“Soy un técnico desconocido. Cuando llegué me conocían mi mujer, mis papás y mis colegas. No es un problema. Reconozco quién soy y con eso hago mi camino”. Muchos hinchas de Fernández Vial se han rendido ante Claudio Rojas. “Me tapó la boca” es el comentario de muchos. Pero con gusto. La “Maquinita” está peleando el ascenso a la B, mano a mano con Lautaro, y sus números hablan por sí solos: dirigió 14 partidos y rescató el 76,1% de los puntos.
Clarito, como siempre, señaló que “todos vimos el partido de Conce contra Lautaro. Estaba triste por el resultado y cuesta manejar las emociones, pero es mejor reconocerlas. Se los dije a los jugadores y estaban igual. Por eso los remonté al 2 de diciembre, cuando Lautaro nos llevaba nueve puntos y un partido menos. Más encima nos parten ganando en Collao. Bueno, miren cómo estamos ahora. Yo creo que se puede”.
¿Qué hizo para levantar a este Vial después de Garcés? El DT advirtió que “llegué después de dos derrotas y partimos perdiendo contra Colchagua. La confianza se pierde. Observamos los partidos hacia atrás, evaluamos y fuimos muy perceptivos del día a día. No me gusta imaginar qué podrían ser los futbolistas sino qué son. Los equipos se arman por sus jugadores. A veces jugamos mejor, otras más mal, pero siempre salimos a ganar. Esas frases de que ‘jugamos bien, pero nos llegaron dos veces’ no me gustan de excusa. No van conmigo”.
Considera que Bielsa fue uno de sus primeros espejos. Le gustan Klopp, Mourinho, el Coto Sierra, Gasperini. Sobre quién debería tomar la “Roja” es directo: “Sierra tiene un tremendo equipo, es mundialista, conoce el fútbol chileno, sus series menores. Me parece la persona indicada”.
De su estilo propio, apunta que “me parece fundamental el trato con los jugadores. Yo soy franco, miro a los ojos y les digo por qué creo que algo es o no es. Acá hay jugadores formándose y otros mayores, uno también aprende. El fútbol es situacional y no sirve decirle al hincha que vas a proponer y jugar siempre en campo rival. Porque no es así. No se da y a veces nos toca ganar al ollazo. ¿Qué pasa si el rival me va planteando algo diferente? Nunca sabes cuándo pasará eso y hay que trabajar un plan B, un plan C y un plan D. El jugador se enriquece si le das libertades”.
Sobre el clásico ganado 2-1 a Concepción, repasó que “por primera vez no hablé después del partido. Los escuchaba cantar, fui a tomarme una foto, los felicité uno a uno y cantamos y cantamos. No les dije mucho más. Uno debe tratar de dejar huella en un club. No solo jugar porque es nuestro trabajo, hay que pensar en la pasión de mucha gente que hay detrás. Por todo eso, claro que tengo ganas de seguir. Si no podemos escribir la historia este año, que sea el otro torneo. Me identifico con la gente y el club, pero no lo pienso tanto. Prefiero pensar en el lunes, no salirme del foco”.
Sin hacer mucha finta, habló de la salida del lateral Zavala y la recta final del campeonato. “Para mí un lateral primero es defensor y luego atacante. Evaluamos algunos goles recibidos y Zavala tenía participación en varios, así que lo trabajamos para jugar en otro puesto. Lo que hace Espinoza o más arriba Villegas. No se acomodó y salió, pero no fui su técnico en Colo Colo cuando salió de ahí, como se dijo. De lo otro, de los rivales que quedan, Colina se juega mucho. Los que enfrentan a Lautaro, casi nada, pero confío en las instituciones. Esto se definirá en la última fecha”.
Vuelve a su pizarra y afirma que “los rivales saben qué nos incomoda. Por eso cambiamos algunas piezas, como ante Concepción, y hay que intentar cosas”. Después de años en el fútbol formativo de la “U” y Colo Colo puede analizar que “cuesta sacar buenos jugadores porque los niños no juegan en la calle. Vidal y Sánchez, hasta los 12 años, jugaban espontáneamente, sin instrucciones. Yo creo que es la base, más allá de una metodología”.