Opinión

Escasez notable de ladrones decentes

Por: Procopio 23 de Diciembre 2017

Hay ladrones malos, todos, salvo uno, el celebérrimo Robin Hood, un arquetípico héroe y forajido del folclore inglés medieval. Según la historia antigua, o la leyenda, que para efectos prácticos en lo que este personaje respecta, es casi lo mismo, se trataba de  un hombre llamado Robin Longstride o Robin de Locksley, famoso por lo valiente, ágil, astuto y de gran corazón,  vivía fuera de la ley, cosa que por lo general le ocurre a los que se apropian de lo ajeno.

El nombre le venía del color de su capucha, de intenso color rojo, como las plumas de la pechuga de un ave de ese nombre, se dejó en inglés porque de lo contrario se llamaría algo así como Caperucito Rojo, nombre que cancela todo intento de ser un héroe medianamente respetable.

Su campo de operaciones era el Bosque de Sherwood, cerca de la ciudad de Nottingham. Arquero, defensor de los pobres y oprimidos, luchaba contra el sheriff del pueblo y el príncipe Juan sin Tierra, que utilizaban la fuerza pública para acaparar ilegítimamente las riquezas de los nobles que se les oponían y para cobrarles impuestos insufribles a los campesinos.

El  marco histórico permite suponer que la leyenda se inspira en la existencia de bandas armadas formadas por campesinos y leñadores que se dedicaban tanto al pillaje como a hostigar a la nobleza, luego del triunfo de la invasión normanda, en el siglo XI. Más legendario podría ser que saliera por ahí repartiendo el botín a los más necesitados, pero a lo mejor algo hubo, de lo contrario no habría pasado la barrera del olvido.

En nuestros tiempos parece haber un número interminable individuos que se inspiran en sus actividades, en los lugares menos pensados, lo que sí está claro es que estos últimos no le convidan a nadie.

 

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