VALENTINA ÁLVAREZ HUERTA
Colaboradora Centro de Estudios Europeos UdeC
Cada día resulta más evidente la necesidad de implementar en Chile un modelo económico basado en la reducción, reutilización, reciclaje y recuperación de los recursos naturales y materiales, con el objetivo de minimizar el desperdicio y la generación de residuos, es decir, un modelo económico circular.
Las cifras hablan por sí solas. De acuerdo con el Informe del Estado del Medio Ambiente 2020, en el año 2018 Chile generó un total de 19,6 millones de toneladas de residuos sólidos anuales, de los cuales, el 55% es de origen industrial y el 42% domiciliarios (municipales). Según la misma fuente, en cuanto al tratamiento de los residuos domiciliarios, un 99% de estos va a disposición final, mientras que tan solo un 1% es enviado a algún tipo de valorización, que comprende la preparación para la reutilización, el reciclaje y la valorización energética.
En todo caso, lo cierto es que la disposición final de los residuos es una problemática de alcance mundial. Un Reporte elaborado por la CEPAL reveló que la producción de residuos a nivel mundial pasó de 1.300 millones de toneladas por año en 2012 a más de 2.000 millones de toneladas en 2016. Las proyecciones indican que hacia 2030 se producirán 2.590 millones de toneladas de residuos anualmente a nivel mundial y que esta cifra subirá a 3.400 millones de toneladas en 2050.
En este escenario, resultan admirables los esfuerzos adoptados por algunos países que forman parte de la comunidad europea que ostentan algunas de las tasas más altas en reciclaje, tales como Alemania o Bélgica. Lo anterior se explica porque, a mediados de 2014, la Unión Europea puso en marcha una serie de acciones tendientes a la modernización de la política y de los objetivos sobre residuos, basándose en la prevención, el diseño ecológico y la reutilización, entre las cuales se incluye el Plan de Acción de Economía Circular de 2020.
Por su parte, en el año 2016 comenzó a regir en Chile la Ley 20.920, que instaura un régimen especial de gestión de residuos, permitiendo potenciar la cadena de reciclaje. Sin embargo, a la fecha existe un bajo nivel de información en torno a la ley y solo un 10% de las empresas está en un sistema de gestión de residuos. En definitiva, es necesario seguir trabajando para fomentar la gestión adecuada de los residuos y avanzar hacia un modelo económico más sostenible y responsable con el medio ambiente.