Opinión

La Salud Pública en Concepción

Por: Diario Concepción 12 de Abril 2020
Fotografía: Diario Concepción

El problema sanitario en Concepción fue atendido a partir de la fundación de la cuidad en 1550 por Pedro de Valdivia, quien junto al reparto de encomiendas y propiedades, reserva un espacio para hospital, el cual fue regido por las órdenes religiosas que acompañaban la conquista. Hay que destacar que la guerra de Arauco, las pestes y otras inclemencias sanitarias, estuvieron siempre presentes en la Región.

Luego del traslado al sitio de la Mocha, se edificó el primer hospital, dedicado a la Virgen de la Misericordia y dirigido por los Hospitalarios de San Juan de Dios. El nosocomio entró a funcionar en el año de 1775, el edificio constaba, además de salda de enfermería, con botica, ropería, oficinas y celdas para los religiosos. Su construcción fue dirigida por el Prior, Fray Cayetano de Torres. Estaba ubicado en la manzana comprendida entre las actuales calles Barros Arana, Salas, O’Higgins y Serrano. Donde permaneció hasta 1838, año en que el sitio fue cedido a los Franciscanos. En 1840, se construirá un nuevo hospital a los pies del Cerro Caracol, en el actual parque Ecuador.

Trabajaban en el hospital un médico con $300 de sueldo anual, un barbero sangrador con $40. Las cuentas del establecimiento las dirigía el Obispo de la Diócesis, a través del Gobernador del Obispado, don Francisco de Arechavala.

Aparecen ejerciendo la medicina en esos años, con el nombre de cirujanos, Don Manuel Carvallo Suarez y don Dionisio Rocuant, Esteban Justo y Juan Rivera, quienes sirvieron en el ejercito del Sur por varios años. Hay constancia de una autopsia practicada en Concepción, al soldado Antonio Bueno, perteneciente a la compañía de Don Antonio Bocardo. Los servicios más importantes se prestaban en tiempos de epidemia, como el gálico o morbo gálico, hoy sífilis; el maldito, conocido hoy como tifus exantemático y la viruela.

Era frecuente que la población fuera atacada por dichos males que ocasionaban numerosas víctimas. En 1760, se presentaron algunos casos de viruela, traídos por los navíos del Perú, los enfermos fueron aislados en la isla Quiriquina y atendidos por el fraile José Eyzaguirre de la Orden de los Hospitalarios de San Juan de Dios.

Otras grandes epidemias, ocurrieron en los años 1780 y 1789. Los enfermos fueron sacados a un fundo perteneciente al Hospital, llamado Coihueco y situado a dos leguas de la ciudad. En la epidemia de 1780 regía la diócesis el Obispo Marán, quien prestó abnegados servicios. En la de 1789 perecieron 1.500 personas de la ciudad, que en esos momentos contaba con 6.000 habitantes. El capellán del ejército, presbítero Juan de Ubera, cirujano del Hospital, atendió a los enfermos en esta oportunidad. En Octubre de ese año, se reunió el pueblo en la plaza, para deliberar si convenía o no, la inoculación del pus varioloso, el presbítero Ubera, dio el ejemplo, inoculándoselo el mismo.

Mantuvieron botica en la ciudad los padres jesuitas y al ser estos expulsados quedó a cargo de su administración don Juan Francisco García, a quien se da el título de Facultativo en el Arte de Farmacia y Protoboticario.

El cirujano Rocuant, fue contratado en 1785 para dirigir por la botica. Los medicamentos que contenía eran los siguientes, según consta en el inventario: “diente de jabalí, 3 lib 2 oz; marfil raspado 17 lbs, 2 oz; diente de caballo marino 17 oz; piedra del águila 4 lbs; piedra judaica 5 lbs; ojo de cangrejo 12 lbs; mandíbulas de pez 14 oz; polvos de diente de chancho, 2 dracmas”. Curiosos nombres para preparar remedios. Se traspasó también la biblioteca de la farmacia que la formaban las siguientes obras: 5 tomos de cuero mulero y otro de cuero desencuadernado: una Química de Yunquen; una Farmacopea de Palacios; una Farmacopea Vitem Vengica; una obra de Equet, otra de Morton y un Garohilasis en alemán.

Regía para la ciudad una tarifa de regulación de precios a que debían venderse las medicinas en las boticas, tarifas formuladas por Fulgencio Rodenas, José Llenes y Dionisio Rocuant.

Hasta aquí los datos curiosos de la atención médica entre los siglos XVIII y XIX.

Alejandro Mihovilovich Gratz,
Profesor de Historia y Geografía
Investigador del Archivo Histórico de Concepción

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