No es raro ver a la Región del Biobío liderando u ocupando los primeros puestos en todo tipo de ranking. Desde los de ocupación, exportación, prestigio de universidades, etc. Cualquier medición que se venga a la cabeza el Biobío siempre está ahí.

Sin embargo, el último ranking por el que la zona hace noticia se aleja totalmente de la idea del orgullo.

Es que de acuerdo a la Corporación Nacional Forestal (Conaf ) el Biobío figura en el segundo puesto en los registros de intencionalidad en incendios forestales. Un caso expuesto por la entidad en el propio Congreso y que prende las luces de alerta en las autoridades locales.

“Existe una intencionalidad estimada de un 60%, por lo tanto, desde hace bastante tiempo existen coordinaciones que están siendo lideradas por la delegación presidencial, que ha convocado a carabineros, la pdi, fiscalía para generar procesos donde existan una mancomunión investigativa entre cada uno de los cuerpos”, dijo el director regional de Conaf, Rodrigo Jara.

El propio director regional de Conaf anunció que se denunciarán formalmente 3 siniestros ocurridos en los últimos días en la zona.

“La Corporación ha puesto a disposición los profesionales que realizan investigación de investigación de causas, ha realizado capacitaciones a personal de la PDI, en investigación de causas la semana pasada, y en el transcurso de este martes, hemos tomado contacto con la Prefectura de Investigaciones para iniciar los procesos investigativos de los incendios de Chiguayante, Santa Juana-Nacimiento y Tomé con el fin de poner a disposición estos antecedentes a la fiscalía”, aseveró el representante de Conaf.

Tras todos estos antecedentes son varias dudas las que surgen. ¿Cuál es la idea de generar este nivel de daño?, ¿quienes están detrás de todo esto tienen algún interés mayor, un ánimo de lucro?, ¿es simplemente diversión para ellos?

¿Qué se ha hecho a nivel institucional para prevenir todo esto, luego de las lecciones y experiencias de los grandes incendios forestales de 2016?

Las interrogantes son varias, pero las certezas son pocas: hace falta un plan contundente de prevención y persecución de estos hechos. Es que no es amigable para nadie tener que vivir con el miedo constante del fuego, cada año, y sin mayores responsables.