Opinión

Astronomía Chilensis

(Advertencia: si Ud. no habla chileno, consígase uno para seguir leyendo)

Por: Diario Concepción 16 de Septiembre 2021
Fotografía: Cedida

Dr. Roger Leiton Thompson
Centro para la Instrumentación Astronómica (CePIA)
Departamento de Astronomía, Universidad de Concepción

La astronomía ya es parte de la idiosincrasia criolla. En Chile, observar el Universo es grito y plata porque los cielos aquí son de lo mejor (más claro, echarles agua). Y es que los astrónomos nacionales rayan la papa con tanto telescopio en el norte. Les sacan el jugo a los observatorios instalados por los gringos en remotas montañas, allá por donde el Diablo perdió el poncho. Pero para usarlos, primero a uno se le tiene que caer la teja e idear un proyecto de investigación que un comité de expertos evaluará (porque ¡otra cosa es con guitarra!).

Como astrónomo entonces pensaré en un muy buen proyecto de observación; no puedo arrancarme con los tarros y mandarme las partes. Debo ser preciso para no mear fuera de tiesto, sino pensarán que ando más perdido que el Teniente Bello (y na’h que ver andar mostrando la hilacha). El comité revisará mi propuesta de observación, buscándole la quinta pata al gato. Al proyecto no pueden faltarle palos pa’l puente sino quedaré como chaleco ‘e mono, dando jugo. Si escribo puras cabezas de pesca’o, al comité le importará un cuesco mi investigación. Pero si mi idea es buena, estarían enfermos del chape si no me dejan usar telescopio que pido. Igual, en pedir no hay engaño. Luego de la evaluación, hay que estar al cateo ‘e la laucha: si gano, me sentiré como chancho en barro; sino, me iré como loro por el alambre.

Luego llegará el momento de las observaciones. A veces el tiempo no acompaña o hay dificultades técnicas, y no siempre se puede observar bien (a algunos astrónomos esto le saca los choros del canasto). Hay que tener paciencia. Una vez terminadas mis observaciones, analizaré los datos que tomé del cielo. Esta parte es más enredada que pelea ‘e pulpos. Hay que ir despacito por las piedras, matando los piojos de a uno, sin apurarse en sacar conclusiones porque en la puerta del horno se quema el pan. ¡No debo meter la pata! Si el análisis sale mal, los resultados no serán ni chicha ni limoná.

Pero pastelero a tus pasteles: los astrónomos somos expertos en nuestros temas de investigación y nos vamos por un tubo cuando los datos son de buena calidad. Una vez que tenga mis conclusiones astronómicas listas (y, quién sabe, incluso hasta algún descubrimiento a todo cachete) tendré que chicotear los caracoles para redactar un artículo científico antes de que otros se me adelanten; porque camarón que se duerme… Cuando la investigación esté publicada, me habré anotado un poroto.

Y así (más o menos) transcurre el trabajo de un astrónomo en Chile. El Universo es vasto (y más viejo que el hilo negro) y los científicos trabajamos desde Chile para arrancarle sus secretos porque, en lo que respecta a la astronomía, aquí es donde las papas queman. No seamos lesos y peguémosnos el alcachofazo: hay que estar ojo al charqui cuidando los cielos de Chile. Si guateamos con la contaminación lumínica… que dios nos pille confesa’os. ¡Felices Fiestas Patrias!

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