Eric Forcael Durán
Ingeniero Civil, MBA, PhD
Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental
Universidad del Bío-Bío
Durante el último tiempo, hemos visto cómo se ha estigmatizado a los inmigrantes, generalizando el actuar delictivo de una pequeña parte de éstos (en torno al 1%), por sobre la mayoría que viene en busca de mejores condiciones de vida, entregando a cambio lo mejor de cada uno de ellos. Los países desarrollados saben que esa entrega y talento, impactan positivamente en la competitividad.
No hay que investigar mucho para averiguar que, aquellos países y ciudades más cosmopolitas, son a su vez aquellos lugares donde más prospera la creatividad, la innovación y el emprendimiento. Ciudades como Londres o Boston, consideradas dentro de las 25 ciudades más globalizadas del orbe (Global Cities Index, 2016), forman parte además de 2 de los países más innovadores del mundo; Inglaterra top 3 y Estados Unidos top 4, según el último reporte del Global Innovation Index (2016).
Visto ahora en términos del Global Cities Outlook (2016) que considera a las ciudades en términos de bienestar, economía, innovación y gobernanza, se alzan nuevamente Londres y Boston, aunque esta vez dentro de los top 5 en el mundo y con mucho más fuerza San Francisco, la que ocupa el primer lugar en este ranking. El factor común, la heterogeneidad de su población; donde abunda la pluralidad, también lo hace el talento.
Como ejemplo anecdótico de lo que la heterogeneidad le hace a las sociedades, hay una sabrosa historia por ahí que habla de dos músicos, que intentaban enseñar a tocar guitarra usando el computador. Siendo una buena idea, son contactados por una prestigiosa institución de educación superior, que incorporó al equipo a un par de programadores para resolver los problemas de interfaz, y a otro par de diseñadores industriales para mejorar la ergonometría de la guitarra. ¡No es fácil imaginar a músicos, informáticos y diseñadores trabajando juntos! Pues bien, producto de aquella conjunción de talentos, es que nace la mundialmente conocida “Guitar Hero”, y ¿dónde?, precisamente en la ya mencionada cosmopolita ciudad de Boston.
Un país como Chile, que desde antes de su descubrimiento ha estado geográficamente aislado no puede pretender alcanzar los más altos niveles de creatividad e innovación y con ello migrar hacia una economía del conocimiento, si no es capaz de abrir sus puertas para recibir el talento, proveniente de otras partes del mundo.
Para aumentar nuestra competitividad, el camino a seguir de la sofisticación y diversificación de nuestra oferta de productos y servicios, requiere de personas que estén dispuestas a aportar lo mejor de sí mismas, siendo ese aporte el que debemos considerar cada vez que hablemos despectivamente del “peruanito”, o del “negrito” (en atención a la inmigración haitiana o colombiana por ejemplo). No hay que olvidar que, en general, el talento se distribuye normal, lo que implica que es posible encontrar personas inteligentes en cualquier lugar, independiente de su nacionalidad, estrato socioeconómico o creencia.
No vaya a ser cosa que el próximo gran desarrollo tecnológico, industrial o científico de nuestro país, provenga de algún inmigrante, o hijo de inmigrante, que habiendo sido acogido por nuestro país con cariño, respeto y reconocimiento, haya decidido quedarse acá, en vez de irse a alguno de aquellos países top en competitividad, de los cuales hoy, Chile está aún muy lejos.