Editorial

Eliminación de la Filosofía, una propuesta inoportuna

Es lamentable tener que retroceder más de dos mil años en búsqueda de evidencia de base, ya que en esencia ésta se encuentra en las ideas de Sócrates, quien personifica uno de los momentos críticos fundamentales del espíritu, que vuelve sobre sí mismo, bajo la forma del pensamiento filosófico.

Por: Diario Concepción 27 de Agosto 2016

Puede resultar fatigoso estar en estado de permanente alerta por los devenires de las propuestas en la esfera de la Reforma Educacional, es una contradicción en sí misma que sea justamente en el área donde debería predominar el razonamiento y la razón, que ambos factores queden en entredicho, que continuamente aparezcan argumentos y propuestas que contienen ideas dignas de crítica. El cansancio es por el repetido ejercicio de tener que enfrentar razonamientos falaces, en la acepción de este adjetivo para dar a entender el hecho de halagar y atraer con falsas apariencias.

Sacar del plan de estudios a la Filosofía con el argumento de incluirla en otra construcción curricular con fines de integración, es el ejemplo clásico, ya que presume que la filosofía está aislada respecto a los otros campos del saber, o del mundo real, o lo que sea y que cobraría sentido y justificación solo si le acompaña de otros referentes. Una iniciativa que el Ministerio de Educación chileno pretende introducir a la cultura universal, que por milenios ha estado, si la interpretación del nuevo proyecto es correcta, confundida con una filosofía supuestamente encapsulada e inconexa.

Eliminar filosofía tiene, mutatis mutandis, el mismo carácter de otra decisión de parecida naturaleza, cuando se decidió eliminar la Educación Cívica, para, otra vez, integrarla a otros campos afines, con los resultados que ahora pueden apreciarse transparentemente; el patético nivel de cultura ciudadana de la mayoría de los chilenos- que en su tiempo fueron considerados uno de países más políticamente maduros de la región- con consecuencias negativas para la calidad de nuestra democracia.

Eliminar filosofía es simplemente considerar que pensar no tiene importancia, que la capacidad de interrogar e interrogarse es inútil. Es de esperar que no se le considere además un hábito potencialmente peligroso. Filosofía es, en contrario a la propuesta, integradora, ya que nada le es ajeno.

Es lamentable tener que retroceder más de dos mil años en búsqueda de evidencia de base, ya que en esencia ésta se encuentra en las ideas de Sócrates, quien personifica uno de los momentos críticos fundamentales del espíritu, que vuelve sobre sí mismo, bajo la forma del pensamiento filosófico, para él no cualquier hombre es la medida de todas las cosas, sino el solamente el hombre que piensa. Sócrates es absolutamente consecuente hasta su muerte, a consecuencia de la abierta contradicción entre las leyes utilizadas por los gobernantes atenienses y su propia conciencia moral.

No se trata de una defensa corporativa a los profesores de filosofía, ni del ánimo de someter a los estudiantes en abstracciones inconducentes, sino recordar que el pensamiento del hombre es una forma de cultivo, de ahí la palabra cultura, la cual representa un continuo desafío por resolver dudas, las grandes de la humanidad y las preguntas de cada persona en su transitar por la vida y su particular circunstancia.

La propuesta no puede ser más inoportuna, no solamente porque en el presente estado de conflictividad de cada iniciativa es mirada, por lo general, con desconfianza, sino porque pensar disciplinadamente, construir un diálogo razonado y tolerante, argumentar con razón y sin pasión, son competencias que, en la mayoría de los jóvenes, se encuentran en condiciones de extrema pobreza.

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