Opinión

Un crimen que no hay que olvidar

Por: Diario Concepción 31 de Agosto 2019

Cuevas, ocurrido en confusas circunstancias en Castellón al llegar a Víctor Lamas, alrededor de las 21:45 horas. Fui testigo presencial de estos hechos. En compañía de un amigo, recogí al cabo Aroca antes de que se desplomara herido de bala. No pensé en el riesgo ni las consecuencias que esta acción tendrían en mi vida.

Tengo grabadas en mi mente las imágenes del cabo Aroca en mi auto, camino al Hospital Regional y sus últimos suspiros antes de fallecer en la Urgencia.

Un ambiente de repudio hacia este crimen y de reproche al Gobierno de la Unidad Popular se levantó en Concepción y muy especialmente contra el Partido Socialista, al que se acusaba que desde su sede, situada en calle Castellón, habrían salido los disparos que mataron al cabo Aroca.

El país estaba viviendo una difícil situación, con atentados perpetrados por Patria y Libertad a lo largo de Chile, y Concepción no era la excepción; el ambiente político era de enfrentamiento y ese 30 de agosto se habían realizado diversas marchas de apoyo y también de rechazo al Gobierno.

Días después fui citado a declarar a la Fiscalía ante el fiscal Gustavo Villagrán, recién ahí pude darme cuenta de las contradicciones entre la versión de los propios carabineros y la mía, empezando una pesadilla que se alargó varios meses. Fui amenazado de muerte y en dos ocasiones fui perseguido por sujetos jóvenes en actitud amenazante, lo que se agravaba por mi condición de militante de un partido de izquierda. Tanto fue el peligro que debí salir de Chile.

Dos inocentes pagaron por este crimen. Uno de ellos fue Héctor Figueroa Yáñez, militante del PS, detenido después del 11 de septiembre de 1973, acusado de ser el autor del asesinato del cabo Aroca. Estuvo encarcelado 9 años, siendo conmutada su pena por extrañamiento. Desde entonces vive en Noruega. El otro es Vladimir Orellana, quien fue cuidador de la sede del PS en Concepción, y estuvo detenido antes y después del golpe por los mismos hechos. En ambos casos se obtuvieron confesiones bajo tortura.

Fueron varios los militantes de izquierda que tras el golpe cívico militar fueron detenidos y acusados de esta muerte, que hasta el día de hoy permanece impune, sin justicia ni reparación hacia quienes injustamente se responsabilizó y tampoco hacia la familia del cabo Exequiel Aroca. Por eso, es importante no olvidar esto hechos y buscar su verdad.

 

Jorge Schindler Etchegaray
Presidente Corporación Memorias del Bío Bío

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