Cultura y Espectáculos

Hernán Rivera Letelier: “Más que las críticas buenas o malas, es el cariño de la gente lo que me importa”

El reconocido escritor, en el contexto de la FILB 2023, conversó con Diario Concepción sobre su vida en las letras, la obtención del Premio Nacional de literatura 2022, proyectos y mucho más.

Por: Mauricio Maldonado 15 de Enero 2023
Fotografía: Isidoro Valenzuela M.

“Lo que vi pasar en el país el año pasado, se resume en una frase que le dije al Presidente cuando me entregó el premio en La Moneda. Cuando le di el abrazo, le dije ‘Aguante Presidente’”. Son las palabras de Hernán Rivera Letelier que reflejan parte de lo que vio y vivió el 2022, un año clave en su carrera literaria, en que aparte de haber publicado un nuevo libro – “Hombres que llegan a un pueblo”- recibió el Premio Nacional de Literatura, reconocimiento que ciertamente estaba esperando.

“Tenía toda la fe del mundo que me lo ganaba ahora (2022), ¿Por qué? Más que nada intuición, el discurso lo tenía escrito dos meses antes”, cuenta el escritor de 72 años en conversación con Diario Concepción mientras se toma un té en un local cercano a la Plaza Independencia.

Envuelto en su característica chaqueta de cuero negra, lentes de sol (que no se quitó en ningún momento de la entrevista), camisa floreada abierta en el pecho, jeans y zapatos negros, el autor de “La contadora de películas” siguió con su relato de aquel día en que lo notificaron del premio. “Me llamó la ministra de cultura -Julieta Brodskypara darme la noticia, quedé como flotando en el aire. Cuando me dice ‘lo llamo porque ha sido ganador del Premio Nacional de Literatura’, a lo mejor ella esperaba que le contestara con una frase para el bronce, pero lo único que dije fue ‘zuácate’, ella se cagó (sic) de la risa. Aunque uno lo espere, igual cuando te lo dan es toda una sorpresa. Lo mismo cuando mandé mi libro ‘El arte de la resurrección’ para el Premio Alfaguara, lo hice con la seguridad absoluta que lo ganaba. Cuando me llamaron de España en esa ocasión(año 2010), no podía creerlo”.

A sorbos lentos y con su característica forma de hablar – entre la seriedad y la anécdota- Rivera Letelier confesó no sentirse abrumado o cegado por este tipo de galardones o premios, sino más bien le interesa el reconocimiento de las personas, lo que cada vez lo sorprende más. “Más que las críticas buenas o malas, es el cariño de la gente lo que me importa. Cuando salí caminando del hotel para acá – café del centro de Concepción-, de repente se baja de la micro un tipo corriendo, me reconoció de lejos y nos venimos conversando todo el camino. Me habló de mis libros, se los había leído todos. Eso es espectacular”.

El invitado de honor para dar la charla inaugural de la segunda versión de la Feria Internacional del Libro del Biobío, la que aconteció la jornada del viernes en el campus central de la UdeC, también fue tajante al señalar que si bien ha escrito muchos libros -21 novelas, 2 textos de cuentos, 1 de poesía y 1 fábula- ninguno ha sido su obra maestra o perfecta. “Nadie la ha escrito, lo que uno busca en cada obra, es tratar de acercarse más a la perfección. Cuando me siento con la seguridad de que sí es mi obra perfecta, en el fondo sé que no, está esa ilusión que de repente suceda el milagro y la haga. Aunque el que haga la obra perfecta, ese hueón (sic) se va a desintegrar, lograr aquello es como verle la cara a Dios. Lo que nos queda es acercarnos un poco más a la belleza, a la perfección, en cada uno de los libros”.

Una sensación que ha sentido en toda su bibliografía, “en cada libro doy todo lo que puedo, lo poco y nada que sé. Corrijo 5 mil veces si es necesario, cada línea, cada párrafo, cada hoja, cada capítulo, setenta veces siete. Nunca entrego un libro en la editorial la primera o segunda versión, cuando ya sé que no puedo dar más, ahí recién lo dejo. O sea, lo que digo es que una novela no se termina, sino que se abandona, ya basta. Una novela es perfectible hasta el infinito, cuando me entregan un libro en la editorial, nunca lo abro para leerlo o releerlo, porque lo empezaría a rayar, cambiar y tachar en diversas partes”, enfatizó con risa cómplice.

La novela como su género predilecto

La primera vez que el autor visitó Concepción fue a principios de los noventa y luego hace como unos diez años atrás, ambas visitas en el contexto de ferias y encuentros de escritores. Instancias que para Letelier son esenciales en la senda de un escritor “principalmente para conocer minas (risas), me encantan las ferias porque conozco la otra mirada de mi obra. Una obra no está completa si no se abre y lee, el lector te completa la obra. Un libro es un libro muerto hasta que un lector lo abre y le da vida, es lindo y conocer a esa otra persona. Y además de las cosas que te dicen en este tipo de eventos, llego después a la casa con el ego del porte de una vaca”.

Dentro de esa misma década que no había pisado suelo penquista, el escritor fue diagnosticado con Parkinson. Enfermedad que no ha detenido para nada su creatividad y productividad literaria. “Estoy empezando una ópera, ya me hicieron una el año 2020 que se llamó ‘El Cristo de Elqui’. Juntaron mi libro ‘El arte de la resurrección’ y ‘La Reina Isabel cantaba ranchera’. Juntaron a los personajes de ambos libros en una ópera que fue fantástica que tuvo funciones en el Teatro Municipal de Santiago, con la presencia de la crema y nata de la literatura de la capital. Quien musicalizó aquella ópera -Miguel Farías- me encargó que le hiciera una nueva obra. Él se encargará de componer también su música. Estoy en ese proceso”, confesó.

Letelier no parará ahí, ya que tiene proyectado el publicar también nuevos títulos. “Estoy presentando un libro cada año, ahora tengo como tres. Dos novelas cortas y otra que no sé si es novela, ensayo o crónica, no sé que mierda (sic) es. Pero está interesante, mi agente me dice que es novela, y que es muy bueno, pero él lo tiene que decir que está buena la hueá (sic). Yo encuentro que no está aburrida y con eso basta”.

En esta línea, el nacido en Talca y criado en el Norte Grande, confesó su predilección, y tendencia casi inconciente y natural, de escribir todo en modo novela, porque “el cuento tiene muchas reglas, lo mismo que la poesía, pero las novelas tienen una sola: no ser aburridas. Todo lo que imagino y pienso, me sale en formato de novela. Incluso junto los poemas que escribo y después los transformo en alguna novela”.

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