El premio Nobel de este año se lo ganaron investigadores que trabajaron en lo que se denomina “entrelazamiento cuántico”.
Leidy Peña Contreras
Estudiante del Magíster de Astronomía
Universidad de Concepción
Divulgadora CATA
El 2022 fue un año que dio mucho que hablar, desde temas políticos hasta temas científicos. El telescopio espacial James Webb revolucionó la astronomía, descubrió cúmulos antiguos de estrellas, observó galaxias distantes, mostró cunas estelares y además transformó la forma en cómo vemos los planetas extrasolares y nuestro propio Sistema Solar; este observatorio de unos 10 mil millones de dólares sorprendió con sus majestuosas imágenes y se espera que las propuestas más ambiciosas de observación que consigan lanzar los astrónomos en todo el mundo, puedan comenzar para julio de este año.
Por otro lado, la misión DART (Prueba de redireccionamiento del asteroide doble, por sus siglas en inglés), anunciado como el avance del año en la física, fue la nave espacial enviada para desviar la trayectoria de un asteroide, con la única intención de demostrar que ante cualquier amenaza de una roca espacial en el fututo estamos preparados para salva a la Tierra.
El premio Nobel de este año se lo ganaron investigadores que trabajaron en lo que se denomina “entrelazamiento cuántico”, que explica cómo pueden estar conectadas las partículas subatómicas, y lo más importante en realidad de esto, son las aplicaciones que se le puede dar, como en criptografía o computación cuántica.
De igual forma, investigadores del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) construyeron una nueva celda como el primer motor térmico de estado sólido que convierte la luz infrarroja en energía eléctrica de manera más eficiente que un generador de turbina, que podría convertirse en un componente importante de una red eléctrica más limpia y ecológica; y hablando de energía, el 13 de diciembre el Departamento de Energía de EEUU comunicó que científicos de un laboratorio federal lograron producir reacción de fusión que crea energía ilimitada, barata y no contaminante, como lo hacen las estrellas.
Finalmente, a pesar que ser un hito científico como tal, el 15 de noviembre del año pasado llegamos a ocho mil millones de personas, menos de un siglo después de que el planeta albergara dos mil millones; así que serán muchos desafíos tecnológicos, científicos, gubernamentales, políticos, y demás sustentables para mantenernos y cuidar el único planeta en este vasto Universo apto para la vida.