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Tomás Olea, figura de Adicpa: Entre la garra del “Rey” Vidal y la figura infinita de “Manu” Ginóbili

Creció jugando fútbol hasta que conoció el básquetbol y fue seducido por el balón naranja. Sin embargo, su capacidad atlética le permitió representar al Colegio Arauco en ambas disciplinas del certamen escolar. Mejor para él, no tuvo que elegir entre sus dos grandes pasiones.

Por: Samuel Esparza 11 de Mayo 2020
Fotografía: Tomás Olea

Tomás Olea tiene 19 años, pero mucho que contar gracias al deporte. Hijo único, reconoce que el deporte le entregó esos hermanos que no tuvo, marcando su paso por el Colegio Arauco, donde se le conocía por pasar más tiempo en una cancha que en la sala de clases.

Con la tricota del establecimiento supo brillar, tanto con la pelota en los pies como apuntando al aro, porque lo que siempre importó fue competir, no importaba el escenario, sólo tener a sus hermanos al lado.

Dice que el fútbol fue el primer deporte que conoció, que en su niñez era la alternativa casi única para el que quisiese hacer deporte en su comuna. “Mi papá me lo inculcó, era la única academia que había y el deporte que más me gustaba”, recuerda de la época en que brillaba como centrodelantero y que, posteriormente, dio paso a un lateral que abarcaba toda la línea, llegando en ofensiva y aportando en la defensa.

Fue en quinto básico cuando le interesó unirse a un grupo en crecimiento que jugaba básquetbol en el colegio. “Me acerqué a probar solamente, como para hacer algo distinto, y resulta que me quedó gustando. Al comienzo ni siquiera le apuntaba al aro, pero con práctica mejoré. Me gustó porque es un deporte rápido, que requiere técnica y mentalidad fuerte”, sostiene.

Así, de un veloz carrilero y casi de la noche a la mañana, se convirtió en un ágil alero. “La velocidad es mi característica, eso de penetrar y lanzar en bandeja aprovechando mi rapidez, además, que no soy de triples”, sostiene Tomás.

Jugando a dos bandas

Si bien desde pequeño se recuerda jugando, compitiendo en fútbol por el torneo Adicpa, en octavo básico, su capacidad atlética le permitió añadir el básquetbol, defendiendo al Colegio Arauco en ambas disciplinas. Cuando se trataba de jugar, dice que no se hacía problemas.

“En fútbol tuvimos buenos equipos, pero con el tiempo costaba armar el equipo, faltaba compromiso de los compañeros. Mientras que en básquetbol era todo lo contrario, siempre teníamos a lo menos siete jugadores y podíamos competir, entonces, como me gustaba hacer deporte, no tenía problemas para rendir en los dos”, relata.

El punto más alto lo vivió cuando integró el equipo que se tituló campeón del básquetbol Adicpa, siendo titular en varios partidos. El año pasado tuvo su despedida del certamen escolar pasando a la fase final, pero sin poder llegar más lejos por causa del estallido social.

Pero Tomás prefiere quedarse con lo positivo, que fue cerrar una etapa que reconoce le costará olvidar. “Jugar Adicpa fue genial, estando en el colegio, lo que más me motivaba era que llegara el fin de semana para poder competir. Viví grandes experiencias, viajé, conocí gente y crecí en responsabilidad y carácter; sin duda, lo mejor que pudo pasarme”, asegura.

Hoy hace sus primeras armas en Ingeniería Civil de la Universidad de Concepción, donde espera hacer la transición para jugar básquetbol Adesup, con los competitivos colores del Campanil. Al menos eso tiene claro, porque a la hora de mencionar ídolos, sigue compartiendo gustos. “Me quedo con Arturo Vidal, en el fútbol, y Emanuel Ginóbili, en basquet, me siento identificado con la garra del primero, mientras que lo que hizo “Manu” en la NBA es de grandes”, dice. Ahí, no lo hagan elegir.

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