que el diseño esté detallado al milímetro, las condiciones laborales sean confortables y seguras, el montaje sea rápido y limpio, y sobretodo se pueda medir, retroalimentar y optimizar en forma continua.
La industrialización pareciera ser la base para permitir solucionar una serie de indicadores negativos de la construcción, pero no debemos caer en la trampa de pensar que es el objetivo, ni mucho menos que existe una sola manera de hacer las cosas. En la búsqueda pública de su impulso debemos mantener flexibilidad para que el sector privado pueda innovar , adaptarse y encontrar soluciones que se adecuen mejor a su contexto. Con esto en mente el gobierno de Reino Unido elaboró una clasificación de diversos métodos por los cuales la construcción puede mejorar sus procesos: los Métodos Modernos de Construcción (MMC). En esta clasificación cabe la pre-fabricación en base a módulos, paneles y elementos, pero también hay espacio para la impresión 3D, los componentes no estructurales y las mejoras en terreno, como el uso de realidad aumentada, drones, lidar e inteligencia artificial. Este gran paraguas se usa para las compras públicas y se les exige a los oferentes que alcancen por lo menos un 55% de valor prefabricado. Esta exigencia permite que las empresas combinen distintas estrategias y prueben diversos proveedores. Con esto se generan nuevos sistemas de garantía y se crean ecosistemas de innovación en la búsqueda de la mejora de la construcción.
Este cambio está lejos de ser incremental, va a implicar una reestructuración profunda que requerirá nuevos actores, procesos, controles y estándares. Si queremos avanzar sobre seguro va a ser importante que miremos permanentemente a los que nos llevan la delantera.