Opinión

De favores y patrones

Por: Diario Concepción 02 de Mayo 2018
Fotografía: Carolina Echagüe M.

“Esto no es nada -se dijo-; tendré que cometer otras muchas injusticias si quiero llegar lejos, e incluso aprender a disfrazarlas con bellas y sentimentales palabras”, decía Julián, el personaje alrededor del cuál gira “Rojo y Negro” de Stendhal. Cuando el abolengo no existe o no es suficiente y el talento importa poco, son otros los medios a los que hay que recurrir para alcanzar determinados objetivos. Algunos se abstendrán o bien fracasarán en el intento, ingenuos, negándose a incurrir en ardides que en otros niveles se miran como absolutamente naturales para siquiera ser considerados con el talante suficiente en las intrigas de quienes forman parte de los conciliábulos de los grupos más selectos. Otros mirarán hacia otro lado cuando de moral se trata, cuando, dicen ellos, hay “intereses superiores”, hinchándoseles los labios y la lengua de tanto besar anillos, de tanta risa hipócrita, de tanto invocar la primacía de la realidad como límite para no tocar a quienes les deben tantos favores. No importa el costo, si hay que hacer callar a los disidentes o hacerlos a un lado, que así sea. Todo sea por el “bien superior”. Si hay que tolerar a los impíos y corruptos, maléficos y sátrapas que en silencio viven del esfuerzo ajeno, tal como han aprendido a hacerlo los cínicos que ejercen su pequeña parcela de autoridad a costa de rendirles pleitesía a los que mandan, que así sea. ¡Que el miedo se haga prudencia! ¡Que la indiferencia se haga templanza! ¡Que la pereza devenga en celebridad! Mejor hacer la vista gorda, bien gorda y no hacernos problemas cuando alguien que tenga poder siga metiendo las manos. Ese tiene muchos privilegios construidos a la sombra de la soberanía que en la letra se supone le pertenece a todos, pero que todos saben que no son más que palabras que suenan armónicamente, pero que se empiezan a desafinar hasta hacerse inaudibles cuando se van acercando a quienes se dicen (y son) los dueños del Sol. ¡No los toquen! Que puede ser un riesgo para la democracia… ¿la democracia de quien? ¿De los que hacen aparecer concursos públicos como quimeras de transparencia cuando todo se resuelve entre cuatro paredes? ¿Entre los que siempre se llaman por teléfono para estas ocasiones y se reúnen para pactar hasta dónde, hasta cuando y quienes? Así, hay que seguir con el artificio de las palabras y confundir al populacho diciéndoles que nepotismo es eficiencia y confianza, que displicencia es efectividad, que impunidad no es nada más que lo mismo que hemos estado viviendo desde hace decenas de años y que es hacer las cosas siempre en la medida de lo posible, para no encolerizar a los patrones.

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