
Haitiano de nacimiento, a los tres meses llegó a Chile, que prontamente pasó a ser su patria, al punto que se reconoce chileno de tomo y lomo. Hoy, con 15 años, brilla en los Vieux Gaulois de Concepción, donde está a punto de dar el salto a la “Roja”.
Fue de los primeros niños haitianos adoptados en nuestro país tras la crisis humanitaria provocada por el terremoto que, en 2010, sacudió el territorio caribeño. Tenía tres meses de edad cuando arribó a Chile, que se convertiría en su única patria. De creole, nada, su español “chileno” da cuenta que es uno más, y que aquí echó raíces firmes bajo el alero del amor de una familia, su familia.
Jesús Toro Burgos tiene hoy 15 años, es alumno de segundo medio del Colegio Concepción San Pedro y se abre un auspicioso camino en el deporte, donde está destacando con luces brillantes. Apasionado del balonmano, es una de las figuras de Vieux Gaulois, uno de los clubes con mayor tradición en la Región.
Pese a que recién en 2022 comenzó a practicar la especialidad, su capacidad atlética, un físico privilegiado a su corta edad (mide 1,82 metros) y su dedicación, lo tienen como un serio proyecto a nivel nacional.
Fue su profesora, Ángela González -también jugadora del club- quien, en una clase, notó sus aptitudes. A partir de ahí armó un equipo y comenzó una historia que seguro tiene muchos capítulos más. “Me gustó de inmediato el deporte por la velocidad, me encanta correr y combinado con eso de lanzar fuerte, me encantó”, cuenta el jugador sobre sus inicios.
A poco más de dos años de aquello, hoy Jesús está consolidado como un potente lateral que se mueve por ambas bandas. Ahí se está labrando un nombre, que lo tiene muy cerca de ser confirmado en la selección chilena Cadete. De hecho, viene llegando de un concentrado de dos semanas, donde fue evaluado de excelente manera.
“Fue una gran experiencia, se nota que hay un gran nivel en Chile, pude convivir, mostrarme, aprender más y hasta hacer amigos. No era la primera que iba, me sentí con harta confianza, me vine súper conforme, y el ‘profe’ me dijo que tengo harto potencial, así es que estoy ilusionado con quedar”, comenta.
Confirmación que seguramente tendrá la próxima semana, cuando se realicen las últimas pruebas del combinado nacional, en Santiago. “Sería muy gratificante para mí ser llamado, tendría que organizar mi tiempo, compatibilizar el colegio con los entrenamientos del club y de la selección. No es fácil, pero si te organizas bien y tienes ganas, se puede”, asegura.
Jesús Toro se emociona cuando habla del puntal que es su familia, sus padres, sus tres hermanos. “Mi papá, Alejandro y mi mamá María Elena, siempre están ahí apoyándome para todo esto, se los agradezco mucho porque es un gran esfuerzo. La verdad es que los quiero mucho, se nota el esfuerzo que hacen por mí, ellos hacen que yo sea feliz”, dice con voz quebrada.
A partir de ese gran apoyo es que Jesús sueña, y no se pone límites. Sueña desde el cielo, porque dice que quiere seguir los pasos de su abuelo, que era aviador. Y en tierra firme, su aspiración es igual de alta.
“Mi primera meta ya la estoy cumpliendo, que es llegar a la selección chilena en algún momento. Y así como sueño loco, me gustaría llegar a jugar a Europa, al PSG; eso sería lo máximo”, sentencia ¿Y por qué no? No por nada, Jesús ya sabe de nuevos nacimientos y de resucitaciones.