Opinión

Las cinco horas de Jarry en Argentina

Por: Paulo Inostroza 09 de Abril 2018
Fotografía: La Tercera

Siempre se dice que Massú no tenía tantos recursos, pero su corazón le bastó para ser nueve del mundo y colgarse dos medallas olímpicas. El “ni una weá es imposible” debe ser el comentario menos técnico para analizar el tenis, pero es una frase tan contundente que se hizo eterna. Argentina era prácticamente imposible para Chile por la brecha tremenda que se abrió entre dos países que algún día fueron fuerzas parejas. Hoy, Del Potro es 6 del mundo y Schwartzmann está 15. Los nuestros, con Jarry recién metiéndose entre los 70 mejores y poco más a ese nivel.

La serie fue en la siempre inhóspita Argentina y enfrente teníamos un rival que circunstancialmente no está en el Grupo Mundial, pero todos sabemos que pronto volverá. No está su mejor raqueta –dio un paso al costado después de tocar techo ganando la Davis– y tampoco hacen uso de Mayer, Zeballos o Delbonis. Sienten que con el “Peque” tienen dos puntos fijos sobre Chile, el dobles también debía ser suyo y, con suerte, Chile contaba con el primer partido, el de Jarry sobre su segundo singlista. Ahí eligieron a Kicker, porque el técnico pensó que el “Nico” ya le tomó la mano a Pella.

El triunfo de Jarry tuvo gran mérito porque partió jugando mal, cometiendo muchos errores –algo que le pasa frecuentemente- que hacen ver como si él perdiera y no fuera el rival quien le gana. Un set abajo, público en contra y un Kicker que las pasaba todas esperando el fallo chileno. Estaba duro. Y ahí Massú gritaba, mostraba el puño y se pegaba en el pecho. El más luchador de todos pidiéndote solo eso: pelea.

El “Nico” de casi dos metros lo dio vuelta, con un tercer set que fue paseo. Luego Garín dio dura pelea a un Schwartzmann que lo supera por 200 puestos en el ranking ATP y lo obligó a una tercera manga. La Copa Davis ha cambiado. Ya no se juega a cinco sets porque necesitan que las estrellas mundiales vuelvan a jugar por sus países y, por otro lado, el dobles se juega el mismo día que los últimos dos singles.

Y para equipos como Chile, a los que no les sobra nada, no queda más que exprimir a tu figura. Jarry fue al dobles, junto a Podlipnik, y otra vez lo mismo: un set abajo, la cancha convertida en estadio de fútbol y el 64 del mundo saca la garra para liderar una sorpresiva remontada. Fueron poco más de 3 horas de batalla y a “descansar”. Treinta minutos después, Jarry estaba de nuevo en la arcilla para intentar la proeza frente al 15 del mundo. Massú gritaba cada tiro dentro y también los errados, el argentino pasaba la pelota y poco más, Jarry se veía agotado, pero seguía dando batalla. La frase de Massú daba vueltas en su cabeza, una y otra vez y el grandote tiraba palos. Finalmente perdió por doble 6-4 y Garín no pudo en ese quinto partido que los argentinos nunca creyeron jugar. Fue 2-3 en contra, pero el “Nico” aprendió como nunca. El gigante con carita de cuico también puede ser obrero.

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