Opinión

Santiago del Nuevo Extremo: melodiosa poesía para el encuentro de la vida y el espíritu

Por: Diario Concepción 19 de Enero 2019
Fotografía: Contexto

En el marco de las Escuelas de Verano de la Universidad de Concepción, denominadas este año Albor Centenario, el sábado recién pasado, en el foro de la Universidad, la comunidad penquista pudo disfrutar la música, poesía y propuesta artística de Santiago del Nuevo Extremo.

Fueron dos horas en las cuales el conjunto musical, nacido a fines de la década de los 70’, hizo una presentación en la que combinó tres momentos de su trayectoria musical: los temas clásicos con los que fueron conocidos en todo el país, como Simplemente, Homenaje y A mi ciudad; varios temas de su último disco, como Abierto al sol, Sonar de luz, La Paloma, Harina y sal; y dos temas inéditos, Palmenia es verdad y Tractorcito Azul, canción con la que cerraron el concierto pasadas las 23:00h cuando el frío de la noche ya se hacía sentir en las gradas universitarias.

Si bien no tengo las competencias para evaluar el desempeño musical de Santiago del Nuevo Extremo, se aprecian tres aspectos que, a mi juicio, cualquier artista debe pensar, construir e instalar en el escenario, todos los cuales fueron ejecutados nítidamente por el conjunto artístico-musical.

El grupo, de manera sencilla y profunda, comunica muy bien el mensaje que pretende instalar. Desde el repertorio elegido, el orden definido y los diálogos con el público presente, cada uno de sus integrantes sintetiza con propiedad el sentido buscado, estableciéndose con ello una especial comunión con los asistentes.

El valor poético con el que se ganaron la admiración de la generación de los 80’, ese que entregó las necesarias luces en aquel largo tránsito de oscuridad, continúa intacto en las nuevas composiciones propuestas. Por cierto, las metáforas siguen siendo directas y trascendentes, y armonizan, por lo mismo, con la comunión comunicativa comentada anteriormente.

La consecuencia artística, es decir, la capacidad de adherir y mantenerse en un proyecto musical, cuyo centro sigue siendo el bienestar de las personas, se transmite de modo limpio y transparente. Así, tal consciente posición reitera, desde sus canciones iniciales, la valentía y audacia que siempre deberían guiar las causas nobles; o interpreta, con maestría, cuáles son los problemas sociales actuales que enfrentan los habitantes de este país; o muestra el certero y sutil golpe a la estupidez humana cuando mediáticamente se ensañó, de modo incomprensible, con Palmenia hace algunas décadas atrás. Mención aparte merece valorar la maravillosa combinación con que se entremezcla la música mapuche, la denuncia de un maltrato milenario y, pese a la muerte de Camilo, finalmente el mágico encuentro de la vida y el espíritu en la melodiosa poesía de Tractorcito Azul.

Para profundizar en todas las dimensiones sólo esbozadas en esta apreciación, una invitación a escuchar Santiago del Nuevo Extremo con atención.

Jaime Soto Barba
Doctor en Filología Hispánica ,
mención Lingüística
Universidad de Concepción

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