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Danitza lanza desde el costado y mira su vida junto a un balón

Jugadora de hándbol de la Ucsc entrenó alguna vez con la selección, compitió en Brasil y es una de las piezas claves en la incipiente rama de su universidad. Esta temporada lograron un meritorio quinto lugar y van por más. A sus 22 años, sueña con Europa... Siempre ligada al deporte.

Por: Paulo Inostroza 23 de Diciembre 2019
Fotografía: Isidoro Valenzuela M.

Danitza Altamirano camina por el gimnasio de la Ucsc y es una cara conocida. Querida. El balonmano de la universidad lleva poco tiempo compitiendo y está mostrando inmediatos resultados, apostando a más. Ella, a sus 22 años, es pieza clave en este prometedor equipo. Joven, pero con mucha experiencia, incluso de selección, la alera o lateral defiende a muerte este proyecto.

“Cuando chica estuve en talleres de atletismo y gimnasia, pero en Quinto Básico conocí el balonmano y me quedé. Jugué por el colegio, en Primero Medio entré a un club y ya ingresando a la universidad viajé un tiempo a Santiago para entrenar con la selección chilena. No me funcionó mucho por los viajes y los costos, así que me quedé acá”, cuenta la estudiante de Cuarto Año de Pedagogía en Educación Física.

¿Y por qué el hándbol? Danitza explica que “una vez fui a un entrenamiento de prueba, en Quinto, y no me olvido, porque era demasiado distinto al atletismo. Yo era velocista y todo de trataba de superar siempre mi objetivo, ganarle a todos los demás y acá era distinto. Todo es colectivo. Si no funciona una, el equipo no funciona. Cuando una anda mal, se nota y la misión del resto es levantar a tu compañera. Eso es lo que me terminó atrapando”.

De sus primeros pasos en esta disciplina recuerda que “cuando empecé fue con el profesor Patricio Polic y estoy con él hasta ahora. Me enseñó todo lo que sé de este deporte. Yo tenía una base más de colegio (salió de Los Acacios), pero con su entrenamiento aprendí los fundamentos, técnica y me encanté tanto que por eso decidí ser profesora de Educación Física”.

Al consultarle qué debe tener una buena jugadora de balonmano, apuntó que “lo principal es la garra, el corazón. El profe siempre nos dice que el corazón es el noventa por ciento del éxito y el diez pasa por el rendimiento. Hay mucho de actitud. Tienes que sentir tu equipo, tu camiseta, el compromiso con tus compañeras, con lo que más te gusta”.

Viajes y selección

Hace 3 años, vivió un sueño, aunque resultó más complicado de lo que creía. “El ‘profe’ Pato siempre me dijo que fuera a entrenar por la selección y yo les hablaba a mis papás, pero no quería generarle más gastos a mi familia. Eso me aproblemaba. En Primero de la U, el 2016, me decidí y fui porque se habían lesionado jugadoras y estaban haciendo la nómina para un Mundial. Allá se me complicó mucho por los estudios, porque tenía clases de lunes a miércoles, viajaba ese mismo día en la noche, entrenaba hasta el sábado y a veces volvía el domingo. Tenía apenas un día para hacer trabajos, poco tiempo para estudiar y tuve que botar ramos. Era mucho. Si seguía allá, solo me servía congelar, pero preferí que no”.

Y aunque tenía conocidas en esa selección, comenzó a quedarse un poco sola. Danitza repasa que “allá hay mucha competencia. Todas las seleccionadas se conocen de muchos años. Desde los 13. Cada una tiene su puesto y yo era la nueva. Si entraba, una tenía que salir y nadie me iba a dar su puesto. Fue súper duro. Sin familia, viajando mucho, fue agotador en todo sentido, pero aprendí mucho. El nivel es altísimo y yo lo conocí, jugué ahí”.

Pero el deporte le abrió otras puertas y cuenta que “el verano pasado viajé con mi club, Vieux Gaulois, y fuimos a Concórdia, Brasil. Jugamos un Panamericano adulto femenino. Es lo más lejos que he llegado con el balonmano. Lo máximo. No nos fue bien porque jugamos contra brasileñas, argentinas y un equipo uruguayo. Ahí vimos que estamos a años luz. Ellos tienen liga profesional y nosotras costeándonos los viajes. El ‘profe’ hizo rifas, beneficios, consiguió auspicios y aprendimos mucho. Esas cosas te hacen subir el nivel. Lo repetiría cien veces”.

Proyectándose para lo que viene, señala que “mi sueño siempre ha sido terminar la carrera el otro año, con 22, y especializarme ojalá en España. Tengo amigas que se fueron de chicas a jugar allá y quizás no tengo edad para entrar a esa liga, pero quiero ver eso, absorber la experiencia y aplicarla, si no en mí, enseñando a los que vienen. Ojalá mi vida se base en torno a este deporte. Siempre lo he pensado así”.

Tema pendiente

¿Y qué siente que le falta al balonmano local para subir algunos peldaños? La jugadora de la Ucsc sostiene que “en todas las regiones veo harto talento, pero las mejores siempre terminan trasladándose a Santiago o a Viña. Allá hay colegios que te dan becas, te ayudan y así fortalecen sus equipos despotenciando las regiones. Falta descentralizar el balonmano, inyectar recursos en regiones y así hacer más fuerte nuestra propia competencia”.

Su experiencia en Adesup ha sido satisfactoria y de logros a corto plazo. Cuando eso sucede, nunca es por casualidad. “En la universidad tenemos un equipo joven. Fuimos a un Nacional y rematamos quintas. Imagínate, para un equipo que tiene solo dos años. La UdeC, que se conoce de años, fueron terceras. Creo que iremos creciendo y se están haciendo bien las cosas, porque la universidad puso muchos recursos en hoteles, mandó a hacernos equipos nuevos, se preocupan de los horarios para entrenar, compró balones, resina. Se pusieron la diez, como se dice, y se están viendo los resultados”.

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