La primera gran decisión de la convención será el reglamento. El diseño de cómo se desarrollará la labor de redacción de la constitución.
Andrés Cruz Carrasco
Abogado, doctor en Derecho.
Transitamos por un determinante proceso histórico, en el que importa no sólo el resultado, que será una nueva constitución, sino que también la actividad que se desarrolle para legitimar este producto, para concebir una norma fundamental que sea compartida por la ciudadanía, la que podrá encauzar sus aspiraciones, participando de manera efectiva, en el contexto del marco político contingente.
Se deberá asegurar que la redacción de la carta fundamental se desarrolle por los convencionales constituyentes electos, pero en conjunto con la ciudadanía, para lo cual deberá actuarse con transparencia, con mecanismos de rendición de cuenta, informándose de manera oportuna a la comunidad del estado de los trabajos y permitiéndose su intervención para que todos nos sintamos parte de este momento.
Se debe ante todo saber escuchar y dialogar para obtener un resultado justo. Saber construir, en conjunto con otros, con templanza y prudencia. También con fortaleza, para no dejarse avasallar por las presiones de quienes siempre invocan tener la verdad a su favor, ya sea por decirse interesados “expertos”, ya sea por asumirse como mesiánicos representantes de alguna minoría vociferante, titulares de una ideología revelada que a palos, fuego y piedrazos pretenden imponerse sobre todos, considerados pecadores seculares, que juzgan por su pasado o por su presente, parapetándose esencialmente en las redes sociales, careciendo de toda capacidad para dialogar y comprender que una sociedad es y debe ser diversa.
La primera gran decisión de la convención será el reglamento. El diseño de cómo se desarrollará la labor de redacción de la constitución. Las posiciones contrapuestas deberán ser conducidas hacia el logro del objetivo, que es alcanzar de manera consensuada un buen texto. Las reglas que determinen como se deliberará, como se verificarán las negociaciones y debates, serán indispensables. Tan importante como las comisiones, será el lugar en que funcionará la convención. Debería tener un carácter itinerante o al menos asegurar que las comisiones puedan desenvolverse en provincias, abriendo espacios de participación ciudadana, recibiendo y respondiendo a las inquietudes que vayan surgiendo. Se debe promover una constante interacción entre la convención y la ciudadanía, para que esta última sea considerada en cada uno de los grandes temas constitucionales, no generándose la sensación que todo se trata de un “gatopardismo”, en el que se hace como si se cambiaran las cosas, pero que en realidad todo permanecerá igual, produciéndose una deslegitimación de todo el proceso.