Opinión

El Impuesto Rosa

Por: Diario Concepción 11 de Noviembre 2022
Fotografía: Verena Yáñez

Verena Yáñez Andrades
Académica FACEA UCSC

Se han preguntado alguna vez ¿por qué las mujeres pagamos más que los hombres por productos de similares características y que entregan el mismo servicio?. Esto es a lo que se conoce como “El impuesto rosa (Pink tax) o impuesto de género (gender tax)”, no es un impuesto en sí como tal, si no más bien, se define como el sobreprecio que pagan las mujeres por un determinado producto o servicio sólo por estar dirigido a un público femenino.

En términos más simples, podemos encontrar en el mercado un mismo producto con iguales características, pero con un diseño y color creado solo para nosotras que lo hace ser más costoso. Ejemplo de ello, son las diferencias de precios que pagamos en accesorios deportivos, pañales para bebé, artículos de aseo (como las máquinas rasuradoras), bicicletas, scooter, entre otros.

Este fenómeno se ha vuelto común en distintos países a nivel mundial, incluido Chile. El primer estudio sobre este tema se realizó en la década de los noventas en la ciudad de Nueva York, EEUU, y hoy en día la única experiencia legislativa en esta materia la encontramos en el estado de California, que aprobó el Gender Tax Repeal Act f 1995, convirtiéndose en el primer estado en promulgar una legislación para proteger contra la discriminación de precios basada en el género.

En nuestro país, el Servicio Nacional del Consumidor (Sernac), realizó un estudio prospectivo que consideró dos levantamientos de información (2018 y 2019) considerando marcas presentes en los rubros de tiendas especializadas, multitiendas, cuponeras, supermercados y farmacias. El primer estudio reveló que un 24% de los productos analizados (250) registraron diferencias de precios por género, de los cuales el 73,3% fueron más altos para el sector femenino. En el segundo, las cifras fueron muy similares ya que, del total de productos evaluados (224), un 21,9% registró diferencias de precios por género y el 81,6% fueron más altos para las mujeres. Al comparar las diferencias de precios por categoría, el ítem “bolsos, mochilas y maletas” presentó la variación más alta, con un 157,5% para el género femenino. El ejemplo más impresionante es aquel que muestra la diferencia de un 311% en el precio de un bolso deportivo idéntico en características el cual solo difería en color, uno era de color fucsia y el otro negro. Si bien es cierto, la Ley del Consumidor (LPC) consagra como un derecho básico el no ser discriminado arbitrariamente, lo que quiere decir que las empresas no pueden hacer distinción sin fundamento objetivo entre los consumidores, por aspectos como sexo, raza, condición social o por aspecto físico, más de alguna mujer, al ver estas grandes diferencias, se ha sentido discriminada.

Aun cuando la estrecha vinculación existente entre las mujeres y el hogar (lo doméstico), es considerada como una consecuencia que explicaría el precio más elevado por el mayor peso en las decisiones de consumo y en la disposición de pagar de este sector, en muchos países se ha generado un movimiento exigiendo a las empresas que equiparen los precios de los productos dirigidos a mujeres y el nuestro, no debiera ser la excepción. Por último, la ley del consumidor no sanciona este tipo de prácticas, pero la ciudadanía sí lo puede hacer saber y para ello el Sernac invita a dejar en evidencia las malas prácticas de algunas empresas en su sección “Alerta Ciudadana”. ¡No por ser mujer debemos pagar más!.

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